Cómo influye la manera de viajar en el cambio climático

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La lucha contra el cambio climático se ha convertido en un tema de conversación recurrente en todos los estratos de la sociedad al tiempo que se ha colado en muchos programas electores que quieren convertir esa nueva sensibilidad hacia todo lo que tiene que ver con el clima en votos para sus candidatos políticos. En las últimas semanas en España ha habido mucho debate sobre una de esas medidas, la que se refiere a la limitación de los viajes en avión como medida para luchar contra el cambio climático. Al fin y al cabo, es ya una media que aplica en su día a día la que quizá es la mayor abanderada, al menos públicamente, de esta lucha: la activista Greta Thunberg, que evita coger el avión para muchos de los roadshows que realiza sustituyéndolo por medios de transporte más climate friendly.

¿Tiene sentido esa medida o es solo una forma más de ecopostureo? Con motivo de la celebración el pasado 24 de octubre del Día Internacional contra el Cambio Climático, Simon Webber, gestor de Schroders, compartía un gráfico realizado por Berstein Research sobre las emisiones de CO2 por pasajero y kilómetro de los medios de trasporte más utilizados del mundo y las cifras no dejan lugar a dudas ya que la cantidad de CO2 emitida en los aviones comerciales es la más alta con diferencia de los medios de trasporte analizados.

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De hecho, el efecto que un sector como el de las aerolíneas tiene en las emisiones se ha convertido en una causa de preocupación para la Unión Europea. “Si la industria global de la aviación fuera un país estaría en el top ten de los mayores emisores”, afirman en su página web. De ahí que Webber considere que este sector puede ser uno de los más expuestos a un recorte de valoraciones en los próximos años teniendo en cuenta la dificultad que supone para el sector implementar medidas que ayuden a reducir ese tipo de impacto en el cambio climático.

 “Los activos de la industria aeroespacial (aeropuertos y aviones, sobre todo) tienen una larga vida útil por lo que, a futuro, las condiciones de la industria pueden ser críticas para su valor. A diferencia de la industria del automóvil, la aeroespacial comercial no ha llegado aún a ninguna solución tecnológica que sea viable y permita reducir sustancialmente sus emisiones. Así que, tras décadas de descensos en el coste del transporte aéreo, lo que ha promovido su crecimiento, habrá que subir las tarifas para reducir la demanda o simplemente para poner precio a los costes de las emisiones de CO2 producidas por la industria”, afirma Webber, al tiempo que recuerda que, según Sanford Bernstein, si las aerolíneas pagasen el coste de sus emisiones de CO2 habría supuesto el 40% de sus beneficios del año pasado.