Arrecian las críticas generalizadas hacia las agencias de calificación y casi todas en la misma dirección: ¿Por qué ahora esta diligencia profesional extrema y no antes? ¿A qué intereses sirven? ¿Por qué no crear una Agencia europea? ¿Son realmente necesarias las Agencias de rating americanas? Estas cuestiones y similares, portadas actuales del papel salmón, relegan a un segundo plano otras con mayor interés en el día a día de los indignados, pero de difícil contestación: dificultad en el acceso a la financiación, de particulares y empresas, y elevado coste de la misma.
Premisas del por qué son así las cosas:
- Los mayores compradores de Deuda Pública y cromos similares, son las entidades financieras y asimilados, patrios o no, que forman lo que se viene en llamar el “mercado”.
- Los mercados financieros permiten a sus miembros invertir la mayoría de su liquidez, en activos con rentabilidades realmente interesantes.
- El sistema de subastas del BCE permite descontar papel, entiéndase obtener liquidez, en un porcentaje determinado, a las entidades financieras a tipos de interés realmente bajos.
- El diferencial de rentabilidad entre activos a vencimiento y repo oficial, cash and carry, depende de las condiciones del mercado, compuesto por quienes ponen las reglas del juego.
Conclusión: No hay catalizadores que nos hagan esperar cambios en un sistema de trading oficial y homologado, en partícipes, volúmenes, márgenes de intermediación y riesgos que se asumen. Para entendernos: ¿Qué interés puede haber en que el dinero salga de este circuito cierto y seguro? Ninguno a corto plazo….