Claves del ciclo virtuoso en el que ha entrado la renta variable japonesa

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Moyan_Brenn, Flickr, Creative Commons

Tradicionalmente, los movimientos de la renta variable japonesa han estado condicionados por dos grandes factores: el comportamiento del yen, y los flujos de entrada o salida de dinero extranjero. Sin embargo, uno de los efectos menos conocidos de las Abenomics justifica un cambio de la tendencia, hacia una mayor estabilidad del mercado. Lo explica Tony Glover, responsable del departamento de gestión de activos de BNP Paribas IP en Japón: “Hasta el final de 2014, los movimientos del mercado nipón estuvieron guiados en gran medida por el dinero extranjero. Los flujos de inversores extranjeros eran los responsables tanto de impulsar al mercado como de hundirlo”.

Aquí entra en juego una de las medidas que forman parte del QE cuantitativo y cualitativo del Banco de Japón, la compra de ETF sobre la renta variable nipona. Glover indica el modus operandi habitual de la institución: “El BoJ generalmente los compra por la tarde, después de mañanas especialmente negativas, para aportar estabilidad al mercado. Desde que empezó a comprar ETF, se pudo ver que casi al mismo tiempo empezaron a incrementarse la recompra de acciones”. Por tanto, concluye el experto, “ahora el mercado ya no está tan influenciado por el dinero extranjero, sino que está apoyado por el dinero nacional”.

El representante de BNP Paribas IP aporta más datos sobre cómo se ha incrementado la demanda interna de renta variable, en un país en el que tradicionalmente los inversores locales han apostado más por los bonos soberanos. Primero, algunos datos en contexto: durante el primer mandato de Shinzo Abe, los volúmenes de inversores extranjeros llegaron a alcanzar el 70% del mercado de futuros y un 50% del mercado de efectivo. La respuesta del Gobierno fue la implantación del esquema NISA, que incluye deducciones fiscales a la inversión para incentivar que los inversores individuales inviertan en el mercado nipón bien de forma directa o a través de fondos. Gracias a este esquema, el flujo comprador de inversores locales se cifra en torno a un billón de yenes anual. 

A esto se han de añadir las ya citadas compras de ETF; según el BoJ, el volumen de adquisiciones será de seis billones de yenes al año. A esto se ha de sumar la tendencia al alza de recompra de acciones por parte de las cotizadas niponas. “Dependiendo del analista, pueden suponer entre 5 y 8 billones de yenes al año”, indica Glover.

En cambio, el experto comenta que la única presión vendedora natural procede en realidad de los inversores individuales: “El esquema NISA ha tenido un efecto negativo, que es el número de defunciones en las que se dejan las inversiones en herencia. En muchos casos, los herederos no pueden afrontar el impuesto correspondiente, y venden las participaciones. Se ha calculado que esta fuerte presión vendedora equivale a 3 billones de yenes al año en la parte de renta variable”, detalla Glover. La conclusión a la que quiere llegar el responsable es que, si se equilibran estas presiones compradora y vendedora, “básicamente el mercado puede absorber gran parte de las ventas que efectúen los inversores extranjeros”.

Existe otro dato adicional; para explicarlo mejor, Glover aporta el siguiente gráfico. Se trata del propio posicionamiento de inversores extranjeros en Japón antes y después de las Abenomics. “Se puede ver que no es tan diferente. Incluso si quisieran vender en bloque, no hay tanto que puedan vender. Por tanto, no estoy muy preocupado por cómo los flujos puedan afectar al mercado”, concluye el experto.

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Otros factores que contribuyen a los flujos

El paquete de medidas estructurales conocidas como Abenomics está impactando de varias formas sobre la renta variable nipona. Tal y como comenta el responsable de BNP Paribas IP, “las medidas para mejorar la eficiencia de capital, el gobierno corporativo y el diálogo con los accionistas por parte del Gobierno está obligando a las compañías a ser más eficientes, y esto afectará tanto a las grandes capitalizadas como a las pequeñas”.

En este contexto, Glover manifiesta que “el BOJ y el GPIF, el fondo de pensiones públicas de Japón, están buscando formas de diversificar sus inversiones en acciones japonesas, aunque hay comprometidas grandes cantidades de dinero y es difícil reasignar activos en cartera”. Es por ello que en la gestora han visto en los últimos tiempos un incremento de la asignación a small caps por parte del fondo público de pensiones. “También hemos visto la introducción de un futuro sobre las small caps, por lo que en términos de flujos estamos viendo un poco más de dinero entrando en las small caps”, añade Glover. BNP Paribas IP dispone de un fondo de pequeñas capitalizadas niponas calificado como Blockbuster Funds People, el Parvest Equity Japan Small Cap.