Cómo interpretar lo sucedido en la cumbre del G20: las gestoras lo explican

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La celebrada en Argentina no ha sido una cumbre del G20 más. La escalada de la tensión en el conflicto entre Rusia y Ucrania por la península de Crimea y la guerra arancelaria que libran Estados Unidos y China ha marcado la agenda de un encuentro del que ahora las gestoras internacionales tratan de hacer balance. Aunque las expectativas a que las grandes potencias llegaran a acuerdos concretos para rebajar la tensión eran escasas, al final se han producido algunos avances temporales en el pulso que libran Estados Unidos y China, con la suspensión de un aumento de los aranceles en enero de 2019 y el aplazamiento de la posibilidad de un tramo adicional de aranceles para el resto de las importaciones de EE.UU. procedentes de China.

Estados Unidos no incrementará los aranceles a las importaciones chinas, manteniendo los niveles actuales durante al menos 90 días. A cambio, China comprará, aunque no se ha acordado la cifra, una cantidad sustancial de productos agrícolas, industriales y de otros sectores a Estados Unidos. Todo apunta a que China comprará más cerdo y soja -lo que es importante, ya que estas importaciones están entre las que tienen una mayor carga política-. Es interesante que la agencia de noticias china, Xinhua, incluso dijo que las dos partes avanzarán en las negociaciones para eliminar más aranceles. "En estos 90 días, ambos países podrían sentarse y posiblemente alcanzar un acuerdo comercial más concreto, que debería incluir temas relacionados con la propiedad intelectual y la ciberseguridad", asevera Fabrizio Pagani, responsable global de estrategia de mercados de capitales y macroeconomía de Muzinich.

China ha encontrado el punto de entrada adecuado para hacer algunas concesiones a Estados Unidos en temas delicados para Trump. Se trata de una noticia positiva para Pekín, que puede ganar tiempo para pulir la aplicación de medidas políticas para hacer frente a la ralentización económica y para impulsar más reformas y medidas de apertura de la economía. "Ni este escenario ni el peor escenario de no llegar a un acuerdo se había valorado por completo en el mercado, a pesar de que descontaron parcialmente un escenario débil, con cierto riesgo de deterioro de la relación entre China y EE.UU. y de desaceleración económica en China. Esto, combinado con una Fed más acomodaticia, podría apoyar un rally de alivio a corto plazo”, aseguran desde Amundi.

Sin embargo, en la gestora reconocen que, a medio plazo, persisten algunas incertidumbres y riesgos. “Este acuerdo no pone fin a los conflictos comerciales. La mezcla de disputas agrícolas, energéticas e industriales que aún existen es muy importante para el electorado de Trump y sigue vivo el riesgo de que la retórica de la guerra comercial resurja durante la próxima campaña presidencial en EE.UU., manteniendo alta la volatilidad en el mercado. En conclusión, no vemos el acuerdo del G20 como un cambio de juego, sino más bien como un logro a corto plazo que podría traer algún alivio a los mercados de cara al fin de año”, indican desde la firma francesa. Coincide en este punto con Reto Cueni, economista senior de Vontobel AM, quien opina que la mayor visibilidad para los próximos 90 días probablemente dará a los mercados una mayor oportunidad para recuperarse un poco de las recientes caídas.

"Unida con una Reserva Federal menos agresiva, podríamos obtener el esperado rally de final de año en el que los activos especialmente golpeados deberían ser los más fuertes. Esperamos que los mercados emergentes, en general, se beneficien de estas noticias. También debería verse reflejado en el comportamiento del mercado de renta variable europeo, pero aquí se mantiene la amenaza del Brexit y la disputa entre Italia y la UE sigue siendo una preocupación. En el universo de las materias primas, los productos agrícolas también podrían beneficiarse de la tregua entre EE.UU. y China, mientras que el petróleo sigue teniendo el apoyo de la decisión por sorpresa de Canadá de recortar la producción", afirma el experto.

Ronald Temple, gestor y responsable de renta variable estadounidense de Lazard AM, se muestra mucho menos optimista, recomendando a los inversores ser cautelosos y proteger sus posiciones con activos que permitan capear un posible cese del pacto de tregua entre EE.UU. y China, el cual recuerda que es solo una tregua temporal. "El consenso de la cumbre ha sido más positivo de lo esperado, pero no ofrece ningún gran cambio. Los problemas subyacentes del fondo del conflicto entre EE.UU. y China son complejos y no se resolverán en un plazo de 90 días. Los inversores deben tener claro que las negociaciones acordadas no garantizan la resolución de la disputa", asegura el experto. Es es también la línea defendida por Govinda Finn, economista de Aberdeen Standard Investments-, quien alerta de que las agendas de Donald Trump y Xi Jinping continúan con un rumbo que dirige a la colisión.

"EE.UU. tiene dos objetivos claros. El primero es el de ayudar a restaurar empleo en su sector industrial doméstico. Esta es una clara referencia a los trabajadores que forman parte de la base electoral de Trump. El otro objetivo es equilibrar las relaciones económicas y diplomáticas con China. Ambos objetivos se basan en la creencia de que la situación comercial entre los dos países está demasiado inclinada hacia el lado de China. Por su parte, Pekín tiene sus propios objetivos. Una es la iniciativa One Belt, One Road, que es el mayor intento de un país a nivel global de extender su influencia más allá de sus fronteras. Esta iniciativa tiene el comercio como pieza central. Mientras tanto, está presionando con su iniciativa "Hecho en China 2025”. La política industrial es un intento ambicioso de expandir el sector tecnológico y establecer una  base industrial avanzada. EE.UU. no solo lo ve como una amenaza para las empresas estadounidenses, sino también como  un inmenso riesgo para la seguridad", concluye.