Por qué la subida de tipos del banco central sueco es solo una excepción en un mundo de tipos negativos

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Jesus Arpon, Flickr, Creative Commons

El final del año 2018, ese en el que prácticamente no hubo activo que se salvara de un mal comportamiento del mercado, estuvo marcado por la idea generalizada de que 2019 marcaría el fin de la política acomodaticia de tipos de interés que ya celebraba sus 10 años. Quien iniciaría ese cambio de rumbo, decían por entonces las gestoras, sería EEUU pero la posibilidad de que la guerra comercial iniciada por Trump acabara entorpeciendo aún más el débil crecimiento de EEUU fue suficiente como para que la Fed de Jerome Powell abortara esa misión de normalización monetaria.

De hecho, las esperadas subidas de tipos que se esperaban en 2019 en EEUU se han convertido en nuevos recortes hasta el punto de que la Reserva Federal ha bajado tipos hasta en tres ocasiones este año y, además, ahora nadie espera que cambie esa postura de cara al 2020. Tampoco lo hará el BCE de Christine Lagarde, que tiene la difícil tarea de mantener el espíritu del whatever it takes de Draghi al tiempo que iniciar esa tarea política de convencer a los Gobiernos de la necesidad de implementar políticas fiscales para sostenerla economía.

Sin embargo, a falta de que quedaran 15 días para cerrar el año, se producía la sorpresa. Un banco central europeo, el Banco de Suecia, optaba por subir los tipos de interés. Lo hacía en 25 puntos básicos hasta situarlo en niveles del 0% y, según explicaban en J.P.Morgan AM, dicho movimiento “no está en línea con otros bancos centrales del mundo, ya que más de 40 bancos centrales han recortado sus tipos de interés más de 60 veces si los consideramos conjuntamente”. La medida, que nadie espera que se repita al menos a corto plazo, teniendo en cuenta las débiles perspectivas económicas y también de inflación de Suecia, sí parece haber sido una prueba llevada a cabo por Suecia para testar cómo se puede comportar la economía sin el apoyo de los tipos negativos. “Durante las reuniones recientes ha quedado bastante claro que los formuladores de políticas se han vuelto más cautelosos acerca de que las tasas negativas se conviertan en un estado de cosas más permanente y el efecto que podría tener en las expectativas de las personas”, afirman desde ING Economics.

De hecho, cada vez son más los expertos que apuntan a que mantener los tipos en negativos durante más tiempo puede causar ya más perjuicios que ventajas, más en la economía que en los mercados. “Creemos que la política de tipos negativos podría hacer más daño que beneficio a las economías y los mercados, debido a su impacto en los bancos, las compañías de seguros y los fondos de pensiones, así como también un posible efecto adverso en el consumo”, explican desde PIMCO.

Aun así, en las previsiones que a finales de 2019 hacen las gestoras de fondos ninguna contempla un cambio de criterio ni por parte del BCE ni tampoco de la Fed, más teniendo en cuenta que EEUU celebra en 2020 elecciones presidenciales y que no es habitual que con este tipo de citas políticas como telón de fondo, se lleven a cabo variaciones significativas en la política monetaria. O eso al menos es a lo que se apunta en una reciente encuesta de Bloomberg al pool de economistas. Según la misma, el 94% de ellos esperan que la Fed mantenga sin cambios su política durante 2020. Claro, que como se vio en 2018 las previsiones no son, ni mucho menos, una ciencia exacta.  

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