China: plantando cara a la desglobalización

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Cedida por BNP Paribas AM

TRIBUNA de Chi Lo, estratega sénior, Greater China, BNP Paribas AM. Comentario patrocinado por BNP Paribas AM.

Las relaciones entre Estados Unidos y China se han enfriado considerablemente durante la administración Trump, y su deterioro se acelera. En los últimos meses, el ojo por ojo arancelario de la guerra comercial ha dado paso a expulsiones políticas y a intentos de cerrar el paso a empresas para bloquear la actividad corporativa. Los esfuerzos de los Estados Unidos para animar a otros países a desvincularse también de China se han visto amplificados por la pandemia del COVID-19, ya que los cierres de fábricas han llevado a muchos productores a trasladar sus cadenas de suministro globales. Dado que el ascenso de China al grupo de principales economías mundiales se ha visto impulsado sobre todo por la globalización, ¿afectará esta tendencia de desglobalización a su avance económico en adelante?

Programa de desacoplamiento

La guerra comercial entre Estados Unidos y China muestra pocas señales de amainar, pese a la firma de un acuerdo de fase uno a comienzos de año. La pandemia también ha elevado las presiones de desglobalización que afectan a China, ya que tanto países como compañías consideran reubicar sus cadenas de suministro para diversificar su riesgo, especialmente en el caso de la producción de bienes estratégicos.

Si en el pasado las tensiones entre China y Estados Unidos se consideraban como un síntoma de la Presidencia de Trump, es poco probable que un cambio en la Administración estadounidense tras las elecciones dé marcha atrás al proceso de desacoplamiento. Una de las pocas cosas sobre las que demócratas y republicanos están de acuerdo es la necesidad percibida de contener el auge de China. 

No obstante, las cadenas de suministro globales están profundamente interconectadas, y esto no es algo que pueda deshacerse con rapidez. Este es especialmente el caso en Estados Unidos: un estudio realizado en 2019 reveló que el 95% de las empresas estadounidenses invertían en China para su mercado doméstico, y que un 87% no tenía intención alguna de irse(1). Esto implica que cualquier desacoplamiento de la segunda mayor economía del mundo será probablemente un proceso largo. Pero, ¿hasta qué punto está China preparada para afrontar este aparente cambio de suerte?

La resiliencia de China

El impacto del COVID-19 en la economía china ha resultado ser menos perjudicial que en la de muchos países occidentales, y la nación ya parece estar experimentando una recuperación clásica en forma de V. Tras contraerse un 6,8% en tasa interanual en el primer trimestre, la economía repuntó un 3,2% interanual en el segundo; se anticipa un crecimiento anual del 2,3% en 2020, y del 6,6% en 2021 (en ambos casos respecto al año previo(2)).

Esto sugiere que ni la pandemia ni las tendencias de desglobalización han hecho descarrilar al país respecto al rumbo de la política y las aspiraciones de crecimiento de las autoridades en Pekín. De hecho, los acontecimientos de este año podrían haber llevado al Gobierno a acelerar sus planes de transformación de su modelo de crecimiento.

En busca de la autosuficiencia

La pieza clave de la política exterior de China sigue siendo su Iniciativa de la Franja y la Ruta, que implica un desarrollo significativo de la infraestructura global en casi 70 países (eminentemente en vías de desarrollo). Financiando estos proyectos vitales, todo apunta a que China mantendrá su red de influencia mundial.

En mayo, no obstante, el régimen implementó un cambio de política significativo para fomentar una mayor autosuficiencia, al comprender que ya no puede depender de la integración global como motor de crecimiento. Transformando su economía para concentrarse en mayor medida en la demanda doméstica, el gobierno chino se propone cubrir estos riesgos exteriores y mantener su trayectoria de crecimiento. Y con una población cercana a los 1.500 millones de personas(3), cuenta efectivamente con su propio mercado interno para respaldar esta agenda de autosuficiencia.

La concentración de las autoridades en el mercado doméstico, o circulación interna, pondrá énfasis en la tecnología y la fabricación de alta gama, y redirigirá hacia el mercado nacional el enorme gasto realizado por los consumidores chinos en el extranjero (el turismo a otros países ya representa un gasto de 250.000 millones de dólares anuales). Al mismo tiempo, el Gobierno chino se propone reforzar la posición del país como la superpotencia económica de Asia, recurriendo a los mercados de capitales, financieros y tecnológicos regionales y globales para impulsar el crecimiento en toda Asia.

