¿Crecimiento o valor?

MatthewBeesley
Foto cedida

¿Existe un momento para primar el crecimiento frente al valor?, o ¿ambas estrategias siempre resultan válidas? Con frecuencia, los estilos de inversión sirven para clasificar los fondos o designar cómo los gestores valoran los títulos. Los dos estilos más conocidos son el de valor y el de crecimiento, pero ¿cuál es mejor? Antes de nada, merece la pena recordar las diferencias entre ambas estrategias:

Inversión en valor

Los inversores en valor buscan empresas que cotizan por debajo de su valor intrínseco o que están infravaloradas frente a otros títulos similares o al mercado en su conjunto. Normalmente, se tienen en cuenta múltiplos de valoración, como un PER o un perfil de precio/valor contable bajos, o un elevado rendimiento por dividendo.

Inversión en crecimiento

Los inversores en crecimiento buscan empresas con una elevada tasa de crecimiento de los beneficios estimados que, en el futuro, justificará un precio por acción más caro. Los inversores en crecimiento suelen prestar más atención a la rentabilidad de los recursos propios y a las previsiones de beneficios.

Estrategias divergentes

En el siguiente gráfico, se divide el MSCI World Growth Total Return Index entre el MSCI World Value Total Return Index. Cabe aclarar que tanto los índices de valor como de los de crecimiento registraron ganancias considerables en términos absolutos durante el periodo. Los tramos en los que desciende la línea indican que el valor supera al crecimiento, mientras que, cuando ésta va en ascenso, el crecimiento se sitúa por encima del valor. El sombreado resalta los periodos en los que el crecimiento aventajó al valor en los seis meses inmediatamente anteriores.

Si nos fiamos de la intuición, a largo plazo, la rentabilidad superior del valor tiene lógica. Si se da por buena la reversión a la media, es probable que, con el tiempo, la compra de títulos infravalorados termine por arrojar beneficios, siempre que se esquiven las trampas de valor, es decir, aquellas empresas que atraviesan una situación de estancamiento o cuyos fundamentales se están deteriorando.

Sin embargo, de las zonas sombreadas de la gráfica se desprende que ha habido muchos periodos en los que la estrategia de crecimiento ha salido mejor parada. Por norma, coincide con explosiones de crecimiento a largo plazo, como el boom de las puntocom de finales de los noventa o cuando escasea el crecimiento de los beneficios, como en el periodo que siguió a la crisis financiera. Quizá contra todo pronóstico, el valor suele cosechar buenos resultados cuando la economía crece con fuerza, como a finales de los ochenta o a mediados de los noventa; ya que, por aquel entonces, se dieron las condiciones idóneas para aumentar los ingresos en la mayoría de los sectores.

Las acciones de valor tienden también a ofrecer mejores resultados cuando los mercados de renta variable experimentan ventas masivas, ya que unos múltiplos de PER inferiores ofrecen un margen de seguridad en los mercados bajistas.

Fusión de estrategias

La dificultad de etiquetar los títulos como de valor o de crecimiento es bien sabida. Tanto más porque, a lo largo del tiempo, las empresas de sectores tales como el de las telecomunicaciones y el farmacéutico han mostrado características propias de uno y otro enfoque.

Probablemente, esta falta de categorización clara explique por qué a muchos gestores de fondos no les gusta que se les asocie a una u otra estrategia. Es prácticamente imposible encontrar a un gestor de fondos que no alterne las técnicas de valor y crecimiento en su proceso de inversión. Son como las dos caras de la misma moneda. Para evitar caer en la compra de trampas de valor, la mayoría de gestores de valor se centra en la dirección hacia la que apuntan las ganancias. De igual modo, los gestores de crecimiento admiten que, detrás de una acción cara, ha de haber un crecimiento realista de los beneficios que la justifique. En última instancia, la valoración o el precio inicial son importantes en ambos estilos de inversión.