Del fantasma de la recesión al del estancamiento secular

124194072_48ff54e0c3
SCFiasco, Flickr, Creative Commons

A final de 2018 los mercados dejaron claro con sus números rojos generalizados que era e momento de empezar a descontar una recesión en la economía pero llegó enero y, ya sea por que las correcciones habían puesto en valor a muchos activos sobrevalorados hasta entonces o por la cierta  relajación de algunas de las tensiones que más habían preocupado al mercado como la tregua en la guerra comercial pero lo cierto es que con el nuevo año llegaron otra vez las ganas de asumir riesgos en las carteras.

Pese a que hay muchos datos económicos que aún siguen decepcionando a uno y otro lado del Atlántico, cada vez son menos los que esperan que si hay recesión en el horizonte llegue este año. De hecho, apenas un 6% de los gestores de fondos lo considera así, según la última encuesta publicada por Bank of America Merrill Lynch. Sin embargo, eso no quiere decir que el optimismo haya regresado a la economía con la misma fuerza que lo ha hecho en el mercado ya que el término económico que empieza a muchas de las previsiones que por estas fechas hacen las gestoras es el de estancamiento secular. Tanto que el porcentaje de gestores que ya habla de un entorno de bajo crecimiento y baja inflación alcanza el 66%, máximo desde septiembre de 2016.

Captura_de_pantalla_2019-04-30_a_las_15

 

Pero, ¿qué implica un estancamiento secular? Según explica Willem Verhagen, economista senior de NN Investment Partners “es esencialmente un fallo del mercado a nivel de macro: que haya un excesivo ahorro eligiendo entre muy pocas oportunidades  de inversión. Esto trae como consecuencia que la tasa de equilibrio de los tipos de interés sea muy baja, incluso negativa, y que los bancos centrales tengan muy difícil estimular una economía en decrecimiento”.

De hecho, esto es lo que explica las bajas rentabilidades que siguen ofreciendo los activos considerados más seguros como la deuda pública y lo que ha llevado a los bunds a registrar rentabilidades negativas en estos últimos meses. “El estancamiento secular supone una caída colectiva en la intención de asumir riesgos y eso puede llevar a la economía a un equlibrio poco óptimo con bajo crecimiento, bajo crecimiento en la productividad, bajas rentabilidades y baja inflación o deflación”, afirma Verhagen.

Este experto cita además como factores que pueden apoyar esta idea el aumento de la desigualdad de la riqueza que se está produciendo a nivel global, la concentración empresarial que hay en algunos sectores del mercados (winner takes it all) y los cambios demográficos que implican un envejecimiento de la población que prima más el ahorro sobre la inversión en activos de riesgo.

Sin embargo, aunque el contexto invite a pensar que la economía se encuentre en una fase de este estilo no hay que olvidar que el concepto de estancamiento secular no es ni mucho nuevo y que también ha fallado en contextos muy similares al actual. De hecho, fue el economista Alvin Hansen quien lo acuñó en el año 1938 e incluso se aventuró a decir que duraría 30 años. Sin embargo, su teoría no se cumplió ya que aunque la Segunda guerra mundial implicó un aumentó del gasto fiscal y unos bajos tipos de interés, no trajo consigo una inflación baja. Esto y el baby boom de EEUU en los años 40 y 50 encerró en un cajón la teoría económica de Hansen.Hasta ahora.