El giro de China hacia este modelo de crecimiento orientado al mercado doméstico ha ayudado a apuntalar la recuperación en forma de V protagonizada por su economía este año, e ilustra la resiliencia de su inercia de crecimiento y el margen de actuación del Gobierno para impulsarlo. De hecho, es probable que el crecimiento chino continúe superando al de los mercados desarrollados en los próximos años, con independencia de la tendencia de desglobalización.

Revolución tecnológica

La tecnología ha estado a la vanguardia del modelo de crecimiento de China desde 2013, cuando el presidente Xi Jinping llegó al poder. Dada la prevalencia de los gigantes corporativos estadounidenses en el sector tecnológico, el grueso del crecimiento tecnológico chino ha sido de orientación más doméstica hasta la fecha. No obstante, los países emergentes también han sido un considerable mercado de exportación para la industria tecnológica china, que se ha beneficiado de las relaciones y la infraestructura establecidas a través de su iniciativa de la Franja y la Ruta.  

Dicho esto, algunas marcas han triunfado internacionalmente. Uno de los principales fabricantes de teléfonos móviles ha tenido éxito fabricando smartphones más asequibles, y ahora refleja su propia agenda de desacoplamiento con nuevos modelos que ya no dependen de chips producidos en los Estados Unidos. Su crecimiento ha llevado a sus rivales estadounidenses a temer verse sustituidos en el mercado chino (donde también ha sido elogiado como un proveedor clave de infraestructura 5G) y en otros. Tal ha sido la escala de su éxito que Estados Unidos ha tratado agresivamente de bloquear el uso de la tecnología de esta empresa (no solo en actividades en su territorio, sino también en los de sus aliados) alegando temores de seguridad. 

Las marcas chinas también están ganando prominencia a nivel internacional en las áreas de redes sociales de vídeo, comercio electrónico y servicios de pago por móvil. En este último sector, se anticipa que la oferta pública inicial de su principal grupo de tecnología financiera será una de las mayores del mundo, valorada entre 200.000 y 300.000 millones de dólares.

Ambiciones verdes y sociales

Los demás éxitos industriales de China han pasado más desapercibidos, debido a su orientación doméstica. Los esfuerzos del Gobierno para revolucionar su capacidad sanitaria doblando el valor del sector hasta los 2.300 millones de dólares de cara a 2030(4) han tenido un efecto transformador. Antes, los ciudadanos más pudientes de China podían viajar al extranjero para obtener medicinas y tratamientos, mientras que los más pobres tenían muy pocas opciones. El país se ha propuesto proporcionar una atención sanitaria mejor, más rápida y más barata que en cualquier otro país del mundo.

Pese a su reputación de ir a la zaga en la lucha contra el cambio climático, China se ha convertido en uno de los mayores adoptadores de vehículos eléctricos (el año pasado representó más de un millón de unidades vendidas) y domina el mercado global de infraestructura de carga. Esta adopción del coche eléctrico forma parte de su plan Made in China 2025, que se propone reducir las emisiones y establecer la independencia energética como parte de sus objetivos económicos. Además, el país se comprometió recientemente a alcanzar la neutralidad de carbono de cara a 2060, una señal de la orientación de las autoridades hacia los objetivos de cambio de cambio climático. Aunque esto supone un considerable paso adelante, de momento no se ha aclarado cómo logrará este cambio, especialmente teniendo en cuenta que el país satisface casi el 85% de sus necesidades energéticas mediante combustibles fósiles.

Un rompecabezas para el inversor

Pese al doble obstáculo que plantea la pandemia y la desglobalización, las credenciales de crecimiento de China no tienen casi parangón hoy en día, pero el país sigue siendo un enigma para los inversores. El deseo de alinear las inversiones con criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno (ESG) se ha hecho más importante durante este año de inestabilidad. Sin embargo, a pesar del giro de China hacia iniciativas medioambientales más verdes, algunas de sus políticas sociales (incluidas las nuevas leyes de seguridad en Hong Kong y el encarcelamiento masivo de la minoría uigur) crean malestar a nivel internacional.

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Fuentes
1. Vea “Member Survey – US-China Business Council 2019” https://www.uschina.org/sites/default/files/member_survey_2019_-_en_0.pdf , y “Most U.S. Firms Have No Plans to leave China Due To Coronavirus: Survey”, Reuters Business News   https://www.reuters.com/article/us-health-coronavirus-china-business/most-u-s-firms-have-no-plans-to-leave-china-due-to-coronavirus-survey-idUSKBN21Z08K.
2. Estimaciones internas de BNP Paribas Asset Management.
3. https://www.worldometers.info/world-population/china-population/#:~:text=The%20current%20population%20of%20China,of%20the%20total%20world%20population.
4. Bloomberg.com, China Is Striving for the World’s Best, Cheapest Healthcare.


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