Smart beta: más allá de la capitalización bursátil

Diego_Mendoza
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Análisis de Diego Mendoza, Analista de Afi inversiones financieras globales.

La gestión de carteras se enfrenta a un escenario complejo. Por una parte, tras años en niveles reducidos, la recuperación esperada de la inflación hacia niveles del 1,5% - 2,0% lastrará las rentabilidades reales de los activos financieros. Por otra, nos encontramos aún en un contexto en el que la liquidez y los activos monetarios no ofrecen rentabilidad. Se hace necesario, por tanto, asumir riesgos para incrementar la expectativa de rentabilidad de las carteras.

La forma tradicional de llevar esto a cabo es invirtiendo en carteras diversificadas, realizando una selección de activos que pueda incorporar renta fija, renta variable y otros. Los pesos que otorgaremos a cada uno de ellos dependerán de nuestro perfil de riesgo y como resultado podremos obtener diferentes expectativas de rentabilidad.

Así, generaremos un exceso de rentabilidad sobre la liquidez y/o la inflación, que podemos llamar alfa, asumiendo un riesgo direccional, de mercado, que denominaremos beta. Pasos adicionales que se pueden dar son realizar una selección regional, como invertir en renta variable del Área euro frente a la de EEUU, sectorial, comprar Tecnología en vez de Utilities, o incluso realizar una selección de valores.

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No obstante, en los últimos años la gestión de carteras, y especialmente en el caso de la renta variable, se está transformando en varias direcciones. Por una parte, en la distribución de activos atendiendo a criterios geográficos. Por otra, en los pesos relativos en función de la capitalización bursátil.  Poco a poco, y a medida que se constatan los beneficios en términos de rentabilidad y volatilidad, se abren paso estrategias basadas en otro tipo de análisis englobados bajo la denominación de Smart Beta. Dos son los grandes grupos de estrategias que están ganando un mayor protagonismo en este estilo de gestión: el Factor Investing y las Megatendencias.

El Factor Investing defiende que determinados factores son los pilares básicos de rentabilidad de los activos financieros. Estas fuentes de rentabilidad, intuitivas y de fácil entendimiento, se basan en el hecho de que el inversor medio no siempre toma decisiones racionales así como en ciertas deficiencias “estructurales”. Como ejemplo, se pueden citar las acciones con menos riesgo, con menor tamaño, etc.

La inversión en Megatendencias se fundamenta en que las grandes tendencias económicas y sociales a nivel global son fuentes relevantes de rentabilidad en el medio y largo plazo. Por ello, es adecuado gestionar carteras teniendo en cuenta estas tendencias e invertir en empresas o sectores que se beneficien de ellas. El envejecimiento de la población, el cambio climático o la creciente relevancia de la tecnología, la digitalización y la robótica son algunas de estas Megatendencias.