Análisis emocional de una recesión

Cerebro
Jesse Orrico, Unsplash

Artículo escrito por Fernando Aguado, director de inversiones de Fonditel

La influencia de los factores emocionales en los procesos de toma de decisión es enorme, máxime en los momentos de mayor tensión. La economía conductual puede ayudarnos a comprender que está pasando en los mercados, incluso, puede ser de gran valor en nuestro afán predictivo.



Cualquier evento de la magnitud de lo que está sucediendo, desata un comportamiento emocional. Los mercados recogen esa dinámica y se comportan siguiendo un patrón que podríamos asimilar a las fases de un duelo. Prácticamente en cualquier recesión podemos identificar así 5 fases: Negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

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1. NEGACIÓN

Cuando en nuestro horizonte aparece un evento que puede cambiar significativamente nuestro rumbo actual, tendemos generalmente a minusvalorar su relevancia e incluso negarlo. Es una fase muy relevante, ya que cuanto más la alarguemos, mayor será el impacto del problema, y menor nuestro número de alternativas.

En esta crisis quizá se hizo un análisis excesivamente racional, minusvalorándose el aspecto más emocional en la función de reacción de la población. Solo unos pocos países fueron capaces de adoptar medidas prematuras (Corea del Sur, Singapur, Japón) y entre los occidentales la negación solo fue abandonándose sólo ante la evidencia.

2. IRA

La realidad nos supera, y seguir negando el problema ya no es una opción. Las actitudes y movimientos del mercado abandonan cualquier atisbo de racionalidad para ser puramente emocionales: volatilidades disparadas, movimientos estadísticamente “más imposibles que improbables” en un mundo de distribuciones normales, falta de liquidez… lo que conocemos como un mercado roto.

En la crisis actual, esta fase ha sido especialmente violenta, porque ha venido asociada al instinto primario de supervivencia. La crudeza de esta fase que hemos vivido, podemos resumirla observando la caída superior al 30% más rápida de la historia, que 3 de las peores 10 sesiones de mercado desde el año 2000 se han producido en una semana, o que hemos alcanzado volatilidades sostenidas superiores a las de 2008.

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Sin embargo, ha habido daños estructurales más complejos y peligrosos. La liquidez profundidad y spread de la mayor parte de los activos de renta fija se ha visto seriamente alterada, amenazando claramente la estabilidad de compañías, sectores, organismos e incluso países.

Afortunadamente este periodo suele ser corto, y además en esta ocasión hemos tenido algo de “suerte”, al tener un decalaje temporal y una ventana de actuación entre la expansión epidemiológica en Europa y Estados Unidos.

3. NEGOCIACIÓN

Es la fase en la que nos encontramos actualmente. En ella se impulsan una serie de medidas encaminadas a mitigar el problema, aplacar la ira, y porque no decirlo, “blanquear” la negación. Se trata de un periodo voluble, de transición, aún sin referencias claras y sin capacidad para valorar el alcance real de la situación.

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Los mercados suelen recuperar un 50% de las perdidas, perder parte de la volatilidad y entrar en un rango que gotea a la baja desde esa recuperación.

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En el caso actual, los agentes económicos (Bancos Centrales, autoridades monetarias, Gobiernos…) han implementado un conjunto de medidas nunca vistas hasta ahora, por su rapidez, amplitud y magnitud. Esto debe hacernos reflexionar sobre la dimensión del problema que se trata de mitigar.

Tras el positivo impacto inicial (también muy emocional) de las medidas, el transcurrir de las sesiones irá poniendo el foco en la idoneidad de estas y su capacidad para solventar el problema. Seguramente esta fase nos acompañe hasta el final del verano.

En el caso de una segunda oleada de contagios podría suceder, como ocurrió en 2001 con el 11-S, una concatenación de fases de ira y negociación.

4. DEPRESIÓN

Solo el paso del tiempo nos permite un análisis más racional. Se trata de evaluar las consecuencias de lo acontecido y ajustar nuestras expectativas a una realidad que acaba revelándose (también valdría con b).

En función del impacto final económico, esta fase puede desde no existir (las medidas han funcionado perfectamente y evitado las consecuencias del problema), hasta convertirse en un enorme ajuste adicional de precio si el problema no se ha conseguido resolver o incluso si se han creado algunos adicionales.

Tendremos que valorar cuánto del desempleo se convierte en estructural, cómo se recuperan algunos sectores especialmente afectados (aerolíneas, ocio, turismo …), cómo evolucionan los patrones de consumo…

Lo más probable es que entremos en una recesión económica “promedio”, y que podamos revisitar niveles mínimos. Creemos que esta fase puede transcurrir durante el último trimestre del año.

5. ACEPTACIÓN

Ya somos conscientes de todo lo sucedido, lo aceptamos y comenzamos a construir desde esa visión un nuevo ciclo económico.

Hasta alcanzar este punto suelen transcurrir 12-18 meses con caídas máximas promedio del 40%. En esta ocasión, las caídas probablemente se sitúen al menos en el promedio, pero su duración será menor debido a la alta volatilidad sostenida en el tiempo.

Hoy no hay una gran preocupación sobre ese futuro, todo se centra en el presente. Sin embargo, los cambios estructurales pueden ser muy relevantes, y empezamos a conocer algunas de esas pautas que pueden influenciar el próximo ciclo. Muy probablemente el mundo no va a ser como era anteriormente, y esto será muy relevante a la hora de estructurar una cartera para el futuro.

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Nuestras emociones no nos hacen más débiles, lo que nos debilita es no conocer las limitaciones que nos imponen.

Se puede consultar la guía completa en https://www.fonditel.es/inversor/#guias-informes