Cómo funciona el mercado secundario de renta fija

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Artículo escrito por Cecilia Moreno, Manager de Lendmarket

En el ámbito de los mercados financieros podemos distinguir entre mercado primario y mercado secundario. El mercado primario es aquel en el que se emiten los títulos o activos financieros por primera vez, mientras que el mercado secundario es donde se negocian e intercambian esos activos ya emitidos previamente. Ambos son necesarios en la estructura y para el correcto funcionamiento de los mercados financieros.

Pero que uno se denomine primario y otro secundario no implica en ningún caso un grado de jerarquía o seguridad superior del primero respecto al segundo. De hecho, el mercado secundario es imprescindible y permite la entrada en juego del núcleo mismo de la economía de mercado, pues es en él dónde se cruzan la oferta y la demanda, y donde los inversores pujan por obtener los precios más competitivos con la finalidad de maximizar su beneficio en un determinado horizonte temporal.

Es en el mercado secundario donde los participantes ya tienen información acerca de las características de los títulos y pueden decidir con seguridad si comprar o vender el activo financiero en cuestión. El mercado secundario pues, facilita la liquidez y la comerciabilidad de los valores existentes y garantiza un trato verdadero y justo para proteger los intereses del inversor.

La conexión entre ambos mercados es estrecha y el éxito del mercado primario está directamente relacionado con el funcionamiento del mercado secundario, ya que un inversor no se atreverá a invertir en títulos emitidos en el mercado primario si no está seguro de que con posterioridad existirá para él un mercado secundario que ofrezca garantías respecto al activo, como liquidez, transparencia, volumen, etc…  para poder negociarlos por necesidad o conveniencia.

El mercado primario, per se, ofrece una mayor incertidumbre y menor seguridad para los inversores, ya que el número de operaciones que se pueden realizar con determinados títulos es muy limitado al haber sólo un intercambio entre un emisor y un comprador. No ocurre así en el mercado secundario cuyo universo de inversores es enormemente más amplio.

Por otra parte, el acceso del inversor particular al mercado primario no está exento de dificultades al estar copado por clientes institucionales o grandes inversores.  Los precios a menudo son más volátiles, porque cuando se emite un título por primera vez, la demanda suele ser difícil de predecir. Es por eso que muchas salidas a primario se establecen a precios bajos. Además, los valores en el mercado primario solo se pueden vender una vez, mientras que en el mercado secundario se puede hacer un número infinito de veces.

El resultado es que casi todos los precios de mercado (tipos de interés, deuda, precio de las viviendas o acciones de las empresas) se asignan de manera más segura y eficiente gracias a la actividad del mercado secundario.

Los mercados secundarios están más comúnmente vinculados a activos de capital como acciones y bonos, sin embargo, existen muchos otros mercados secundarios. Son los denominados mercados OTC u “over the counter”. Mercados para todo tipo de productos (materias primas, divisas, tipos de interés, hipotecas, etc..) que no son más que mercados secundarios paralelos con contratos a medida​ donde se negocian instrumentos financieros directamente entre las partes.

Los comerciantes del mercado secundario son, casi por definición, económicamente eficientes. Históricamente, los mercados secundarios han reducido los costes de transacción, aumentado el comercio y promovido una mejor información en los mercados y suponen ceder a los inversores el control absoluto de sus decisiones económicas frente a la adhesión incondicional de los términos que supone la compra de un activo en mercado primario.

Que la actividad de los mercados secundarios no esté directamente supervisada no significa menor seguridad para los inversores, pues el supervisor sí tiene acceso a todas las entidades de crédito que necesariamente las operan e intermedian. En el caso de España la ley exige la comunicación de las operaciones de mercado secundario a la CNMV y garantiza su control, tanto de derivados como subyacentes, prácticamente a tiempo real y en términos estrictos de control de riesgo.

De hecho, el régimen jurídico del mercado primario de valores ha tenido tradicionalmente un desarrollo reducido en nuestro ordenamiento por razones económicas y jurídicas, y se recoge en escasas normas de carácter disperso, salvo en lo relativo a las emisiones del Estado. En consecuencia, nuestro derecho ha prestado mayor atención y dotado de mayor seguridad a los aspectos de regulación de los mercados secundarios de valores.

La libertad de pactos que ofrecen los mercados secundarios promueve la seguridad en las transacciones, ya que los intercambios tienen un incentivo para atraer inversores al limitar comportamientos poco ortodoxos que son más frecuentes por exceso de supervisión. Muchas estafas de inversión giran en torno a valores que no tienen un mercado secundario, porque los inversores desprevenidos pueden verse obligados a comprarlos. La importancia de los mercados y la capacidad de vender un valor (liquidez) a menudo se dan por sentadas, pero sin un mercado secundario, los inversores tendrían pocas opciones y podrían quedar atrapados con grandes pérdidas.

Por todo ello, no se lleven a engaño, pues en términos de seguridad es el mercado secundario el que bien podría denominarse primario y no a la inversa.