Cómo gestionar una cartera mixta: retos para el inversor moderado

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Tribuna de Miguel Jiménez, gestor de fondos de inversión de Renta 4 Gestora. Tribuna escrita el 8 de enero de 2018.

A la hora de construir una estrategia, lo primero que hay que definir bien es el objetivo de la cartera. El inversor debe saber que puede esperar de sus inversiones. En un fondo mixto, este objetivo no suele ser tan claro como con otro tipo de fondos y por ello existen clasificaciones a veces interpretables: mixtos defensivos, moderados, agresivos…

Tradicionalmente la ventaja fundamental de este tipo de estrategia radica en unos resultados más consistentes que la renta variable. La existencia de ciclos económicos y bursátiles provoca resultados positivos y negativos en la renta variable, dependiendo de la parte del ciclo en la que nos encontremos. En una estrategia mixta, al “beber” de la renta fija y variable, logramos un resultado menos volátil. Los precios de estos activos teóricamente tienen una correlación negativa: en recesión es esperable caídas de la renta variable pero subidas en renta fija (menores tipos de interés), siendo esperable lo contrario en un ciclo expansivo.

La posibilidad de analizar la estructura de capital de una misma compañía arroja conclusiones interesantes. Hoy la deuda de Ferrovial cotiza a 1,2% (a 8 años), los híbridos entre el 2,4% y 3,5% (depende de la call) y las acciones al 3,8% (dividendos que deberían aumentar en próximos años).

Otro elemento positivo de estas estrategias es que suelen tener una mayor flexibilidad a la hora de invertir por parte del gestor. Nuestra experiencia nos ha enseñado en los últimos años como una mayor flexibilidad es clave a la hora de maximizar la rentabilidad/riesgo de la cartera.

La posibilidad de tener un universo amplio de inversión puede hacer que haya algún elemento de la cartera que no sea especialmente atractivo “per se”, pero que en el conjunto de la cartera sea una posición válida. Por ejemplo, un bono europeo de rating A con una TIR no es muy atractivo por sí mismo, pero si lo analizas dentro de una cartera con muchos activos periféricos puede ser una estrategia muy útil.

Teóricamente y dado lo avanzado del ciclo en el que nos encontramos – 8 años de expansión económica en USA – estas estrategias serían un vehículo óptimo para invertir. En algún momento, el ciclo económico se vendrá abajo y de esta forma unas potenciales pérdidas en renta variable serían compensadas por la cartera de renta fija. Sin embargo, hoy la renta fija no ofrece la clase de protección comentada a nuestro parecer por los tipos de interés a los que cotiza, consecuencia de la enorme liquidez inyectada por los bancos centrales. Si acaso, en USA podríamos empezar a contemplar una posible inversión en bono a 10 años en niveles del 2,80% - 3%.

Por último, mencionar que hoy, el riesgo más importante para este tipo de estrategias es la aparición de tensiones inflacionistas (o simplemente unas mayores expectativas respecto a lo que descuenta el mercado). Este escenario provocaría unos mayores tipos de interés y por tanto caídas en el mercado de renta fija, pero también un impacto negativo  en renta variable cuyas valoraciones se sustentan en muchos casos en la existencia de un ciclo de tipos de interés bajos. Por ello, hoy, a pesar de tener una opinión decepcionante sobre el potencial de la economía en el medio y largo plazo, no tendríamos duración en las carteras de renta fija y en renta variable hemos comprado algunos valores financieros como forma de contrarrestar el escenario descrito.