“Age inflation”, otro término a analizar cuando se habla de sostenibilidad en la pensiones

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Aaron Burden (Unsplash)

Hace apenas unos meses la OCDE publicó su informe bianual que llava por título Pensions at a Glance en el que analiza la situación de los sistemas de pensiones en los diferentes países que integran la OCDE. Pablo Antolín, economista Senior y Jefe de la Unidad de Pensiones Privadas en la División de Asuntos Financieros de la OCDE, y Hervé Boulhol, responsable de Pensiones en la División de Trabajo y Política Social de la OCDE, lo presentaron en Madrid hace apenas unas semanas en un acto organizado por Inverco.

En dicha presentación se volvió a incidir en el impacto que el aumento de la esperanza de vida y la caída en la tasa de natalidad pueden seguir teniendo de cara al futuro en los sistemas de pensiones y su influencia en lo que se conoce como tasa de dependencia (ratio de personas dependientes por cada trabajador). Una ratio que la ONU estima que esté en 78 personas mayores de 65 años por cada 100 de entre 20 y 64 años, frente a las 33 que hay en la actualidad.

De ahí que los representantes de la OCDE volvieran a subrayar la necesidad de que se siga elevando la edad de jubilación. “La edad de jubilación aumentará en dos años de media en la OCDE en 2060 pero creemos que en España se mantendrá en los 65 años efectiva debido a que se permite que con 35 años de contribución uno se retire y ese periodo es uno de los más bajos de los países analizados. Es una edad muy baja teniendo en cuenta las perspectivas de esperanza de vida”, afirmó Boulhol.

A este aumento de la esperanza de vida dedica también un capítulo Credit Suisse Research Institute en un completo informe que presentó en el Foro de Davos que lleva por título Rethinking Retirement. Entre otros aspectos, compara el tiempo en años del que hoy disfrutan las personas cuando se jubilan y el que se espera que pasarán jubilados en apenas cuarenta años y esta cifra no hace otra cosa que crecer en la gran mayoría de los países analizados.

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Pero, además, en el informe se dedica un capítulo a un concepto que ellos llaman “age inflation” que utilizan para justificar por qué la edad de jubilación debería ampliarse a medida que crece la esperanza de vida de la población. “La edad hoy en día no es lo que solía ser: Si comparas un hombre de 65 años en 1950 con un hombre de 65 años  en 2020, es probable que esta última se haya convertido en biológicamente más joven. La razón es que, debido a un estilo de vida más saludable, un hombre de 65 años hoy en día es probable para estar en mejor forma física y mental que un 65 años de edad, hace 70 años. Por ejemplo, ajustar para las tasas de mortalidad muestra que una persona de 65 años en la Suiza de hoy es comparable a una persona de 51 años en 1950”.

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De hecho, comparan el impacto que la esperanza de vida tiene en la edad de una persona con el impacto que puede tener la inflación en el precio de un alimento. “Toma, por ejemplo, una sandía que cuesta 0,60 dólares en enero de 1950 y 5,98 dólares en noviembre de  2019. Si quieres comparar ambos precios con precisión a través del tiempo, debes ajustar la inflación durante estos 70 años. Lo que encuentras es que las sandías aumentaron efectivamente en (nominal) pero cuando se compara el precio ajustado a la inflación variables (reales), la sandía se convirtió en realidad más barato. En particular, el precio ajustado a la inflación para las sandías en 1950 fue equivalente a 6.57 dólares en el dinero de hoy”, apuntan en el informe.

Desde el banco suizo utilizan este ejemplo para justificar por qué los Gobiernos no deberían tener en cuenta solo la edad cronológica de los individuos para determinar la edad de jubilación sino también otras variables como puede ser la esperanza de vida. Sin embargo, alerta de que ese modelo tampoco es perfecto ya que también podría generar ciertas desigualdades en el sistema. “Ligando la edad normal de jubilación a la esperanza de vida  sólo sería justo para aquellas personas cuya edad está en línea con la esperanza de vida. Los que superen esa media deberían trabajar más tiempo para pagar las pensiones, mientras que las personas que no alcancen esa media verían mermados sus derechos sobre sus pensiones si se impone la misma edad de jubilación es impuesto a todo el mundo. Este ejemplo ilustra que basar las políticas en una estadística generalizada puede no atender las necesidades de los individuos de manera justa y precisa”, afirman.