¿Se puede ser un inversor responsable y comprar en Black Friday?

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dieter-de-vroomen (Unsplash)

El Black Friday es otra de esas fiestas estadounidense que en los últimos años ha acabado implementándose en España. Surgió en Filadelfia en los años 60 para definir el aumento del tráfico de gente y de vehículos que se producía el día después de celebrarse Acción de Gracias. Más adelante esa negativa visión del Black Friday se tornó algo más positiva cuando los comercios empezaron a aprovechar ese día de aglomeraciones en las calles para lanzar las primeras rebajas de la temporada navideña y cambiar de paso los números rojos en sus cuentas por números negros gracias a los beneficios que conseguían en, quizá, la jornada más consumista del año junto con su primo hermano, el cyber monday.

Prueba de ello es que las cifras de ventas minoristas que arrojan el Black Friday en EEUU son miradas con lupa por los profesionales financieros ya que sueñen dar muchas pistas sobra la salud de una economía como la estadounidese en la que el consumo sigue aportando el 70% del PIB. “En el frente político, la espera de señales positivas del frente comercial entre Estados Unidos y China continúa. Los rumores de una nueva ronda de conversaciones antes del Día de Acción de Gracias podrían generar más optimismo. Hablando de eso, los consumidores estadounidenses saldrán a los centros comerciales el "viernes negro" o harán que sus computadoras brillen el "lunes cibernético" para encontrar las mejores ofertas. Dado el país en el que se producían la mayoría de los bienes de consumo, las propuestas amistosas en la disputa comercial podrían facilitar las decisiones de compra”, afirma David Alexander Meier, Economic Research, Julius Baer. 

De hecho, las cifras que deja esta jornada festiva en EEUU son analizadas con lupa por los gesores para determinar la salud del consumo de EEUU, que es el sector qué más sigue aportando al PIB de la primera economía del mundo. “Lo más importante es que la guerra comercial no ha afectado materialmente a la confianza de los consumidores estadounidenses o europeos”, afirman desde La Francaise.

Sin embargo, el boom del Black Friday choca frontalmente con otros de los grandes booms del momento: el de la lucha contra el cambio climático ya no es un movimiento muy socialmente responsable que se diga. “Toda campaña que promueva el consumo desmedido, y especialmente de productos que no son de primera necesidad sino complementos, tiene un fuerte impacto sobre el medioambiente”, explica Eduard Josep Álvarez Palau, profesor del máster de Ciudad y Urbanismo de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Y es que a pesar de que se puede pensar que el impacto en el medioambiente es menos porque gran parte de ese consumo prenavideño se realiza online, lo cierto es que el impacto medioambiental sigue siendo considerable ya que solo en España la patronal UNO Logística prevé que el lunes siguiente al Black Friday se muevan 3,5 millones de paquetes, un 10% más que en el mismo día de 2018. Justo el día, además, en el que en Madrid empieza a celebrarse la Cumbre contra el Cambio Climático.

La imposibilidad de poder agrupar los pedidos, entre otras razones porque se efectúan muchos envíos pequeños; el uso de gran cantidad de envases de cartón y plástico para enviar el pedido; la dificultad de poderlo entregar en un único viaje porque la persona no siempre está en casa para recogerlo, y el transporte internacional —cuando el producto viene de China, por ejemplo— contrarrestan la ventaja que supone que el comprador no tenga que desplazarse”, afirma la profesora de la UOC Neus Soler Labajos. “Las ventas en línea son menos ecológicas cuando no se exige una compra mínima que pueda compensar el poner en marcha toda la operativa. Si nos referimos solo a los envíos y al mayor número de devoluciones que se efectúan, podemos afirmar sin ninguna duda que las ventas en línea son menos sostenibles”.