Uruguay, posibilidades y desafíos ante el grado inversor (II)

Esto significó en los últimos meses (en particular en el último mes) un aumento significativo del flujo de capitales extranjeros demandando papeles de deuda emitidos por Uruguay. De hecho, a consecuencia de este flujo de capitales, las autoridades han tenido que implementar algunas medidas al respecto a los efectos de mitigar la apreciación del peso uruguayo frente al dólar.

Tal como señalábamos en el artículo anterior, creemos que es un desafío interesante aprovechar esta coyuntura a los efectos de poder desarrollar fuertemente un mercado de valores en Uruguay. La voluntad política en tal dirección existe y ha sido manifestada en numerosas ocasiones, así sea por el presidente de Uruguay su vicepresidente o el secretario de la presidencia.

De acuerdo a diversas declaraciones hechas a la prensa por estas autoridades, el camino estaría marcado por comenzar la cotización en la Bolsa local de varias empresas estatales que operan bajo el derecho privado; el Estado sería entonces quien dé el puntapié inicial en ese sentido.

Visto todo lo anterior; ¿Qué beneficios podríamos obtener en este contexto?

En primer lugar, revitalizar una anémica Bolsa de Valores creando un mercado secundario dinámico. Esto les otorgaría a los uruguayos una posibilidad de inversión de sus ahorros, a la que hoy acceden pocos y únicamente a través de inversiones offshore.

Sin embargo, la veta más importante y la que motiva este artículo estaría dada por el beneficio que podrían obtener las empresas uruguayas con estos flujos de capitales (los extranjeros en mayor medida, dada la importancia en montos) ahora que el país cuenta con grado inversor otorgado por dos de las calificadoras más importantes a nivel mundial.

Este tema está empezando a acaparar cada vez más atención en la prensa uruguaya, en cuanto puede constituir una alternativa de financiación alternativa (extra-bancaria) al que las empresas uruguayas no están acostumbradas a recurrir.

El camino no es sencillo, ya que por un lado, por más que los inversores extranjeros puedan estar interesados en la renta variable uruguaya y/o en la deuda corporativa de empresas uruguayas, tal vez lo más difícil pase por las propias empresas.

El empresario uruguayo no está habituado a cumplir los requisitos que emisiones de este estilo requieren (brindar información de balances, preparar los prospectos, obtener las calificaciones crediticias requeridas para las emisiones, etc.).

De hecho, algunas investigaciones recientemente realizadas al respecto señalan que en las emisiones de deuda corporativa, las empresas prefieren más la emisión privada sobre la pública, no solo por los plazos de los trámites ante el Banco Central del Uruguay, sino por los numerosos requisitos regulatorios/documentales enunciados.

Lo cierto es que, hoy en día, los Fondos Mutuos Accionarios o de Renta Fija Corporativa (así sean los enfocados en el mercado global, latinoamericano o emergente) no invierten en el mercado uruguayo. Y luego de que el país obtuviera el grado inversor, el no invertir no pasa por falta de deseo, sino por la falta de ofertas al respecto.

Un mercado de valores desarrollado permitiría abrir una posibilidad de inversión de sus ahorros a los uruguayos y también a los capitales extranjeros invertir en el país (en acciones o deuda corporativa). Esto tendría como consecuencia para las empresas uruguayas obtener otra vía de financiación que hoy en día no existe.

Voluntad política, contexto mundial favorable a nuestros intereses, inversores buscando nuevas alternativas, grado inversor; el momento parece ser este, entonces: ¿Quién dará el primer paso?