“Aún quedan meses o incluso años para gozar de la deuda corporativa”

Kamil Molendys, Unsplash

Tras el excelente comportamiento del crédito corporativo el año pasado, muchos inversores se preguntan si aún queda margen o es demasiado tarde para participar en una excelente racha que dura ya 15 meses. Para Lisa Coleman, responsable de crédito con grado de inversión de JP Morgan AM, “el clima sigue siendo soleado” en estos activos, pues los mercados alcistas de deuda pueden alargarse varios años. “La duración media histórica es de 39 meses y nosotros creemos que aún hay espacio de mejora y tiempo para que los diferenciales se estrechen aún más, pues la historia siempre se repite y no se puede ir contra ella”, asegura. De ahí su recomendación de mantener la exposición y evitar huidas precipitadas. Además, y desde un punto de vista global, aún hay anomalías a aprovechar y atractivas valoraciones que pueden identificarse (utilizando criterios fundamentales, técnicos y de valoraciones), así como oportunidades en la categoría BB que pueden pasar en breve al universo de grado de inversión. La deuda senior de los bancos estadounidenses es su apuesta favorita.

Siguiendo las enseñanzas del pasado, Coleman explica que las subidas de tipos por parte de los bancos centrales, una de las amenazas futuras para estos activos, no están correlacionadas con su evolución. “No sería la primera vez que las autoridades restringen la política monetaria con un impacto mínimo en deuda corporativa, por lo que aún quedan meses, o incluso años, para gozar de estos activos”. El flujo desde los fondos monetarios y la entrada de inversores como fondos de pensiones son otros de los catalizadores, así como los reajustes de las empresas entre activos y pasivos, que tienen gran impacto en el mercado. “Estamos en una fase con un riesgo de crédito idiosincrático”, asegura.

Apoyo fundamental, técnico y en las valoraciones

Y es que los fundamentales son muy positivos, gracias al esfuerzo de las compañías por mejorar su salud financiera, frente a los fuertes déficits de los gobiernos, por lo que las oportunidades de crédito están ahora en los bonos corporativos frente a la deuda pública. “El aumento de cash flow se está traduciendo sólo levemente en reparto de dividendos, programas de recompra de acciones o fusiones y adquisiciones, una señal muy positiva que se mantendrá a lo largo de 2010”, explica Coleman.

El lado técnico también acompaña, tanto por el lado de la oferta como por el de la demanda, especialmente en el mercado estadounidense. “La oferta es plana en EEUU, un factor que, en combinación con una poderosa demanda y a un mayor potencial de compras extranjeras, ofrece unas perspectivas muy positivas”, más que en Europa, que cuenta con un mayor riesgo en la deuda gubernamental y una mayor oferta mayor debido a la peor forma de las empresas. “Por fundamentales y valoraciones es más favorable mercado estadounidense”, afirma.

Bancos estadounidenses frente a los europeos

Desde JP Morgan AM sobreponderan el sector financiero estadounidense, si bien son oportunistas jugando con el riesgo de bancos europeos, que puede ofrecer puntuales oportunidades a buen precio. De hecho, y pese a la incertidumbre regulatoria, los bancos de EEUU cuentan con factores a favor como su transparencia, consolidación, la fortaleza de los flujos de depósitos y un menor riesgo en sus balances, al lograr quitarse de encima deuda de peor calidad. “Su salud financiera, niveles de capital y están mucho más adelantados que los europeos en el proceso de acuerdos con los consumidores y las firmas inmobiliarias, lo que hace que no necesiten emitir deuda, una cuestión clave que da margen de reducción de diferenciales y que normalmente es más frecuente en las entidades más grandes”, si bien Coleman reconoce que también cuenta con instituciones financieras más modestas como firmas de tarjetas de crédito, excluyendo las regionales.

Frente a ellos, los bancos europeos son más problemáticos debido a que necesitan emitir más deuda y cuentan con el riesgo añadido de problemas en la deuda soberana de ciertos países que incrementa la volatilidad en los diferenciales. “Están trabajando para resolver el problema de impagos y mejorando su capital, pero la relación entre préstamos y depósitos es peor que la estadounidense y tienen ante sí el reto de cumplir los requerimientos de provisiones de liquidez que imponga Basilea III, lo que obligará a un exceso de financiación que subyace como riesgo sobre su deuda senior”, comenta Coleman.

Para la experta en crédito con grado de inversión, y debido a que a veces las agencias de calificación van con retraso en relación a la evolución del mercado, habrá que estar muy atentos a empresas con rating BB (justo por debajo de grado de inversión) que pueden pasar a formar parte del universo de grado de inversión por su solidez, especialmente en EEUU y Europa, y cuyos diferenciales tienen mayor capacidad de comprimirse que los BBB.

Coleman recomienda asimismo evitar la deuda Tier 1, debido a su alta volatilidad que hace preferible, en el caso de estar expuesto a ese riesgo, invertir en deuda high yield. En cuanto a la duración, asegura que le gusta la total, gracias a su mayor flexibilidad. “Me gusta utilizar la forma de las curvas, los diferentes vencimientos… y me gusta hacerlo de forma global más que en una sola divisa”, asegura.

Además de los bancos, otros sectores en los que Coleman ve valor son el industrial o algunas áreas selectivas de consumo no cíclico. Sin embargo, también reconoce que, tras el impulso del año pasado, hay sectores con diferenciales muy estrechos, como las tecnológicas estadounidenses.