¿Cómo combinar las distintas fuentes de riesgo en la construcción de carteras? Un caso práctico

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Dps, Flickr, Creative Commons

Hay un interés creciente por el diseño y construcción de carteras con criterios que tienen más en cuenta la combinación de distintas fuentes de riesgo que otros factores como la exposición a ciertos sectores o áreas geográficas. Thierry Roncalli y François Millet, responsables respectivamente de análisis cuantitativo y de línea de producto de ETF en Lyxor AM explican los orígenes y las bondades del factor investing para generar retornos ajustados al riesgo. 
Ambos expertos comienzan su análisis partiendo de la consideración de que “cuanto más diversificada está una cartera de renta variable, más difícil es generar alfa”. Sin embargo, la percepción que tienen los inversores de la renta variable ha cambiado en los últimos diez años: si antes muchos inversores se ajustaban al marco teórico del modelo de valoración de activos financieros (CAPM), percibiendo las estrategias de inversión como una encrucijada entre beta o alfa, ahora cada vez más inversores buscan el acceso a primas que se generen con nuevas estrategias de inversión basadas en criterios distintos a los de capitalización, que han venido a conocerse como smart beta. 

Las estrategias de factor investing son una subcategoría del smart beta. En el caso concreto de Lyxor, prosiguen los expertos, basándose en pruebas empíricas se ha desarrollado un modelo de construcción de carteras que tiene en cuenta seis fuentes de riesgo: el riesgo de mercado, el sesgo value (combinación del valor en libros, rentabilidad del flujo de caja y rentabilidad de los beneficios), capitalización, momento de mercado (definido como el retorno total con dividendos reinvertidos en los próximos 12 meses), beta baja (beta del valor en relación con su mercado local) y calidad (deuda neta, retorno sobre la acción e ingresos sobre ventas). 

La construcción de cada índice se realiza a partir de la puntuación individual que obtiene cada valor de un universo en función de  estos cinco factores; dichas puntuaciones se estandarizan y sólo se elige un número fijo de valores con la mejor nota, generalmente en torno al 10% del universo invertible. Después, se ponderan los valores por igual dentro de cada índice de factor, y se reequilibra el indicador una vez al mes. “Al añadir los cinco nuevos factores de riesgo al riesgo factor del mercado usado en el modelo CAPM, somos capaces de explotar una proporción mayor de los retornos históricos de los valores”, comentan Roncalli y Millet. 

Consejos para la construcción de carteras

“Tradicionalmente, los gestores han construido carteras al diversificar entre clases de activos y, dentro de las clases de activos individuales, diversificando por mercados geográficos, sectores e industrias. Un acercamiento de asignación basado en factores requiere reconsiderar este método tradicional. Pero la diversificación por estrategias de factores de riesgo tiene gran sentido, particularmente dado que los niveles de correlación en el pasado entre factores individuales han sido bastante bajos”, añaden los expertos. 

Desde Lyxor indican que los factores de riesgo y su carácter estratégico o táctico dependen del horizonte de inversión y la tolerancia al riesgo de los inversores. Paralelamente, recuerdan que la evolución de las primas de riesgo a nivel individual suele variar a lo largo de los ciclos económicos y del mercado, “generando oportunidades para los inversores interesados en un acercamiento de asignaciones tácticas”.

Otro consejo de Roncalli y Millet es que la inversión en factores de riesgo genera mejores resultados a nivel local o regional: “Si implementamos el proceso de puntuación por factores sobre una base global, tendemos a llegar a carteras que estén fuertemente concentradas en algunos mercados geográficos en particular”. Un ejemplo práctico: el factor de tamaño funciona bien en EE.UU, Europa y Japón desde el 2000, pero se ha comportado peor en la región Asia-Pacífico, reflejando así las diferencias en la estructura de cada mercado. 

La conclusión es que desde 2008 se ha producido una variación sustancial en los retornos generados por cada uno de los factores de forma individual, que también han mostrado un comportamiento volátil: por ejemplo, el criterio value fue el de mejor comportamiento dentro de la renta variable en 2009, 2012 y 2013 y el de peor comportamiento en 2008, 2010 y 2011. No obstante, Thierry Roncalli y Jean-Charles Richard, analistas cuantitativos en Lyxor, han descubierto que – a diferencia de los retornos de las clases de activo- los retornos por factores de riesgo exhiben algo de persistencia durante el corto plazo. “En otras palabras, cómo se han portado los factores individuales durante los meses o el mes previo tiene una oportunidad significativa de predecir la rentabilidad en el siguiente mes”, aclaran. 

El dúo de expertos aconseja como punto de partida para construir una asignación estratégica de largo plazo a varios factores utilizar un acercamiento de contribución equiponderada del riesgo, en la que la ponderación individual de cada factor se calcule mensualmente, para contribuir igualmente sobre la volatilidad en el conjunto de la cartera.

En cambio, para aquellos inversores que quieran añadir valor, recomiendan adoptar una asignación táctica y dinámica que explote la tendencia de la rentabilidad generada en el corto plazo por los factores de riesgo para extenderla: “Al incorporar retornos esperados en el corto plazo en la asignación de activos podemos mejorar el retorno ajustado al riesgo esperado de la asignación por factores”, sentencian Roncalli y Millet.