Caballo viejo

¿Incompatibilidad entre activos de riesgo y el periodo de retiro?
 
Dado que la expectativa de crecimiento de la economía mundial para la siguiente década es bastante discreta, es de esperarse que las tasas de interés en EE.UU., que es el país receptor de buena parte de los excedentes de los inversionistas globales, se mantengan bajas, por lo que concebir un fondo de retiro como una colección de venerables bonos AAA, es un lujo que podrán darse sólo los muy ricos.
 
Esta realidad obliga a los que se acercan o recién comienzan su periodo de retiro, a considerar la incorporación de acciones y bonos de alto rendimiento, los comúnmente llamados bonos basura, como parte de su portafolio de inversión, lo cual debe hacerse con mucho sentido común.
 
En el caso de las acciones hay que preferir negocios con conceptos probados y de gran tradición como pueden ser los líderes en el área de bebidas, alimentos y cuidado personal comprados a través de ETFs y fondos mutuales, y nunca como títulos individuales, para beneficiarse de la diversificación.
 
En el caso de los bonos de alto rendimiento aquellos que se acercan a la frontera de grado de inversión, es decir aquellos bonos basura que no son tan basura. 
 
Debe evitarse conceptos exóticos, por ejemplo, por muy excitantes que sean los mercados emergentes, y por mucha fe que tengamos en el crecimiento de la clase media en China y otros temas por el estilo, la verdad es que el camino hacia “el venerable primer mundo” está lleno de volatilidad que se reflejará en abruptas subidas y bajadas de los índices bursátiles de esos países. Es prudente tomar con un grano de sal aquellas noticias sobre naciones que en un momento dado son llamadas por la prensa especializada “el nuevo milagro económico”, “el líder de la próxima década” o títulos que se le parezcan. Desde Paul Krugman hasta Nouriel Roubini coinciden en que en los países emergentes hay una serie de ajustes institucionales pendientes, que tarde o temprano habrá que enfrentar y que les costará dinero a los inversionistas.
 
Evitar los juicios apriorísticos
 
La realidad es dinámica y las percepciones formadas en el pasado tienden a perder validez. Cada momento histórico tiene sus propias características económicas y parte de la habilidad de quien planifica para el retiro, y de quienes le asesoran, es entender ese componente único que a cada generación le toca vivir, por lo que dar valoraciones excesivas a temas que funcionaron muy bien en el pasado, como la conveniencia de comprar oro, o el poseer inmuebles como generadores de renta nos puede conducir a dejar atrapado capital en negocios sin sentido.
 
Así mismo, hay que pensar de manera flexible ya que el flujo de caja no tiene que venir exclusivamente de dividendos e intereses. Es legítimo en algunos momentos, tomar ganancias de capital y consumir parte del mismo, lo que sería prudente hacer luego de un buen año de crecimiento bursátil, como el vivido en EE.UU. en el 2013 (28% de alza).
 
Por supuesto, que liquidar activos obliga a pasar por el ejercicio previo de chequear impactos impositivos, y de verificar el hecho de si existe o no el peligro de que sobrevivamos a nuestro fondo de retiro.
 
La administración del fondo de retiro como nuevo oficio
 
Si bien la tenencia de un fondo de retiro obliga estar al tanto de su desempeño y otros temas afines, hay que tener la fuerza de voluntad para no hacer de este el receptáculo de nuestras ansiedades y comenzar a hacer transacciones que respondan más a nuestros temores o aburrimiento que a realidades objetivas. La supervisión de un fondo de retiro no está llamada a sustituir las conexiones emocionales que los retirados poseían con sus actividades laborales previas.
 
El éxito de una estrategia financiera del retiro consiste, por encima de todas las cosas, en poseer los títulos financieros de los que y con los que somos capaces de vivir, porque al fin y al cabo después de esta vida no hay otra oportunidad.