China más allá de la bolsa: todas las claves sobre el rumbo de su economía y los factores más preocupantes

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Foto cedida

El próximo 8 de febrero se celebra el año nuevo chino. Según su horóscopo, 2016 será el año del mono, animal al que se asocian cualidades como la versatilidad o la capacidad para actuar de forma inesperada. Si los inversores trasladan estas características al mercado chino, les puede dar pistas sobre lo que pueden esperar en un ejercicio que ya ha empezado de forma accidentada para la renta variable china. Haiyan Li-Labbé, analista de Carmignac, evalúa el significado de los últimos acontecimientos sobre la economía china y cómo puede afectar sus movimientos a otras partes del mundo. Lo hace desde el pragmatismo: “Los inversores deben recordar que, a pesar de la reciente debilidad de las bolsas chinas, el índice Shanghai Composite todavía acumulan una subida del 30% desde verano de 2014". 

La analista considera que “las valoraciones de algunos sectores y títulos vuelven a ser atractivas” y declara la preferencia de Carmignac por los sectores ligados a la Nueva Economía “que tengan un buen perfil de generación de flujos de caja”, explica Li-Labbé. Entre dichos sectores menciona a las compañías enfocadas a la protección del medio ambiente – “la polución es el primer factor de emigración en China”, afirma- y los negocios basados en Internet, por la baja penetración de la red en los hogares chinos.

Para Li-Labbé, “la burbuja ya ha estallado, pero ha sido debido a las propias características del mercado interno”. A continuación, procede a detallar estas características. En primer lugar, que se trata de “un mercado joven dominado por inversores minoristas y poco sofisticados: los inversores institucionales suponen sólo un 20% del total y de ellos sólo entre un 2% y un 3% son extranjeros”. A esto añade que los minoristas suelen invertir con mucho apalancamiento, por lo que el recientemente impuesto sistema de cortocircuito en las bolsas (que suspende la sesión si las caídas superan el 7%) les ha generado una reacción de pánico. Finalmente, Li-Labbé añade que “la incertidumbre sobre el rumbo del renmimbi también explica la debilidad de la rentabilidad en lo que va de año”. 

El yuan es la clave

La analista muestra pragmatismo en lo referente a la inclusión el pasado mes de noviembre del renmimbi en la cesta de divisas con derechos especiales de giro del FMI: “Es una oportunidad muy de largo plazo. Hay muy poca deuda pública en yuanes en manos extranjeras, actualmente no hay deuda china financiada en dólares y las transacciones en remimbis son menos del 3% de las operaciones a nivel global. Si la divisa se vuelve completamente internacional, otros bancos centrales podrían comprar bonos denominados en remimbis y ayudaría a resolver el problema de la deuda, especialmente de la emitida por gobiernos locales. Asimismo, ayudaría a la consecución de las ambiciones geopolíticas de China a través de la financiación del proyecto One Belt”, detalla. 

Al mismo tiempo, Li-Labbé llama la atención sobre los desafíos que afronta China en el proceso de internacionalización de su divisa: “Implica la necesidad de abrir la cuenta de capital, aún hay muy pocos inversores extranjeros. Sin embargo, la apertura implicaría al mismo tiempo unos flujos más volátiles. Las reservas de divisas han caído desde el verano, por lo que sería muy difícil controlar estos movimientos, que también tendrían impacto sobre el sistema financiero chino”. 

De hecho, la representante de Carmignac manifiesta de forma clara su preocupación por el rumbo de las reservas de divisas chinas, otrora un tesoro y un seguro de tranquilidad tanto para el país como para los inversores internacionales: “La evolución de las reservas de divisas es preocupante. El ritmo de reducción es muy rápido, se vio un descenso de 108.000 millones de dólares en diciembre”. El otro factor de preocupación, detalla Li-Labbé, viene del hecho de que, de los 3,3 billones de dólares que se cree que asciende actualmente la reserva, se necesitan mantener constantemente para satisfacer necesidades internas 2,2 billones de dólares, que incluyen inversiones en activos como bonos corporativos. Adicionalmente, se calcula que entre 700 y 800 billones de dólares están invertidos en activos ilíquidos, por lo que la analista concluye que “las autoridades chinas posiblemente disponen sólo de entre 600.000 y 800.000 millones de dólares en reservas de divisas para defender a su moneda”. 

Este factor puede explicar, en opinión de la analista, las recientes medidas impuestas por las autoridades chinas para controlar las salidas de capital. Entre ellas figuran las restricciones al envío de divisas al extranjero o el control de las transacciones de empresas chinas para evitar que cometan fraude de divisas con exportaciones e importaciones. No obstante, Li-Labbé considera que este paquete de medidas es insuficiente: “Las autoridades chinas podrán estabilizar al renmimbi temporalmente, al menos hasta el congreso del Partido Comunista Chino de marzo. Este congreso es bastante importante”. Dicho esto, insiste en que “la depreciación del renmimbi es una tendencia del largo plazo”. “El gobierno chino puede sorprender a los mercados con medidas inesperadas, pero a mí no me sorprendería que la moneda se depreciara entre un 8% y el 10% este año”, matiza. 

¿Hard landing o soft landing?

“Existe la posibilidad de que China no protagonice un hard landing este año, pero va a depender de cómo se gestione la transición económica”, declara Li-Labbé. Ésta recuerda que “la transición económica está en marcha: dentro de la estructura de la economía, la parte de servicios ya está cerca del 50% y la parte industrial ya es inferior al 40%. El Gobierno chino está muy centrado en hacer que se consiga esta transición y es un mensaje importante”. Además, considera que – amén del compromiso de las autoridades-, también son grandes factores de apoyo para el incremento de los servicios la elevada tasa de ahorro de las familias (superior al 40% sobre el PIB) y  la estructura demográfica de China, donde se observan signos de envejecimiento como consecuencia de la aplicación durante años de la política de natalidad del Hijo Único.  “Se trata de conseguir un crecimiento  de mayor calidad, con menos sobrecapacidad y menor riesgo de burbuja que en el pasado. China está centrándose de momento en el recorte sobre la capacidad”, reflexiona la analista. 

Sobre la marcha de las reformas estructurales, Li-Labbé se muestra crítica con uno de los últimos grandes anuncios del régimen chino: “La reforma de las empresas estatales ha sido decepcionante. El Gobierno quiere hacer que sean más grandes y fuertes y eso no es bueno para el sector privado. Además, quieren enfatizar el rol del Partido Comunista de China (PCCh), pero al mismo tiempo se han recortado los salarios de los directivos de esas empresas, y eso no les va a motivar. Las compañías estatales chinas necesitan ganar cuota de mercado fuera de China, y tras la reforma no se ha visto”. Sin embargo, la experta cree que esta situación puede cambiar: “En algún momento el PCCh tendrá que ceder algo de poder, porque se necesitan equipos directivos profesionales”. 

Respecto a la aprobación del próximo Plan Quinquenal, la analista indica que los tres ejes que seguirá – tal y como han adelantado las autoridades- son la reducción del crecimiento pero que éste sea de mayor calidad, los beneficios sociales y el incremento del valor añadido en el segmento industrial. “Las autoridades chinas quieren mejorar los segmentos de tecnología, energía nuclear, automoción, defensa y transporte. Tenemos la impresión de que China quiere ser tecnológicamente independiente de Occidente y Japón”.