Consistencia en los fondos de inversión. ¿Qué es y cómo no se mide?

Este blog pretende ser un punto de encuentro para aquellos profesionales interesados en dos temas: Asignación de Activos (asociado a lo macro) y Análisis de Fondos de Inversión. Sobre el segundo tema realizamos esta nueva y breve entrada y esperamos escribir una o dos más en las próximas semanas, siempre desde un punto de vista fundamentalmente cuantitativo.

Uno de los paradigmas de los analistas y selectores de fondos de inversión es la búsqueda de la consistencia. Se entiende que la consistencia en las rentabilidades obtenidas por el gestor o gestores del fondo. ¿Por qué es buena la búsqueda de la consistencia? La respuesta vendría ligada a su significado, que es la propiedad de lo que es duradero, sólido y fiable. Efectivamente, los analistas y selectores buscan gestores o fondos que hayan obtenido unas destacadas rentabilidades ponderadas de alguna manera por el riesgo que han tomado para obtenerlas. La razón está basada en la suposición (algunos dirán que es mucho suponer) de que este tipo de fondos y gestores están mejor posicionados para mantener ese mejor comportamiento relativo en el tiempo.

Pues bien, más allá de consideraciones de análisis cualitativo (que dejamos al margen aquí), resulta que los ratios estadísticos más usados en la industria y ampliamente disponibles, tanto en las diferentes aplicaciones informáticas de análisis como en el material de marketing de las gestoras, no son capaces necesariamente de captar dicha consistencia. Nos referimos a ratios de rentabilidad/riesgo tan conocidos como el ratio de Sharpe, el ratio de Treynor, el ratio de Sortino y otros varios.

Uno de los principales problemas de estos ratios es que normalmente calculan los excesos de rentabilidad sobre un benchmark, ponderados por alguna métrica de riesgo, con series de datos mensuales para un periodo determinado, digamos típicamente 12 meses o 36 meses. Esto significa que pueden darse casos donde un fondo puede salir destacado, acorde a estos ratios, cuando en realidad el exceso de rentabilidad puede haber sido generado sólo en uno de los subperiodos (meses en este ejemplo) de cálculo. El resto de los subperiodos puede haber registrado un comportamiento relativamente mediocre y “anodino”, alternando mejores y peores resultados relativos.

Existe un caso reciente de un fondo de domicilio español, en una categoría de renta mixta flexible, que ilustra perfectamente esta situación. En principio, ello no sería una característica deseable, ya que indicaría potencialmente que el gestor o gestores ha disfrutado de un “golpe de suerte” pero su consistencia (=repetitividad?) es escasa.

Por ello, pensamos que es importante considerar otras métricas que superen estas limitaciones que nos encontramos en los ratios más profusamente usados en la industria. Ello, sin entrar en otras críticas a los mismos, como su defecto para ordenar (al final lo que generamos con estos análisis son rankings) cuando los valores del numerador son negativos o como su asunción de distribuciones de rentabilidad normales, lo que cada vez es menos el caso, incluso fuera del mundo de las clases de activos y fondos alternativos.  Claro está, esto es tema para otra entrada porque si no ya no sería breve y ya está bien para un comienzo del mes de agosto!