¿Es la curva de Phillips clave para guiar las políticas monetarias?

Termómetro, inflación, valoraciones, tipos
Johnny Grim, Flickr, Creative Commons

El discurso de Jerome Powell en la tradicional cita anual de banqueros centrales en Jackson Hole, este año organizada de forma telemática, marca un punto de inflexión en la política monetaria de la Fed. La prioridad es ahora el empleo frente a una inflación que lleva tiempo lejos de su objetivo del 2%. En este aspecto, Powell ha explicado que tratarán de conseguir una inflación promedio del 2% a largo plazo, por lo que podríamos llegar a ver periodos en los que se tolere una inflación por encima del 2% para compensar aquellos en los que ha estado por debajo. “Esto quiere decir que los tipos se mantendrán bajos por más tiempo”, explica Chris Iggo, Jefe de inversiones  de la gestora de fondos AXA IM.

Powell basa este cambio en “la débil respuesta de la inflación a la rigidez del mercado laboral”. Su representación gráfica es el aplanamiento de la curva de Phillips –que también mencionó en el discurso-, y que ha contribuido a los bajos resultados de inflación. Y añade que “las expectativas de inflación a largo plazo, que durante mucho tiempo hemos considerado un importante impulsor de la inflación real, y las presiones desinflacionistas mundiales pueden haber estado conteniendo la inflación más de lo que se había previsto en general”. El presidente de la Fed observa con preocupación el persistente subimpulso de la inflación con respecto al objetivo del 2% a largo plazo. Nos centramos en esta ratio y te explicamos su evolución hasta la actualidad. ¿Sigue vigente? 

¿Qué mide la curva de Phillips?

La curva de Phillips muestra la disyuntiva a corto plazo entre la inflación y el desempleo. En 1958, el economista A. W. Phillips publicó un artículo en la revista británica ‘Economica’ en el que mostraba que existía una correlación negativa entre la tasa de desempleo y la tasa de inflación, es decir, que en los años en los que el desempleo era bajo, la inflación tendía a ser alta y que los años en los que el desempleo era alto, la inflación tendía a ser baja.

Esta relación entre estas dos variables macroeconómicas –inflación y desempleo- hasta entonces ignorada, fue posteriormente reafirmada en un estudio con datos de EE.UU. de mano de dos economistas, Paul Samuelson y Rober Solow. Según su razonamiento, esta correlación se debía a que un bajo desempleo iba unido a una elevada demanda agregada, la cual presionaba al alza sobre los salarios y sobre los precios en toda la economía. Fueron estos dos economistas quienes denominaron curva de Phillips a esta relación negativa entre la inflación y el desempleo.

Para Samuelson y Solow la curva de Phillips ofrecía a los responsables de la política económica un menú de combinaciones posibles de inflación y desempleo. Sin embargo, a finales de los 60 entró en discusión si este menú permanecía estable con el paso de tiempo. Milton Friedman sostuvo que una de las cosas que no puede hacer la política monetaria, salvo a muy corto plazo, es reducir el desempleo aumentando la inflación. La experiencia de los años 70, en los que se disparó la inflación y el desempleo, corroboró esta afirmación. Una perturbación negativa de la oferta, como una subida de los precios mundiales del petróleo, plantea a los responsables de la política económica una disyuntiva menos favorable entre la inflación y el desempleo. Cuando el banco central contrae el crecimiento de la oferta monetaria para reducir la inflación, traslada a la economía a lo largo de la curva de Phillips a corto plazo, lo cual provoca un desempleo temporalmente alto.

 

curva_phillips

Fuente: Selfbank

El coste de la desinflación depende de la rapidez con que disminuyan las expectativas de inflación. Es aquí donde radica el quid de la cuestión: expectativas. Algunos economistas sostienen que el compromiso creíble de mantener una inflación baja puede reducir el coste de la desinflación al provocar un rápido ajuste de las expectativas. En la actualidad, si bien no estamos ante un escenario inflacionista, sino más bien lo contrario, lo que sí sigue teniendo vigencia es el ‘juego’ de expectativas. Powell lo dejaba claro: “si se acumularan presiones inflacionarias excesivas o si las expectativas de inflación se elevaran por encima de niveles compatibles con nuestro objetivo, no dudaríamos en actuar”.

La relación entre estas dos variables ha ido evolucionando a lo largo de los años. Mientras en el largo plazo la curva de Phillips pierde vigencia, esta ecuación sí se sigue utilizando en el corto plazo. El paso dado por la Fed en su cambio de política monetaria tiene aún que definirse y está por ver si modificará la hoja de ruta de otros bancos centrales.