Bill Gross: Occidente ha de competir con los emergentes porque si no "seguiremos viviendo en Allentown"

“Todos somos de Allentown ahora”, dice Bill Gross en el último artículo de su blog, una localidad en Pennsylvania convertida en sinónimo de desempleo por una canción de Billy Joel. El gurú y director de gestión de Pimco considera que la economía global sufre de una gran falta de demanda agregada y que, así las cosas, las naciones “compiten furiosamente por su porción del pastel global de un crecimiento en disminución”. En este ambiente, el mundo desarrollado, y sobre todo EEUU ha de aumentar su competividad por dos posibles vías: la fabricación de más y mejores bienes o, una opción menos deseable pero más factible, la introducción de barreras y devaluación de las divisas.

Según Gross, los consumidores no compran lo suficiente y las compañías no contratan a los trabajadores necesarios. “El crecimiento cae, sobre todo en los países desarrollados”, y las empresas cierran. “Estamos siendo testigos de las repercusiones en todo el continente europeo y en menor grado en EEUU”, comenta. Sin embargo, en los países en desarrollo hay un rápido crecimiento y los consumidores quieren comprar, pero su tamaño no basta para impulsar a las economías de Europa, Japón y EEUU. “Sus políticas están enfocadas hacia la exportación hacia los países desarrollados en vez de al consumo interno", lo que provoca, según Gross, un fuerte gap en la demanda mundial. “China es una locomotora, pero no puede empujar la economía global sólo mediante las exportaciones. Necesita desarrollar muchos más de sus propios centros comerciales, algo que llevará años, si no décadas”, afirma.

En este escenario, los países desarrollados, y sobre todo EEUU, deben competir con el mundo emergente a la manera tradicional, es decir, “empezando a elaborar bienes y dejando de imprimir dinero”, como primera ruta de ganar competitividad. “Los políticos se centran en los impuestos o en la salud cuando lo más urgente es la falta de demanda global y la necesidad de impulsar la competitividad. La solución no consiste en extender los impuestos o incentivar los pequeños negocios para impulsar la ocntratación, o en caso de Europa, dar fondos de emergencia, pues esas políticas sólo impulsan el consumo de forma temporal sin solucionar el problema fundamental: el crecimiento del trabajo está yendo a las economías emergentes porque son más competitivas”, afirma.

La segunda ruta requiere medidas políticas y financieras, “barreras comerciales y migratorias, devaluación de la divisa y dominación militar de los productores mundiales del petróleo”, afirma, una vía “menos preferible pero desafortunadamente la única que es más fácil, y por tando, más factible desde el punto de vista político. “Probablemente continuaremos por esta vía de devaluación y de poner énfasis en las barreras, en vez de elaborar políticas constructivas para hacer a EEUU más competitivo”, comenta.

Si eso ocurre, dice Gross, los inversores han de reconocer que las medidas se toman por su propio bien pues, a menos que el mundo occidental aprenda a competir de la forma tradicional, con la producción de más y mejores bienes, el dinero continuará fluyendo hacia el mundo en desarrollo, tanto a sus activos como a sus divisas. “Mientras tando, nuestro desempleado seguirá rellenando formularios y haciendo colas. Vivimos aquí en Allentown”, apostilla Gross, citando la canción de Billy Joel.