Cómo medir el éxito de mis inversiones

Dan Kemp (Morningstar)
Morningstar

Cuando uno invierte, es importante recordar que uno está haciendo un sacrificio a corto plazo para obtener una ganancia a largo plazo. En la mayoría de los casos, el objetivo es la prosperidad financiera, la seguridad o el logro de un objetivo. Todos estos objetivos suelen ser a largo plazo o deberían serlo. Sobre todo, los inversores suelen dedicar su tiempo a observar la rentabilidad obtenida en relación con un índice de referencia, pero puede surgir una cierta parcialidad si uno compara entre sí cosas equivocadas durante un período equivocado.

Medir el éxito

Imagine un escenario en el que usted tuvo una ganancia del 5% en el año 2018 (nota: fue un año negativo para las bolsas). ¿Un éxito? Probablemente lo sea. Añada a esto que el rendimiento fue un 4% menos que el año anterior, un 3% más que la inflación y un 1% menos de lo que usted quería... ¿Qué diría? ¿Fue un éxito? Bueno, tal vez...

¿Qué pasa si añade el hecho de que sólo un activo fue el responsable de la rentabilidad total? Tenías otros activos, pero no dieron resultado. También tomó más riesgos de los que quería, lo que le hizo sentir ansioso durante un cierto período del año. ¿Y qué pasa ahora? Hmm...

Esperamos que este ejemplo ayude a ilustrar la complejidad de una buena calibración de los resultados obtenidos. Hay muchos elementos, algunos de los cuales son controlables: el riesgo que se asume, los activos que se mantienen, los vencimientos que se consideran y muchos otros que no lo son.

Como individuos, es importante que sepamos medir nuestro propio éxito de una manera que sea apropiada a las circunstancias. Lo ideal sería que esto incluyera un marco de referencia robusto y reproducible, que puede o no utilizar herramientas de evaluación comparativa. La lista de herramientas, que en teoría es infinita, debería sin embargo ser apropiada.

¿Qué herramientas están disponibles?

Para la industria de fondos, la mayoría de las propuestas de inversión se comparan con los siguientes puntos de referencia:

1. Contra los competidores. Esto se hace a menudo en cuartiles, donde las carteras se califican en una escala de uno a cuatro en relación con alternativas comparables.

2. En relación con el índice. A menudo se hace en puntos básicos de alfa donde una cartera se mide contra un benchmark pasivo neto de comisiones.

3. Retorno absoluto. Se busca un nivel de rendimiento positivo que sea estable a lo largo del tiempo, independientemente de la inflación, los tipos de interés y otras variables.

4. Rentabilidad real. Se busca un nivel de rentabilidad que supere a la inflación, aumentando el poder adquisitivo de la cartera durante un período de tiempo definido.

Cada uno de estos métodos tiene sus ventajas y desventajas, y lo más probable es que el que mejor funcione dependa de lo que usted quiera lograr. Por ejemplo, muchos gestores de activos hacen comparaciones con resultados relativos, ya sea con un índice, alimentando el debate entre la gestión activa y la pasiva, o con un grupo de competidores, con el objetivo de separar a los ganadores de los perdedores.

El benchmarking relativo es bien intencionado y puede ser útil si se pretende que se aplique durante períodos de tiempo más largos. Sin embargo, a veces puede no coincidir con la razón por la que invertimos. Y quizás lo más importante es que a veces deja a los inversores inclinados a preferir a los que obtienen mayor rentabilidad y, al mismo tiempo, miran con desprecio a los que tienen un bajo rendimiento y los venden por frustración. Esto no debe ser subestimado. Si un inversor siente que está teniendo una baja rentabilidad, estará psicológicamente listo para actuar. En su forma extrema, este impulso puede engañar a los inversores haciéndoles creer que tendrán rendimientos de cuartil máximo en cada etapa de su viaje, sin importar lo bien que se ajuste al destino deseado.

¿Cuál es la medida ideal?

La mejor manera de medir debe estar orientada hacia el futuro y alineada con sus metas financieras. Cada inversor merece su propio marco de referencia para medir el éxito. La dificultad, por supuesto, es que una evaluación con visión de futuro es tremendamente difícil de cuantificar, y no hay una solución única. Las herramientas de benchmarking, como las mencionadas anteriormente, son poderosas, pero no pueden ser liberadas de su naturaleza retrospectiva. Lo que es importante para un inversor es si puede confiar en que su inversión le ayudará a obtener ganancias a largo plazo en el futuro.

Esta inadecuación debe ser abordada y subraya un punto importante en la dualidad proceso/resultado. Específicamente, es perfectamente posible tener un proceso sólido, o tomar una buena decisión, con un mal resultado, así como es posible tener un mal proceso con un buen resultado.

Sin embargo, la mayoría de las veces, un proceso fuerte prevalece y resulta en resultados fuertes, y viceversa. Esta es una de las razones principales por las que hacemos hincapié en que se realicen comparaciones a largo plazo: permite revelar la fuerza del proceso, o la combinación de muchas decisiones.

Para concretar un poco más, podemos sugerir una lista de comprobación que refuerza el vínculo entre sus objetivos y sus inversiones.

Hemos creado dos categorías para este propósito. La idea es, en primer lugar, alinear su marco de referencia con sus ambiciones y, en segundo lugar, eliminar toda emoción de su proceso de evaluación:

Preguntas para alinear su marco de referencia con sus ambiciones

1. ¿Tiene un objetivo financiero claro en el que se pueda amoldar su cartera?

2. ¿Está evaluando los resultados de sus inversiones en el plazo adecuado?

Si utiliza una vara de medir, ¿es realista y se puede invertir en ella?

1. ¿Tiene en cuenta la inflación?

2. ¿Ha incorporado el riesgo?

Preguntas para evitar las malas decisiones

1. ¿Puede evitar mirar hacia atrás en el pasado reciente?

2. ¿Es usted consciente de su propia aversión a las pérdidas, es decir, puede evitar vender con pánico? 

3. ¿Puedes evitar el exceso de confianza?

Considerando todo esto, un buen benchmarking es una herramienta poderosa, tanto desde el punto de vista analítico como conductual. Si se hace bien, puede ayudar a los inversores a mantener el rumbo y centrarse en lo correcto, pero si se hace mal, puede tener consecuencias nefastas.