Como trabajar para unificar criterios ESG y aplicarlos a la cartera de inversión

ESG-ISR-verde
Dose Juice on Unsplash

Artículo escrito por Elena Nieto, directora de Ventas de Vontobel

La industria de las empresas calificadoras de ESG se enfrentan al reto de superar sus deficiencias en busca de un modelo unificado que permita evaluar de manera homogénea si los activos de las carteras de inversión son sostenibles. Algo parecido a lo que ocurre con las calificaciones crediticias, que son uniformes y facilitan las comparativas de forma prácticamente aséptica. Para ello debe enfrentarse a diez desafíos que están lastrando la calidad de los análisis.

Empezando por los factores materiales que analizan. Los datos que se tienen en cuenta para una evaluación ESG van desde 10 a más de 400, además algunas agencias o agentes calificadores puntúan unos factores y obvian otros, por lo que se complica poder hacer comparativas entre análisis de diferentes activos e incluso la misma empresa puede obtener dos puntuaciones muy diferentes por parte de dos agencias.

La forma de medir los factores tampoco es homogénea, además está sujeta a subjetividades y sesgos personales que interfieren para acabar por generar un resultado plagado de inconsistencias. Agravadas por la falta de información que proporcionan las propias empresas evaluables y que los agentes tratan de suplir mediante herramientas estadísticas que pueden arrojar, de nuevo, diferentes resultados que terminarán por modificar el “scoring” final de la calificación. Otro desafío por superar es la frecuencia con la que se realizan evaluaciones, parece que pueden llevar a discrepancias con notas muy distintas si se hacen calificaciones anuales o bianuales.

La metodología no es científica, sino que está hecha prácticamente ad hoc para cada agente de forma que también influye en la nota ESG final. Cada calificadora decide cómo ponderar la nota que otorga a cada factor en función de sus preferencias subjetivas por lo que puede que un factor esté siendo mejor valorado que otro sin que este tenga mayor incidencia real sobre la sostenibilidad real del activo o empresa analizados para su evaluación ESG. Cómo se gestiona este tipo de controversia es también un reto al que se debe enfrentar el sector, además de incluir las “promesas de sostenibilidad” que puntúan en opinión de algunos agentes pero que pueden quedarse en papel mojado si no se llegan a implementar.

Una vez se obtiene la puntuación final, el agente da una nota en ESG a la empresa o el activo. En este momento siguen existiendo retos, por ejemplo, sobre qué perspectiva se utiliza. Si se compara de manera relativa, dentro del sector, la nota otorgada o por el contrario se adopta un enfoque alternativo que valore de manera absoluta la puntuación. De esta decisión también depende el resultado: no es lo mismo comparar una manzana con otra que con toda una gama de frutas tropicales. Además, dentro de una cartera de inversión cada activo repercute en la nota ESG que obtiene el total del producto de inversión.

Aunque, sin lugar a duda el mayor reto y lo que más repercute en cuanto a la evaluación ESG es el sesgo individual de los agentes, las personas que llevan a cabo el análisis son los que repercuten de forma más determinante en la calificación final del activo o la empresa. Las agencias tienen una tendencia natural y se centran en aspectos muy concretos a la hora de realizar sus mediciones. Por ejemplo, las agencias de calificación cuyo personal proviene de países regidos por el estado de derecho se centran más en aspectos sociales, mientras que otros se centran en los accionistas y temas de buen gobierno. Solo el sesgo del agente podría representar hasta un 18% de las divergencias entre agentes calificadores y es el problema más complejo de solucionar del sector. Algunos creen podrían solventarse aplicando inteligencia artificial a los procesos, pero finalmente tras el análisis estará la mano del hombre con sus creencias, preferencias e incapacidad para ser totalmente aséptico en su valoración.

El sector de la inversión demanda mejores calificaciones ESG que aporten datos realmente comparables, información de los principales riesgos ESG que aporten a los inversores datos relevantes más allá de la puntuación que de uno u otro agente. El inversor debe tener claro que una puntuación ESG alta no conlleva necesariamente un mejor rendimiento ni la maximización de la sostenibilidad de la cartera de inversión, lo que sí hace es reflejar el enfoque responsable que muchos inversores persiguen en la actualidad.