Las opciones de la banca: arriesgar o morir (Parte II)

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Patrick Miyaoka, Unsplash

La complejidad del actual entorno bancario-financiero requiere de una proactividad adicional por parte de las entidades de crédito que les permita reforzar la generación de ingresos, aliviar su estructura de costes y, de esta forma, apuntalar la generación de rentabilidad del sector bancario.

Como señalábamos en artículos anteriores, son múltiples las estrategias que las entidades pueden acometer para lograr tal fin; sin embargo, también son abundantes los riesgos a los que deben enfrentarse para lograrlo. Una vez más, señalar que el objetivo de estas líneas es vislumbrar líneas de actuación de carácter genérico que sería necesario aterrizar en mayor detalle para su implementación, en función de la casuística específica de cada entidad. 

En el presente artículo, ahondaremos en las estrategias adicionales para el refuerzo de la rentabilidad, que deberán ser combinadas con estrategias de inversión tratadas en una publicación anterior para conseguir tal fin.

Atendiendo a uno de los principales retos a los que se enfrenta la banca, la incertidumbre regulatoria sigue afectando de manera notoria, sobre todo por la vía de la normativa en materia de resolución, impactando de manera directa en las políticas de financiación (funding plan) de las entidades, ya que el cumplimiento de la ratio Mínimo Requerido de Pasivos Elegibles (Minimum of Requirements Liabilities o MREL por sus siglas en inglés) hace incrementar de manera directa los costes financieros de las entidades.

A la hora de afrontar este reto concreto, las entidades tienen un cierto margen de actuación para acometer algunas medidas que les permitan minorar los costes financieros en los que incurren, concretamente en términos de emisiones para cumplir con las exigencias que determina el MREL. En este sentido, dentro del compendio de instrumentos registrados en la normativa bancaria, lo más atractivo y razonable en términos de gestión y de ahorro de costes es cumplir con dichas exigencias mediante emisiones de Senior Non-Preferred, situándose en último lugar de absorción de pérdidas en un contexto de resolución y, consecuentemente, con una TIR de emisión muy inferior al resto de instrumentos, ya sean emisiones subordinadas, CoCo o acciones.

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Otra de las vías por las que se puede decantar la banca es la de derivar gran parte del ahorro de las familias en forma de depósitos hacia productos fuera de balance. La capacidad de esta estrategia como forma de reducir costes financieros es actualmente limitada en tanto en cuanto el coste de los pasivos se encuentra en mínimos históricos. Sin embargo, se trata de una medida con la que reforzar la generación de ingresos recurrentes mediante la generación de comisiones. Esta es una práctica que las entidades han realizado de forma continuada desde 2014 cuando empezó a crecer de forma importante el patrimonio de los fondos de inversión. Sin embargo, el patrimonio invertido de las familias es una variable muy volátil, que está muy supeditada a las variaciones del mercado bursátil y de la curva de tipos. Dicho lo cual, aunque es una forma de derivar un coste de liquidez (de los depósitos) hacia una inversión más rentable para la banca, la mala evolución de los mercados especialmente a finales del pasado año penalizaba este hecho. En 2019, la totalidad del crecimiento del patrimonio de los fondos proviene de la revalorización de los mercados, mientras que las menores suscripciones netas han comprometido la generación de comisiones.

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Por último, otro de los factores que ha lastrado la rentabilidad de la banca en los últimos años son los activos improductivos. Dichos activos han erosionado la generación de márgenes bancarios a través de un menor cobro de intereses, pero también han deteriorado la generación de beneficios al hacer más arduo el proceso de gestión de estos activos. Es por ello que su reducción es condición indispensable para la mejora de los márgenes, intentando contrarrestar el impacto de los tipos de interés. En este sentido, cabe reseñar la gran labor llevada a cabo por las entidades españolas en este proceso, con una reducción de más de 130.000 millones de euros de activos dudosos y más de 40.000 de activos adjudicados desde los máximos alcanzados. Dicho saneamiento ha venido de la mano principalmente de las ventas de carteras a los fondos de inversión, principalmente hipotecaria y de construcción y promoción, pero también de otros segmentos como consumo o pymes.

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Sin embargo, a pesar de estas buenas cifras, aún quedan cerca de 100.000 millones de activos que deben ser saneados. Aprovechando la tendencia observada en los últimos años, la banca debería intentar continuar con la reducción de estos volúmenes, sobre todo ante el escenario de incertidumbre económica y los visos de una perspectiva de tipos de interés bajos o negativos durante los próximos 5-6 años como mínimo.

Con todo lo recogido en el presente artículo y en anteriores, tan solo se pretende poner de manifiesto algunos ejemplos de las principales estrategias con las que cuenta la banca en materia de gestión dentro de la miríada de opciones a su disposición para intentar ser rentables. En un complicado contexto en el que la ingente cantidad de nueva normativa ha impactado en términos de mayores requerimientos de capital, mayores costes y entrada de nuevos competidores, se le ha unido un escenario de bajos tipos de interés que ya se prolonga demasiado en el tiempo, y que sigue erosionando unos márgenes ya de por sí deteriorados por la continua contracción del crédito. En este contexto, resulta fundamental definir la estrategia más adecuada para la recuperación de la rentabilidad del sector.