Bono español: un cordero con piel de lobo

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Cedida por EFPA

Más de uno de nosotros recordará haber oído en boca de nuestros abuelos palabras como la seguridad, la estabilidad, la garantía y buena rentabilidad cuando nos hablaban de comprar Bonos del Estado. Cuando el día 30 de mayo de este año la prima de riesgo del bono a 10 años español sobre su homólogo alemán se situó en los 540 puntos y colocó su rentabilidad sobre el 6,70%, ese “cordero” manso y tranquilo con que se conocía a los Bonos del Estado, se estaba convirtiendo en el más feroz de los lobos.

La renta fija, con su elevada complejidad y opacidad que la caracterizan, siempre ha sido un mercado muy sabio por la gran cantidad de agentes institucionales que en él operan. Por ello, cuando se rozaban los niveles anteriormente citados, añadido a la preocupante tendencia previa, estaba indicando sencillamente que algo tenía que suceder con el bono español y, por conexión, con algún elemento de la economía española.

La volatilidad y ferocidad extrema en el comportamiento del bono español es un muy buen ejemplo de que la economía global y, especialmente, el mercado de renta fija mundial están cambiando. En el futuro próximo, los inversores en renta fija deberán buscar más opciones dentro de este amplísimo mercado. Países como la India, Corea del Sur, Turquía o Brasil tienen fuertes potenciales de crecimiento de sus economías, una muy contenida deuda sobre sus PIB y unos bajos déficit presupuestarios y por cuenta corriente. Muy posiblemente, estos países emergentes y otros más tomarán mayor protagonismo en los próximos años en la emisión de bonos.

Los países desarollados deberán hacer sus deberes buscando vías para crecer y reducir también sus elevados volúmenes de deuda para así ganarse nuevamente, algunos de ellos, la confianza de los inversores. Los casos de Grecia, Italia, Irlanda o Portugal, con deudas sobre el PIB en el 2011 del 144,9%, 120,1%, 108,2% y del 107,8%, respectivamente, son los que más deberán trabajar para conseguirlo.

Restaurar la credibilidad

El caso de España, con un nivel de deuda sobre su PIB del 68,5%, esto es bastante por debajo de los países europeos anteriormente citados e incluso del de Alemania (81,20%) y Francia (85,8%), tendrá que abordar materias más delicadas, como el elevado paro y la generación de crecimiento más allá del ladrillo. Sólo de esta forma se puede restaurar su imagen de credibilidad en unos mercados de bonos que hoy miran con lupa a quién prestan el dinero y su capacidad de retorno.

Con la reciente noticia de la llamada “línea de financiación para la banca” o “rescate light” o como se quiera llamar, se espera que el bono español cotize a unos niveles de rentabilidad menores, reduciéndose así la famosa prima de riesgo. Las últimas subastas del Tesoro se han cubierto sin excesivos problemas pero, eso sí, a unos costes de financiación difícilmente sostenibles a largo plazo para cualquier gobierno y muy lejos de lo que la calidad y prestigio que un título de este calibre merece.

Es decir, aunque en algún momento puntual del futuro ese “cordero” llamado Bono del Estado vuelva a balar en tonos por encima de la media histórica, esperamos que no vuelva nunca más a los niveles recientemente vistos y se comporte como lo que siempre debería de haber sido: un cordero... con piel de cordero.