Asesoramiento: dos lecciones de los inversores institucionales sobre cómo invertir en periodos volátiles

libroygafasdeJosusache

 Los inversores anglosajones suelen utilizar la expresión “smart money” (dinero inteligente) para referirse a los movimientos que efectúan los inversores institucionales, colectivo entre los que figuran muchos de los inversores más sofisticados del mundo. Un selecto grupo de elegidos, capaces de generar retornos en prácticamente cualquier entorno de mercado. David Goodsell, director ejecutivo del centro de análisis de Carteras Duraderas de Natixis Global AM, extrae de las decisiones de los institucionales dos importantes lecciones para que apliquen el resto de inversores, especialmente en momentos turbulentos del mercado: “La diferencia clave es que muchos de los que toman decisiones para inversores institucionales, que son responsables de la gestión de miles de millones en activos, entienden que la asignación de activos supone esperar lo mejor, pero prepararse para lo peor”, adelanta el experto.

Orientarse hacia el mejor escenario posible…

Goodsell detalla que, en octubre de 2015, desde Natixis Global AM se pidió a 660 profesionales clave en la toma de decisiones sobre dinero institucional que dieran sus estimaciones sobre cuál sería la clase de activo con mejor comportamiento para el año siguiente. La respuesta mayoritaria apuntó hacia la renta variable: un 42% de encuestados apostó por la renta variable global, seguidos por un 33% que señaló a la renta variable estadounidense y un 25% que apuntó hacia la renta variable emergente. Además, un 20% identificó al private equity como el activo más rentable en 2016. Sin embargo, los profesionales encuestados declararon estar invertidos de forma diversificada en todo el universo, es decir, aunque considerasen que un segmento en particular de la renta variable se portaría mejor, invirtieron en muchos de los nichos que ofrece esta clase de activo.

Sin embargo, lo que Goodsell encuentra más sorprendente fue la apuesta por la renta variable tan sólo unas semanas después de que los mercados se desplomaran en agosto, ante el temor de que China ejecutase un hard landing. No obstante, cree que una explicación podría ser que, a pesar del repunte de la volatilidad, los institucionales pensaban en octubre que la renta variable seguía ofreciendo unos retornos mejores que los de los bonos.

“Basándonos en su creencia sobre la renta variable de finales de año, es fácil asumir que la estrategia institucional para 2016 haya sido torpedeada. Pero también podría parecer que la estrategia institucional ya tenía en cuenta este tiempo de contingencia”, observa Goodsell.

… pero sin bajar la guardia

La razón por la que Goodsell cree que los institucionales tienen un plan B tiene que ver con otro apartado de la encuesta impulsada por Natixis Global AM, en la que se preguntaba a los inversores por sus decisiones de compra y asignación de capital en 2016. Un 48% afirmó que incrementaría su asignación a renta variable, en coherencia con la opinión mayoritaria de que esta clase de activo sería la más rentable este año. Pero, curiosamente, un 50% afirmó que aumentaría su inversión en private equity, y un 46% afirmó que incrementará la exposición a deuda privada.

“Al ser organizaciones cuyo objetivo primario es generar los mejores retornos ajustados al riesgo, las instituciones ven muchas razones para considerar las estrategias alternativas: diversificación (65%), generación de alfa (51%) y amortiguación del riesgo (50%)”, explica el experto en Carteras Duraderas. Éste termina su análisis con una observación: “Al final, los objetivos para los que toman decisiones sobre dinero institucional, que son responsables de la gestión de miles de millones de dólares en activos, no son tan diferentes de los asesores y clientes de todo el mundo: hacer crecer el patrimonio, sin tomar un nivel de riesgo innecesario”.