Cinco razones para apostar ahora por la gestión activa frente a la pasiva

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GSAM

Conscientes del escaso peso de las acciones en sus carteras, muchos inversores están empezando a pensar en la mejor forma de reequilibrarlas. En este sentido, decidir entre inversión activa o pasiva es un punto clave. La debacle bursátil del cuarto trimestre de 2008 no ayudó a apaciguar este debate, ya que en líneas generales los gestores activos no alcanzaron sus expectativas de preservación del capital durante ese periodo. La frustración está incitando a muchos inversores a renegar de la renta variable y a adoptar un enfoque pasivo. Sin embargo, conviene reflexionar sobre el hecho de que todas las buenas decisiones de inversión requieren un planteamiento prospectivo y creemos que existen varias razones por las cuales la gestión activa tiene todas las bazas para triunfar.

1) A medida que vaya normalizando la volatilidad, el contexto en que se desarrolla la selección de valores debería mejorar

Los últimos años se han caracterizado por periodos de volatilidad extrema. En 2003-2006, el optimismo sobre el crecimiento mundial alimentó un entorno de baja volatilidad, mientras que el miedo ha disparado la volatilidad desde finales de 2008. En cada uno de estos periodos, los inversores enfocaron las acciones como una clase de activo en lugar de discriminar entre ellas. Cuando más adelante se vaya normalizando la volatilidad desde sus elevados niveles actuales, creemos que los fundamentales específicos de cada empresa serán los que muevan las cotizaciones. Esto creará un terreno abonado para la selección de valores.

2) Las perspectivas de una expansión amplia parecen reducidas

Con el PER 2008 en una media de 16 veces y con los tipos de interés próximos al 0%*, las oportunidades de que se produzca una expansión amplia y generalizada parecen reducidas. El reto en el futuro será determinar qué valores tienen oportunidades de apreciarse de forma significativa. Así pues, creemos que la selección de valores es ahora más importante que nunca.

3) En esta economía, habrá quien incremente y quien vea reducida su cuota de mercado

A la vista del progresivo estrechamiento de los mercados de usuarios finales, las empresas están luchando por ganar cuota a costa de su competencia y creemos que los negocios dominantes están en disposición de ampliar aún más su ventaja competitiva. Las empresas que generan flujo de caja libre y pueden seguir financiando su crecimiento, las empresas con productos o servicios claramente diferenciados que, por lo tanto, pueden mantener márgenes, las empresas cuyo crecimiento no está vinculado estrictamente a la economía... Son ejemplos de potenciales ganadores de cuota de mercado en este entorno. Mediante un análisis fundamental en profundidad, prospectivo y específico de cada empresa, un gestor activo podría batir al mercado invirtiendo en los ganadores y evitando a los perdedores.

4) Habrá recuperación, aunque probablemente será diferente de la última

Desde un punto de vista histórico, el de 2003 es el rebote más reciente tras una recesión y un mercado bajista. La recuperación de 2003 fue en V y las acciones de peor calidad lideraron las subidas. Sin embargo, mirando al futuro creemos que las condiciones hoy son diferentes a las de 2003. La crisis crediticia favorece a las empresas más solventes que se autofinancian y las bajas expectativas de crecimiento también socavan la capacidad de expansión de las empresas de menor calidad. En este periodo de bajo crecimiento sostenido, las empresas menos sensibles a la economía deberían salir reforzadas a costa de los rivales más débiles.

Una recuperación más gradual, en U poco pronunciada, debería favorecer a las empresas de calidad. Los gestores activos sesgados hacia las empresas de calidad deberían estar en disposición de poder aprovechar este entorno.

5) El tremendo crecimiento de los activos indexados crea ineficiencias en los valores

El enorme crecimiento de los productos indexados podría crear ineficiencias en los valores**. Dicho de otro modo: un inversor que decide exponerse a un índice bursátil está tomando una decisión en clave de tipo de activo en lugar de una decisión de inversión basada en empresas concretas. Al invertir en valores con las ponderaciones actuales del índice, ese inversor, por definición, no es sensible al precio de cada valor. En sus manifestaciones más extremas, esta insensibilidad al precio lleva a menudo a desequilibrios en los índices, como el peso de los valores tecnológicos en los índices de estilo crecimiento en 2000 o el auge de los valores financieros en los índices de estilo valor en 2006. Incluso sin situaciones extremas, estas ineficiencias podrían ser explotadas por un gestor activo sensible a la valoración que invierta con un enfoque ascendente o bottom-up.

Conclusión

Si bien creemos que hay varias buenas razones para optar actualmente por la gestión activa, es más importante que nunca elegir bien el gestor. Con demasiada frecuencia, el debate gestión activa-gestión pasiva se basa en los resultados del gestor medio comparados con la rentabilidad del índice. ¿Será capaz el gestor medio de batir al índice en el futuro? Resulta difícil de decir. Lo que sí podemos afirmar con rotundidad es que en este entorno de gran incertidumbre, conviene fijarse en características importantes que conferirán ventaja a algunos gestores. En primer lugar, un gestor debe contar con amplios recursos de análisis para abordar y procesar toda la información nueva que se está generando cada vez más rápido. En segundo lugar, un gestor debe contar con un proceso de inversión prospectivo, a saber, un análisis fundamental disciplinado que le permita anticiparse al cambio en lugar de confiar en tasas de crecimiento históricas y rangos de valoración que en su mayor parte son irrelevantes en la actualidad. Por último, un gestor debe ser verdaderamente activo y crear carteras basadas en la convicción de análisis, no diluir sus ideas abrazando un índice de referencia. Con estas características y una correcta ejecución, creemos que el entorno actual es favorable para los buenos gestores activos.