¿Cómo de negativa es una recesión para la renta variable?

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Philipp Berndt on Unsplash

El cambio de rumbo que la Fed confirmó hace unos meses con respecto a su política monetaria vino a confirmar que el riesgo de recesión en la primera economía del mundo era cuanto menos suficiente como para poner en stand by esa normalización monetaria que meses atrás había iniciado la Reserva Federal. Hoy el mercado descuenta que la Fed anunciará un recorte de tipos en su reunión de finales de julio aunque está por ver si Powell satisface esa demanda teniendo en cuenta que el dato de empleo que se conoció en EEUU el pasado viernes dista mucho de ser indicativo de una crisis económica.

Sin embargo, aunque este giro de los bancos centrales ha conseguido limitar ese riesgo de recesión no lo ha eliminado por completo. Ese miedo a una fuerte caída en la economía al que además ayuda el efecto que la guerra comercial pudiera tener en EEUU y China y por extensión en el resto del mundo ha provocado que cada vez sean más los inversores que han adoptado el modo risk off en sus carteras vendiendo renta variable y comprando renta fija, incluso con tipos negativos. Temen un desplome de la bolsa ante el miedo de ue se produzca esa recesión aunque, según un análisis realizado por la consultora McKinsey, quizá no deberían,

“El desempeño de los mercados de acciones muestra que no han sido un buen pronosticador de recesiones pasadas. De hecho, durante cada recesión importante desde principios de la década de 1970, la mayor parte de la caída en el índice S&P 500 ocurrió después de que la economía ya se había desacelerado. Por ejemplo, la mayor caída en el índice S&P 500 durante la recesión de 2007–09 no se produjo hasta el tercer trimestre de 2008, aunque la recesión comenzó oficialmente en diciembre de 2007, y aparecieron signos claros de problemas a mediados de 2007”, afirman. E incluso otro estudio realizado por Capital Group apuntaba a que hay sectores que incluso salen siempre airosos en bolsas en tiempos de recesión. 

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Además dicho análisis también desmonta otro de los grandes temores de los inversores, el de que la recesión vaya acompañada de caídas abruptas de mercado.  “En los últimos 30 años, ha habido pocas disminuciones importantes en el mercado fuera de las recesiones . Incluso un caso extremo, como la caída del 20 por ciento durante un par de días en 1987, no presagió una desaceleración sistémica, y el índice volvió a la normalidad apenas dos meses después. En el pasado, tales fluctuaciones del mercado se debieron principalmente a fuerzas que no tenían nada que ver con la economía real, y cualquier efecto que hubieran disipado muy rápidamente”, apuntan.

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Dicho esto, lo cierto es que son pocos los analistas que esperan que se produzca una recesión en el corto plazo. “Como ya hemos mencionado, dado que seguimos creyendo que la probabilidad de que se produzca una recesión en los próximos 12 meses es remota, sólo pretendemos mantener nuestra exposición a la renta variable en este nivel bajo a corto plazo. Tan pronto como la incertidumbre que rodea a la guerra comercial se calme, planeamos aumentar de nuevo la exposición a la renta variable. En un entorno de tipos de interés globalmente bajos y de crecimiento moderado, es probable que en el futuro haya pocas alternativas a las inversiones en renta variable”, afirma Michael Blümke, gestor de Ethenea.

Eso sí, el hecho de que sea la renta variable la que en términos relativos sea la que sigue ofreciendo las mejores oportunidades no implica que no haya que pagar un coste para beneficiarse de ese potencial y ese coste se llama volatilidad. “La renta variable podría seguir subiendo. Pero prepárese, que vienen curvas. Se prevé un aumento de la volatilidad en las fases más avanzadas del ciclo económico. Sería aconsejable comenzar a preparar las carteras de inversión de cara a la inestabilidad que se avecina”, apunta Rob Lind, economista de Capital Group.