Una mirada crítica sobre Asia emergente

Malasia
Arjandijksma, Flickr, Creative Commons

Los últimos resultados sobre los beneficios empresariales en Asia no sorprendieron demasiado y confirmaron un entorno general marcado por una demanda débil —aunque no necesariamente en proceso de deterioro— en la mayoría de sectores (tanto en empresas orientadas al mercado interno como en empresas exportadoras). La excepción a este hecho estuvo protagonizada por algunos sectores vinculados a las infraestructuras y las materias primas en China, donde el reciente repunte impulsado por el crédito proporcionó lo que, según las previsiones de Schroders, será un estímulo cortoplacista y, en última instancia, infructuoso. “La mayoría de los obstáculos que identificamos están repartidos por toda Asia, a pesar de las grandes esperanzas de muchos responsables de estrategia del continente”, afirma Robin Parbrook, responsable de renta variable asiática ex Japón en la gestora.

En recientes visitas confirmaron, por ejemplo, que como muchos otros en la región, los valores de consumo en Filipinas están acusando una creciente competencia y una demanda final más débil de lo esperado, ya que el efecto goteo de un crecimiento económico relativamente sólido sigue siendo irregular. “Dados los desafíos generados por el cambio de dirección en los patrones de consumo de los millennials —una generación que claramente no responde a la publicidad y las marcas tradicionales—, creemos que las elevadas valoraciones de las que gozan la mayoría de los títulos de consumo asiáticos, gracias a la aparente seguridad sobre el crecimiento de sus beneficios entre un 10 y un 15% anual a perpetuidad, no son adecuadas”, explica.

En general, estiman que la prima de crecimiento y calidad en los mercados asiáticos es difícil de justificar, mientras que buena parte del resto del mercado sigue siendo poco atractivo en vista de unos gobiernos corporativos deficientes y la falta de hincapié en la creación de valor de cara a los accionistas.

El caso de China

A su juicio, a corto plazo, el crecimiento económico en China se verá favorecido por las actuales medidas de estímulo del Gobierno en materia de infraestructuras. “Se trata de un programa de estímulos típicamente chino, puesto que está encabezado por empresas públicas y financiado directa o indirectamente por bancos, ya sea a través de la emisión de productos de gestión patrimonial a gran escala o mediante dudosas asociaciones público-privadas, cada vez más populares, concebidas por los gobiernos locales para mantener la deuda fuera de sus balances. Estas medidas están apuntalando la economía china a corto plazo, aunque, en nuestra opinión, su efecto será temporal”.

En lo que respecta al mercado bursátil chino, Parbrook cree que las medidas de estímulo serán negativas a medio y largo plazo, puesto que una inversión excesiva implica una mayor destrucción del capital y más préstamos incobrables. “Actualmente, prevemos que, tal y como sucedió en la era posterior a la burbuja en Japón, el Gobierno chino recurrirá a paquetes de estímulos presupuestarios periódicamente para hacer frente a una economía anémica, proclive a la deflación. Esto conducirá a una rápida acumulación de deuda pública. La única diferencia es que las autoridades chinas pueden fingir que la deuda corresponde al sector privado, a través de las empresas públicas y los vehículos de inversión emitidos por los gobiernos locales, si bien salta a la vista que los numerosos y crecientes préstamos incobrables del sistema bancario acabarán en el balance del Gobierno”.

Por otro lado, la ausencia de reformas y de una lucha activa contra las burbujas implica que las vulnerabilidades a largo plazo están aumentando. “Las asociaciones público-privadas son una versión todavía más distorsionada de los vehículos de inversión de los gobiernos locales, y los gráficos sobre el consumo de cemento y acero, sobre los que hemos llamado tantas veces la atención, no hacen sino reiterar que esta será una de las mayores burbujas que veremos en nuestra trayectoria como inversores”.

Ateniéndonos a eventos más recientes, el último episodio de apreciación del dólar estadounidense tras las elecciones se ha visto impulsado por las esperanzas de que la combinación de políticas propuestas por el presidente electo Trump (recortes de impuestos, desregulación, inversión en infraestructuras, etc.) contribuya a la reactivación de la economía estadounidense y lleven a la Fed a subir los tipos de forma más agresiva. Según el experto, esto tendrá diferentes consecuencias en los mercados asiáticos (excluyendo Japón). “Este círculo virtuoso propiciado por un dólar más fuerte y unos tipos más altos en EE.UU. reducirá la liquidez en los países asiáticos y lastrará los préstamos en dólares sin cobertura. Es probable que las salidas de capital especulativo, tal y como hemos visto recientemente, ejerzan presión en las divisas, los bonos y los mercados bursátiles asiáticos”.

No obstante, a diferencia de los episodios anteriores —en los que las medidas de endurecimiento estaban orientadas a ralentizar el crecimiento y frenar la inflación—, en este caso, la Fed está retirando los estímulos en respuesta a una aceleración del crecimiento. “De este modo, asistimos a una transición desde un periodo marcado por un crecimiento anémico y de reducción de la inflación en EE.UU. en los últimos años, hacia un entorno más normal, caracterizado por un consumo y una inversión más saludables en el país. Si esto sale adelante, este contexto de crecimiento más sólido podría favorecer una nueva ampliación del déficit comercial de EE.UU., con el correspondiente repunte de las exportaciones asiáticas y el aumento de la entrada de dólares estadounidenses en Asia a través de estos cauces, lo que podría resultar positivo para muchas empresas y sectores asiáticos”.

Parbrook es gestor del Schroder ISF Asian Opportunities, fondo con la calificación Consistentes Funds People que invierte en valores de renta variable de empresas en Asia (excluyendo Japón), sin restricciones. No está limitado a una industria en particular ni a un tamaño de empresa concreto. Tiene como objetivo situarse en el cuartil más alto de su grupo de homónimos y superar a su índice de referencia en al menos un 2% anual en periodos de 3 años consecutivos, manteniendo un tracking error entre el 3-8%.