Un plan Brady a la europea y otras soluciones para afrontar la crisis de deuda

Las últimas decisiones tomadas por las autoridades europeas sólo suponen un retraso de la solución de la crisis de deuda, a tenor de los expertos que participaron en el desayuno “Consecuencias de una hipotética desaparición del euro junto con una crisis de solvencia en EEUU. Escenarios y previsiones”, organizado por Serenity Markets a través del Instituto de Técnicas Financieras. “Sería mejor que Grecia afrontara el problema asumiendo una decisión drástica de default en vez de postergar la agonía”, comentó Santiago Ulloa, presidente de GenSpring, indicando que el problema está en el fuerte riesgo para el sistema financiero si se hace de forma ruidosa y aclarando que no se trata de ganar tiempo para salvar al país sino a los bancos acreedores.

 

“Salir del euro no es una buena solución, sería peor el remedio que la enfermedad”, comentó José Luis Cárpatos, director de www.serenitymarkets.com, en línea con Gonzalo Lardiés, director del área de gestión de BPA Global Funds y gestor del fondo BPA Fondo Ibérico de Acciones, convencido de que las consecuencias serían más graves que las enmiendas para solucionar la crisis. 

 

“El compromiso político, como en otras ocasiones, está por encima de los desequilibrios y la UE ya ha avanzado mucho en la integración pero hay que tener una verdadera voluntad y conciencia para sostenerla, y con la crisis se están dando importantes saltos cualitativos”, indicó Lardiés, convencido del futuro de la zona euro, en la medida en la que “Grecia es sólo la punta del iceberg de un problema de deuda desbocado en todas las economías occidentales, incluyendo Japón, Reino Unido y EEUU, que se hace patente en primer lugar en las más débiles”. 

 

“Hemos puesto la alfombra roja a los especuladores que han estado vendiendo bonos españoles y comprando otros de países fuertes como los nórdicos, por ejemplo, y los diferenciales de deuda han aumentado de forma exagerada”, comentó Cárpatos. “Hay soluciones imaginativas que sólo buscamos cuando tenemos las clavijas apretadas y que podrían servir, como la instauración de un euro superior para los países más fuertes y otro con una depreciación del 30% para los más débiles, o la adopción de un plan Brady a la europea”, que supondría el intercambio de antiguos bonos helenos por otros nuevos –con o sin descuento- avalados por la zona euro, una solución similar a la puesta en marcha a finales de los años 80 para reestructurar la deuda de varios países latinoamericanos. De hecho, Cárpatos cree que el mercado ya ha descontado las quitas y está preparado para un impago del 30%, y que por eso convendría hacer una “quita ordenada”. 

 

Dos mensajes a Merkel 

 

Para el experto, se trata de si la UE salvará a los bancos, impidiendo la reestructuración, o a todos los ciudadanos. “Tendrá que buscar una solución equilibrada lejos de maniqueísmos políticos”, comentó, recordando que fue la bajada de tipos acordada principios de siglo la que ayudó a Alemania mientras creó una burbuja en otros mercados que se encontraban en un ciclo ascendente y que Berlín fue el primero que incumplió el Pacto de Estabilidad al asumir la reunificación. “No se pueden subir tipos y obstaculizar la reestructuración de Grecia porque Europa destrozaría a los países periféricos. Si pudiera hablar con Angela Merkel le diría en primer lugar que cuando se incendia la periferia del bosque, el fuego acaba llegando al centro y en segundo término, que ahora está jugando con cerillas encima de un barril de pólvora”, porque al retrasar las medidas de solución, cualquier accidente, como una  potencial dimisión del gobierno griego o una revolución social, podría ser letal. 

 

Los tres expertos abogaron así por la toma de soluciones inmediatas y que afronten la realidad de la necesaria reestructuración de deuda griega, dando a la vez tiempo a los bancos para que se capitalicen y vayan asumiendo poco a poco pérdidas en sus balances. “Todo el mundo, tanto el prestamista como el prestatario tienen que repartirse la culpa”, comentó Ulloa. 

 

Y todo, en un contexto, según el experto, en el que EEUU intenta salir de la crisis devaluando su divisa para impulsar sus exportaciones y también emitiendo más deuda que, con la inflación futura que generan estas medidas, acabará diluyéndola a largo plazo. “Todos acabaremos pagando esa espiral de deuda con la inflación de largo plazo, es decir, con más pobreza, pues todos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, explica Ulloa. 

 

Dudas emergentes 

 

Una inflación que también viene del mundo emergente, “ya no tanto el salvador de la economía mundial” ante dos problemas clave: el primero, el riesgo en el sistema político chino ante el inicio de rebeliones antisistema y el segundo, las crisis en Oriente Medio que, de llegar a Arabia Saudí y con la materialización en forma de gobiernos islamistas, podría encarecer el petróleo hasta 200 dólares por barril y frenar el crecimiento. “Hay que darles tiempo para que generen ese efecto tracción sobre la economía global”, comentaba también Lardiés, mientras Cárpatos se planteaba si los datos de China son totalmente fiables. 

 

En este escenario marcado por la espiral de deuda y que obliga a la prudencia, Ulloa recordó que es en las grandes crisis donde se generan las oportunidades, pero analizando muy cuidosamente los mercados. Para Lardiés, una de las soluciones es la inversión en bolsa con un horizonte de largo plazo, en empresas que, a diferencia de las materias primas, generen dividendos, pues la situación actual es más favorable que en el peor momento, que fue mayo de 2010. Por ello no descarta subidas bursátiles en verano y ha incluido en su cartera algún banco. “Lo bueno y lo malo es que pase lo que pase ya no nos va a pillar por sorpresa”, afirmó.