Cuatro errores que debe evitar todo inversor de largo plazo

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TexasEagle, Flickr, Creative Commons

Artículo escrito por Mario González y Álvaro Fernández, directores de desarrollo de negocio de Capital Group Iberia

En un entorno bursátil como el actual marcado por la volatilidad, el comportamiento de los inversores parece a menudo desafiar toda lógica y razón. Como dijo el conocido como Dean de Wall-Street”y padre del value investing, Benjamin Graham, "el principal problema del inversor, e incluso su peor enemigo, es probable que sea él mismo".

Según estudios sobre comportamiento financiero, la mayoría de los inversores no son estrictamente racionales. Sin embargo, sí están sujetos a ideas fundadas, a veces por experiencias pasadas, o también por creencias y preferencias que pueden influir en las decisiones adoptadas. Estos prejuicios pueden alejarlos del pensamiento lógico y disuadirlos de alcanzar sus objetivos.

Estos son algunos de los errores más frecuentes que se pueden cometer cuando estamos trabajando en inversiones a largo plazo.

1. Desajustar la duración predeterminada de la inversión

Lo primero que habría que plantearse son los objetivos es decir, a qué se va a destinar el  beneficio de la inversión, ya que eso determinará en gran medida la rentabilidad que se querrá recoger de la misma. Según una encuesta realizada por Cerulli y Phoenix Marketing International, a más de 10.000 hogares estadounidenses, el principal objetivo de los ahorradores es asegurarse una jubilación confortable. En otras palabras, su objetivo y plazo de inversión tienden a ser a muy largo plazo.

Sin embargo, durante todo ese tiempo, que puede ser toda la vida laboral, pueden producirse desajustes. La razón es que aunque nuestro horizonte temporal sea el largo plazo tendemos a pensar y a actuar a muy corto plazo. Una tendencia que no solo afecta a las personas sino también a empresas y en algunos casos hasta a bancos centrales.

Si como dice la encuesta, la mayoría de las inversiones tienen un objetivo a largo plazo suponemos que la mayoría de las carteras tienen objetivos inherentes a este horizonte, ya sea una pensión de jubilación o el legado que se desea dejar a la familia.

Sin embargo, los inversores suelen manifestar comportamientos muy cortoplacistas en la mayoría de los casos. Aquí mostramos un cuadro de cómo han se ha reducido el período medio de mantenimiento de las carteras de inversión en las últimas décadas.

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Para evitar este problema, los inversores deben tener en cuenta sus objetivos de inversión, y comportarse en función de ellos y de esa forma se eliminarían las decisiones emocionales y se permitirá que los análisis de inversión funcionen correctamente.

2. Ver demasiada TV

Se trata de un error demasiado frecuente por parte de los inversores que toman decisiones basadas más en debates televisivos o en noticias que están centrados en el corto plazo y que con frecuencia hacen referencia más a datos pesimistas que a análisis reales.  

3. Seguir al rebaño

Dejarse llevar por las presiones externas, generalistas, es malo, tanto para inversores institucionales como para minoristas. Estas presiones involucran emociones, y desatan el pensamiento irracional que lleva a seguir lo que se dice los medios de comunicación como ya hemos visto.

A finales de 1990 con la llegada de internet pareció que una estábamos ante una nueva era. Una en la que todo el mundo quería invertir, todos querían aprender y, además, todos querían enseñar.

Internet supuso un gran cambio en el día a día de las personas. Sin embargo, como fenómeno bursátil no aportaba nada distinto. Todo el mundo comenzó a comprar, incluidos incautos que se sintieron atraídos por el fenómeno, hasta que se produjo una explosión que explotó esa burbuja hiriendo a muchos inversores.

Aquí podemos ver las caídas que se produjeron en los dos índices principales de la época:

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4. No finalizar la carrera

Podríamos decir que el proceso de inversión es como una carrera de coches, por ejemplo, el rally 24 Horas de Le Mans. Esto es así porque es una competición donde además influye la resistencia. Una carrera que para ganarla, antes de nada, hay que terminarla, lo mismo que ocurre con las inversiones. Invertir en bolsa conlleva un riesgo a largo plazo, duro, a veces extenuante, pero para ello se cuenta con la ayuda necesaria de los gestores de inversión. Trabajando en un proceso a largo plazo, sin acelerar cuando vienen curvas, cuando el riesgo es mayor, para mantenerse pero, sobre todo, para ganarla. Así se hace una carrera de resistencia en el largo plazo, lo que implica demostrar consistencia sin tomar riesgos adicionales, exactamente en el momento más equivocado.