Tres preguntas sobre renta fija desarrollada y respuestas de tres expertos de BNY Mellon IM

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Nico

2017 comienza con un panorama ciertamente complejo para el universo de renta fija. Tres expertos de BNY Mellon IM analizan los desafíos que afrontará la deuda de países desarrollados y las políticas monetarias que sigan en la recámara de los bancos centrales.

¿Qué retos plantea la deuda corporativa?

Peter Bentley, responsable de crédito global y británico de Insight Investments, afirma que “los inversores necesitan ser cada vez más conscientes del riesgo de acontecimientos políticos adversos”, especialmente teniendo en cuenta que en 2017 celebrarán elecciones dos países clave para la UE, Alemania y Francia. Lo harán “en un entorno en que movimientos políticos separatistas hasta ahora marginales tratan de consolidar un respaldo creciente del electorado”.

Lucy Speake, responsable de renta fija europea de Insight, destaca el “auge de los riesgos de crédito idiosincráticos en los mercados con grado de inversión”. Se fija especialmente en la actividad de M&A (fusiones y adquisiciones, por sus siglas en inglés), porque “a menudo benefician a los accionistas de una empresa a expensas de sus bonistas”. Speake recuerda que, en entornos de bajo crecimiento, resulta mucho más difícil a las empresas crecer orgánicamente, “con lo que las operaciones societarias o las recompras de acciones propias se convierten en soluciones naturales”. Esta clase de operaciones generalmente suelen impulsar las ratios de apalancamiento, “lo cual constituye un riesgo para los inversores en crédito”.

Thant Han, gestor de renta fija global en Standish, analiza los efectos del tsunami regulatorio sobre el universo de deuda corporativa: “Los intermediarios han disminuido sus existencias para reducir el riesgo en sus balances y los volúmenes de contratación han bajado pese al aumento de la oferta a través de financiación barata”. Esta conjunción de factores indica que "nos hallamos en las fases finales de la fase de expansión del ciclo de crédito”, aunque Han cree que “aún falta como mínimo un año antes de pasar a una fase bajista”.

“Aunque el ciclo crediticio actual ya ha alcanzado la longitud media de los dos previos, el periodo prolongado de tipos de interés históricamente bajos lo hace diferente”, aclara el gestor. Una de las principales diferencias reside en que, si bien la fase bajista del ciclo suele estar marcada por una recesión, “la actual ausencia de los excesos que normalmente preceden a tales periodos nos lleva a no anticipar recesión alguna a corto plazo”. Han recuerda que, generalmente, “la fase expansiva del ciclo se prolonga un tiempo tras el endurecimiento de la política monetaria, el cual todavía no se ha producido de forma significativa”.

¿Qué partes del mercado parecen más vulnerables?

“El entorno de incumplimientos para los emisores de crédito con grado de inversión permanecerá benigno en 2017, pues el crecimiento positivo y las rentabilidades por cupón bajas les permitirán refinanciar su deuda en condiciones atractivas”, afirma Bentley. Éste recuerda que la demanda sigue siendo fuerte, “incluso a niveles de TIR tan bajos como los actuales”.

Sí observa que el high yield estadounidense ha experimentado un ligero aumento de los impagos, aunque como consecuencia del impacto negativo del desplome del crudo sobre las compañías de energía. Bentley vaticina que, de caer más el precio de las materias primas, “presionarían más si cabe a este sector”.  

“La mayor demanda de rentabilidad y la compra indiscriminada de productos de diferencial hacen que la mayoría de los segmentos del mercado de deuda corporativa sean vulnerables a una corrección”, advierte Thant Han. Añade que “el riesgo de acontecimientos adversos en el sector industrial sigue siendo elevado, debido al coste integral de la deuda históricamente bajo”. La suma de ambos factores hace que "tenga sentido inclinarse por los sectores defensivos como servicios públicos y finanzas, donde los fondos propios de las empresas parecen ser el doble que antes de la crisis debido a los requisitos de los reguladores”.

Por otra parte, el gestor recuerda que unos criterios de préstamo más rigurosos suelen ir de la mano y de un repunte de la tasa de impago: “En EE.UU., tras varios años de relajación, los bancos acaban de empezar a endurecer dichos criterios, y creemos que las tasas de incumplimiento podrían aumentar”.

Posibles actuaciones de bancos centrales en 2017

Lucy Speake prevé que la política monetaria siga siendo acomodaticia en el universo desarrollado: “En EE.UU., el ritmo de subidas de los tipos de interés será probablemente bajo. En Europa, el BCE podría mantener su política actual de tipos de interés negativos de cara al futuro próximo”. Dicho esto, la gestora admite que “la política monetaria muestra señales de estar alcanzando sus límites”, especialmente por las dificultades que están atravesando BCE y BoJ para encontrar bonos gubernamentales elegibles. Asimismo, indica que “las autoridades se manifiestan cada vez más preocupadas por el impacto de las políticas de tipos de interés negativos y de la baja pendiente de las curvas de tipos sobre sus sectores bancarios”.

Debido a esta incertidumbre, Bentley cree que “la especulación en torno a las decisiones de los bancos centrales podría crear volatilidad en los diferenciales crediticios”. Esto podría generar oportunidades para “los inversores capaces de implementar posiciones direccionales largas o cortas en el marco de estrategias de rentabilidad absoluta”

Bentley añade que, en el Reino Unido, “el paquete de medidas de estímulo ya anunciado para combatir los riesgos asociados al Brexit tiene implicaciones importantes para la libra esterlina y la trayectoria de la inflación”, una circunstancia que también puede generar oportunidades para “aquellos inversores capaces de implementar exposiciones activas a divisas durante periodos de volatilidad de los tipos de cambio”.

Thant Han es el que se muestra más crítico con las políticas poco ortodoxas: “El BCE tiene que ajustar su programa para poder ampliar sus compras de activos, y al verse limitado por sus propias reglas, parece reacio a hacerlo. Aunque es imposible estar seguros, creemos que la intención del BdJ de limitar la rentabilidad por cupón del bono gubernamental nipón a 10 años era disponer una relajación monetaria automática ante una eventual subida de la inflación. El problema es que no tiene ningún mecanismo directo para propiciar tal desarrollo”, concluye.