Christmas en Agosto

El 1 de enero de 2014 el BOE materializaba por fin la llegada de las cuentas ómnibus a España, con más retraso que un christmas en agosto, pero llegaban. Este retraso no es el motivo de la ausencia de éxito de esta forma de operar, sino que el intento fallido parte de un problema un poco más de fondo y que tiene que ver con la industria de fondos nacional. A lo largo de estos dos últimos años estamos asistiendo a la puesta en marcha de productos en Luxemburgo (principalmente), por parte de las principales gestoras nacionales. Lo que inicialmente fue un movimiento limitado a las gestoras pequeñas en su ánimo de ampliar su espectro de potenciales inversores, se ha convertido en un movimiento lógico motivado por la consolidación e internacionalización de los principales grupos financieros de este país. Hablar del fracaso de las cuentas ómnibus en España es ocultar la realidad: no somos un domicilio atractivo para la creación de productos de inversión; al menos no lo somos tanto como otros países de la UE.

Para mayor desgracia, el volumen no siempre justifica la existencia de lo patrio, puesto que con el autoconsumo no logramos la escalabilidad de la que sí gozan otros países (como Reino Unido). Además, la creación de barreras fiscales no es la solución puesto que crean una ficción que no se corresponde y que no es duradera en el tiempo. Estamos abocados a modelos como el italiano, donde las gestoras tienen más activos gestionados a través de vehículos cross border que a través de vehículos locales. No nos flagelemos mucho, simplemente asumámoslo e intentemos que en calidad nuestras gestoras sean las más potentes con independencia de donde domicilien sus fondos.