Andy Warhol es el rey

Sí, Warhol reina en el mercado del arte. Es el gran moneymaker. Durante el año pasado facturó un total de 313 millones de dólares; o, lo que es lo mismo, el 17% de todas las ventas de arte contemporáneo llevaban su firma. Incluso en tiempos de crisis, una sola obra -Eight Elvises- alcanzó la mítica barrera de los 100 millones. Cómo disfrutaría Andy de fama y dólares…

 

Aunque no sé cómo se tomaría el anuncio de disolución del Board of Authentication de la Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, la fundación creada conforme a su voluntad tras su muerte repentina en 1978.

 

El Board of Authentication ha tenido la tarea de discernir si una obra es auténtica o una falsificación. Es decir, si vale millones o no vale nada-de-nada.

 

No es pues de extrañar que el board haya tomado, en sus 16 años de existencia, decisiones que han sido muy controvertidas. Y, en consecuencia, haya tenido que lidiar en los tribunales con propietarios de obras que han tachado de falsas. De hecho, se esgrime esta razón para su disolución: “[en la Fundación] no podemos seguir destinando 7 millones de dólares al año en abogados”.

 

La ingente producción de Warhol y su estilo nada ortodoxo de creación artística han contribuido al caos en el que vive parte de su obra. En los sesenta, el estudio de Warhol se llama significativamente the Factory –la fábrica- y en él se rodea de asistentes –art workers- empleados en producir su arte en serie. En sus obras intervinieron, por lo tanto, varias manos. Y muchas veces el artista se mantuvo totalmente al margen del proceso productivo. Warhol era el genio inspirador y eso le bastaba para legitimar como suya una obra y darle su paternidad. Le bastaba con estampar la firma.

 

Pero este rasgo tan característico en Warhol parece no haber sido respetado por el board que, asombrosamente, ha rechazado como obra original algunas de aquéllas obras firmadas por Warhol y aceptadas hasta entonces como auténticas. Y, al contrario, ha autentificado obras más que dudosas.

 

Por todo esto el board ha sido considerado por los expertos como un caso excepcional de despotismo. Ha actuado con secretismo y no ha considerado necesario dar explicaciones sobre por qué, o por qué no, una obra ha sido autentificada. Incluso, antes de abordar cualquier obra, el solicitante debía firmar un documento en el que se comprometía, entre otras cosas, a no cuestionar su veredicto en los tribunales. Y si consideraban que una obra era falsa le estampaban un “denied”, denegado (como pueden ver en la foto). Es decir, convertían la obra en invendible o nada-de-nada.

 

Por cierto, ¿se acuerdan de la Perla Peregrina? Hablamos de ella no hace mucho cuando le dimos nuestro adiós a la más bella Cleopatra. La más valiosa pieza de la colección de joyas de Liz Taylor ha sido subastada en Christie´s superando todas las expectativas. Pero hablaremos de ello en otra ocasión.

 

Aprovecho para desearles unas Felices Fiestas. Y, por qué no, un Warhol auténtico y perlas.