Bonos sociales, abriéndose camino tras los bonos verdes

Ana Gasca (NN IP)
Cedida por NN IP

TRIBUNA de Ana Gasca, directora general de NN IP para Iberia. Comentario patrocinado por NN Investment Partners.

El mercado de bonos sociales guarda estrecha relación con la evolución del mercado de bonos verdes. Ambos responden a una mayor sensibilización sobre el impacto de la actividad humana en la sociedad o en el medio ambiente y a la mayor importancia que otorgan los inversores a que una mayor sostenibilidad al asignar la riqueza no vaya en detrimento de la rentabilidad.

En los últimos años el volumen de emisión de bonos verdes no ha dejado de crecer con fuerza en los segmentos corporativo y soberano, ascendiendo a 460.000 millones de euros(1) en septiembre de 2019. El mercado de bonos sociales, por su parte, ha crecido a un ritmo mucho más lento y en no pequeña medida a golpe de iniciativas oficiales, alcanzando apenas los 29.000 millones de euros(2).

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La razón principal por la que es improbable que esta brecha en la emisión se reduzca en el futuro inmediato es que las empresas tienden a concentrarse en sus actividades principales, que ofrecen más oportunidades de abordar el cambio climático. Los gobiernos, en cambio, han de armonizar su contribución a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, que se encaminan a reducir la pobreza, proteger el planeta y garantizar la paz y la prosperidad de las personas en todo el mundo y, en virtud de su responsabilidad fundamental en el desarrollo económico y social, las medidas que adopten al respecto han de mantener una perspectiva más equilibrada.

El mayor atractivo de los bonos verdes tanto para inversores como para emisores reside en que los proyectos que financian suelen ser más concretos y, su impacto, más fácil de medir (en términos de emisiones de CO₂, residuos, agua…). En cambio, los factores sociales son menos tangibles y, a menudo, más cualitativos. También aquí, sin embargo, las cosas están cambiando según mejoran las exigencias de transparencia y los requisitos de comunicación de información. La convicción que albergamos es que la importante función desempeñada por el mercado de bonos sociales en la promoción de la prosperidad económica de una sociedad solo puede ir a más.

Los bonos sociales se centran en inversiones en bienestar social para una población objetivo bien identificada (colectivos de personas en situaciones de pobreza, vulnerabilidad o desempleo). Los proyectos que financian están relacionados con unas infraestructuras básicas asequibles, el acceso a servicios esenciales, la generación de empleo y la seguridad alimentaria, así como con el avance y el empoderamiento socioeconómicos. Ahora bien, en la medida en que ciertos aspectos del cambio climático también contribuyen al desarrollo económico y social, el vínculo entre los bonos sociales y los verdes a menudo puede ser muy estrecho. Así sucede, por ejemplo, con los ODS 11, que se proponen lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resistentes y sostenibles: si bien el énfasis recae en factores ecológicos, entrañan también no pocos beneficios para la sociedad.

Los bonos sociales y verdes utilizan taxonomías similares, debiendo satisfacer sus emisores unos criterios de idoneidad relevantes que garanticen su adecuación a los intereses de los inversores. Las pautas más seguidas son los Green Bond Principles, que rigen la selección y la evaluación de los proyectos, el empleo y la gestión de los recursos, y la calidad de los informes. Aun cuando su cumplimiento es voluntario, incluyen recomendaciones esenciales en materia de transparencia y difusión de información, y precisan el enfoque para la emisión de bonos sociales.

Tanto los bonos sociales como los verdes comparten características financieras (de estructuración, riesgo y rentabilidad) con los bonos tradicionales. Como estos, pueden también diferir en calidad crediticia y plazos de vencimiento y, con ello, en la gama de tipos de interés que ofrecen. Y como su garantía tiende a ser la misma que la de los bonos convencionales, en términos de rendimientos y rentabilidad esperada son comparables a los bonos convencionales del mismo emisor. Esta clase de emisiones, por su impacto en la sociedad y en el medio ambiente sin renunciar a rentabilidad, ganarán popularidad al seguir ampliándose el mercado y la demanda de inversiones sostenibles.

En el fondo NN (L) Green Bonds, lanzado en 2016, determinamos el universo de inversión basándonos en los Green Bond Principles, pero consideramos fundamental hacer nuestros propios deberes y evaluar tanto al bono como al emisor por sus méritos.

Se trata del primer fondo de bonos verdes que ha recibido la etiqueta GREENFIN de Novethic que avala que todas las inversiones son realmente verdes. Ha sido el fondo de esta clase con mejor rendimiento en los últimos años y se ha convertido en uno de los mayores fondos verdes de renta fija del mercado. Debido a su tamaño actual de más de 1.063 millones de euros, el fondo ahorra al año 547,505 toneladas de CO2.


Notas y fuentes
(1) y (2): saldo vivo, Bloomberg, septiembre de 2019.