Bonos verdes, la nueva herramienta para compensar los riesgos medioambientales en la cartera

planet
StockMonkeys

En 2012, se vendieron 3.000 millones dólares en bonos ‘verdes’. En 2013, 10.000 millones. Y en los primeros seis meses de 2014, la cifra ya roza los 20.000 millones de dólares. Está claro que el producto genera interés pero, ¿qué son, exactamente, los bonos verdes? Como explica The Economist en un reciente artículo, se trata de un tipo de instrumento financiero relativamente nuevo que vincula la emisión de un bono a inversiones beneficiosas para el medioambiente como, por ejemplo, la construcción de un parque eólico o de fábricas menos contaminantes.

Según los datos de la firma de análisis Climate Bonds Initiative, todos los bonos verdes son grado de inversión, en muchos casos la demanda duplica o incluso triplica la oferta y, de las emisiones realizadas en 2014, la mitad han sido corporativas, todo un cambio con respecto al año pasado, cuando la mayoría de los bonos verdes fueron emitidos por agencias internacionales como el Banco Mundial. Como señala Philippe Zaouati, consejero delegado de Mirova, la filial de Natixis Global Asset Management especializada en inversión socialmente responsable (ISR), “últimamente se ha producido un cambio radical en el tipo de emisores y compradores de bonos verdes”.

Zaouati destaca como un acontecimiento clave para el mercado la emisión realizada por Electricité de France a finales de 2013, que animó a otras ‘blue chips’, como Unilever o Toyota, a emitir sus propios bonos verdes. “Pero no solo existe ahora una mayor diversidad en cuanto a los emisores, sino que también hay disponibles un abanico más amplio de calificaciones crediticias y divisas”, sin olvidar que “la tendencia hacia emisiones más grandes está mejorando la liquidez”, comenta el experto. En España de momento solo Iberdrola se ha sumado a esta tendencia y colocaba en abril de este año bonos verdes por valor de 750 millones de euros.

Impulso institucional y estandarización

Pero, ¿de dónde surge este interés por los bonos verdes? Como en muchos otros casos, la demanda ha venido de los grandes inversores institucionales, cada vez más preocupados por compensar los riesgos medioambientales en sus carteras. The Economist señala que el fondo público de pensiones de Suecia fue uno de los primeros en invertir en este tipo de bonos pero ya son más de 250 los institucionales que han comprado al menos un bono verde. Entre ellos, Zurich Insurance, que el pasado mes de noviembre hizo pública la inversión de 1.000 millones de dólares en bonos verdes para la cartera que gestiona BlackRock.

Hace un par de semanas, Barclays y MSCI anunciaron el próximo lanzamiento del primer índice de bonos verdes, una iniciativa que podría contribuir a la estandarización de estos productos. Porque ese es uno de los problemas que presenta ahora mismo el mercado: ¿qué hace falta para que un bono pueda ser considerado ‘verde’? El Banco Mundial, hasta hace poco el principal emisor mundial, ha propuesto una serie de criterios que definen el tipo de proyectos en los que pueden invertir los bonos verdes y establecen sistemas de información y cumplimiento y, a principios de año, 13 bancos acordaron un conjunto de principios que han suscrito 49 instituciones.

Zaouati cree que cualquier iniciativa que fomente la transparencia en el mercado de bonos verdes es bienvenida pero señala que “un marco de referencia no es más que eso, una guía” y aboga por que los inversores “no solo suscriban estos instrumentos sino que, además, contribuyan activamente al desarrollo de este mercado. En Mirova, estamos convencidos de que la clave para el éxito y la integridad del mercado es que los inversores se conviertan en garantes activos de lo que constituye un bono ‘verde’ y que evalúen el verdadero impacto de su inversión”.