Algunos falsos mitos sobre el papel de Japón en un escenario de guerra comercial

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Foto: Drew Graham on Unsplash

Redoblan los tambores de guerra comercial, después de que China haya respondido a EE.UU. con aranceles del 25% sobre 659 productos estadounidenses, con un impacto estimado de 50.000 millones de dólares. Ambos países son los principales socios comerciales de Japón, que a su vez es una gran nación exportadora, por lo que podría verse tocada por el fuego amigo. Ahora bien, ¿es esta tesis correcta?

Sam Perry, gestor de Pictet AM al cargo del Pictet-Japanese Equity Opportunities (calificado como Blockbuster Funds People) afirma rotundamente que “el riesgo de guerra comercial es real”. “La administración Trump parece decidida a intentar de nuevo las disputas comerciales de los años 80. El mismo Trump, a pesar de todo, parece dispuesto en gran medida a crear disputas para luego resolverlas con un mínimo coste, incluso para tratar de conseguir titulares”, añade.  

“En un escenario de guerra comercial, Japón es una economía abierta, por lo que podría verse afectada, mientras que EE.UU. es una economía cada vez más cerrada”, comentan desde Goldman Sachs AM Ichiro Kosuge y Peter Townshend. Kosuge gestiona el Goldman Sachs Japan Equity Portfolio (calificado como Blockbuster Funds People), mientras que Townshend es client portfolio manager.

“Aunque la disputa actual entre ambos países no ha sido clasificada oficialmente como una guerra comercial, la amenaza es real”, opinan desde Schroders. También alertan de que “muchos países y empresas de fuera de EE.UU. y China podrían estar expuestas, por la interconexión de la oferta y las cadenas de ingresos, poniendo potencialmente en riesgo el crecimiento económico global”. Según Craig Botham, economista de la firma, el impacto negativo podría recaer sobre algunos países emergentes, incluyendo China: “El daño inmediato se centra primordialmente en Asia emergente, mientras que economías relativamente cerradas como Brasil e India podrían estar más aisladas”.

La posición más cauta es la de Invesco: “Aunque estamos vigilando cuidadosamente las repercusiones de un berrinche comercial de EE.UU. tanto para Japón como a nivel internacional, nuestro escenario central sigue siendo constructivo. Continuamos esperando que las dos décadas de deflación lleguen a su final, lo que es una de las raíces de los problemas estructurales de Japón, y que la economía regrese al camino correcto, de crecimiento sostenido”. El equipo de renta variable nipona de la entidad gestiona los fondos Invesco Japanese Equity Advantage Fund e Invesco Japanese Value Equity Fund, ambos Consistentes Funds People.

Revisando el mito 

“La realidad es que la economía japonesa no tiene un componente tan fuerte de exportación”, afirma el gestor de Pictet, que indica que la tasa nipona es del 15% sobre el PIB nipón, similar a la estadounidense (la española está en torno al 30%). “Sin embargo, ha habido un largo período de lento crecimiento de Japón, en parte debido a una población en declive y en este tiempo su sector exterior ha sido un importante impulsor de crecimiento y EEUU destino de sus exportaciones”, aclara.

Éste añade que “Japón ya tiene experiencia en tratar con administraciones estadounidenses que no están a favor del libre comercio”. Se refiere a cuando Honda abrió en 1982 de la primera fábrica extranjera de automóviles en EE.UU., en un contexto de cuotas a la importación de automóviles japoneses. “Esta experiencia y la volatilidad del yen/dólar ha incitado a muchas compañías japonesas con exposición a EEUU a tener allí gran parte de su capacidad de fabricación, lo más cerca posible de su base de clientes”, indica el gestor, por lo que concluye que hoy “el impacto puede ser bastante menor de lo que podría haber sido hace diez años, aunque claramente negativo”.

Nathan Gibbs, responsable de producto de renta variable japonesa de Schroders, explica que, a raíz de este proceso de deslocalización, “la dependencia de las exportaciones de la economía y la sensibilidad a los movimientos de la divisa se han reducido en cierto modo, aunque no siempre se refleje en el sentimiento de las bolsas”. Tres fondos de renta variable nipona de Schroders ostentan el Sello Funds People: el Schroder ISF Japanese Opportunities, el Schroder ISF Japanese Equity (ambos calificados como Blockbuster Funds People) y el Schroder ISF Japanese Smaller Companies (Consistentes Funds People).  

Sectores afectados

“En el corto plazo, los exportadores podrían sufrir el impacto de una caída potencial de las exportaciones a EE.UU. y China. Dicho esto, desde una perspectiva de largo plazo, creemos que serán capaces de volver al camino adecuado, apoyados por la estrategia deliberada de las empresas niponas de aumentar sus esfuerzos para mejorar beneficios y rentabilidad de los últimos años, combinado con el progreso continuo de la reforma sobre el gobierno corporativo desde 2014”, opinan desde Invesco.

“Las compañías de automóviles y repuestos están en riesgo obvio. Sin embargo, sus precios son extremadamente baratos y además cualquier impacto arancelario afectaría también a los fabricantes de automóviles estadounidenses”, explica el experto de Pictet AM.  

El representante de Schroders también apunta a este sector nipón: “Los aranceles a los automóviles claramente tienen más potencial para alterar Japón que aquellos anunciados hasta el momento sobre el acero y el aluminio. La cadena de valor de los automóviles se ha vuelto muy complicada, y cualquier decisión rápida desde EE.UU. podría tener fácilmente consecuencias inesperadas sobre todos los productores globales”.

El equipo de renta variable nipona de Goldman Sachs AM lleva bajista en el sector automovilístico desde hace 18 meses, por dos motivos. “En el corto plazo, existe un argumento cíclico: las ventas se han recuperado a lo largo de los últimos diez años, después del fuerte shock visto en 2008, y actualmente están cerca de máximos históricos. Calculamos un crecimiento de sólo el 2-3% de aquí en adelante”. En el largo plazo, predicen que se producirá “la reversión del proceso de deslocalización de las plantas de producción, de vuelta a los países originales”. A estos argumentos añaden los cambios estructurales que está viviendo el sector, no sólo en Japón, debido a la transición de los coches de motor a coches eléctricos. “Actualmente, el número de componentes de un coche eléctrico es un tercio de los que tiene el coche tradicional”, explican. “Si eres un gestor activo, puedes evitar los sectores que puedan verse afectados por una guerra comercial, y seleccionar aquellos que no se vean perjudicados”, reflexionan los representantes de Goldman Sachs AM a modo de conclusión final.