Sector farmacéutico: desafíos y oportunidades en un mundo cuya población envejece

El número de personas de más de 60 años se duplicará hasta constituir más de una quinta parte de la población mundial en 2050. El descenso de las tasas de fertilidad y el aumento de la esperanza de vida, unidos al incremento del patrimonio y el tiempo de ocio posterior a la jubilación, están impulsando la demanda de una serie de productos, servicios y cuidados y, con ella, el crecimiento de los negocios que reconocen esta tendencia demográfica.

En este contexto, el premio Nobel Robert Fogel ha identificado el potencial que subyace en los servicios de salud para transformar las empresas y la industria en este siglo. “Así como los sectores de electricidad y fabricación fueron los que estimularon el crecimiento de la economía en general a principios del siglo XX, salud será el sector de crecimiento del siglo XXI”, escribió Robert Fogel en 2009. “Es un sector líder, lo que significa que el gasto en salud impulsará toda una serie de sectores diversos, como fabricación, educación, servicios financieros, comunicaciones y construcción”. 

Si Fogel está en lo cierto –y todas las pruebas demográficas avalan su tesis–, los inversores tendrán que prestar atención a las consecuencias que de ello se derivan para nuestro gasto en salud actual, a fin de captar las tendencias e identificar los grandes sectores que saldrán beneficiados. 

¿Por qué los inversores ya expuestos a compañías farmacéuticas tradicionales deberían considerar posibles alternativas? Es obvio que esos inversores deben ser conscientes de los problemas fundamentales de la industria: las presiones sobre los precios y una aprobación de medicamentos cada vez más lenta indican que el antiguo modelo de identificación de fármacos estrella está casi desfasado. 

Un número considerable de medicamentos mundiales está a punto de perder su protección de patente. La de Lipitor de Pfizer, número 1 en ventas (12.500 millones de USD en 2009), vence este año. Seis de las diez farmacéuticas líderes de ventas (un 10% de las ventas totales) se quedarán sin patente en dos años.

Además, aunque se gasta alrededor de 70.000 millones de USD anuales en investigación y desarrollo solo en EE. UU., los resultados son cada vez menos rentables. En los últimos años, solo un 10% de los productos han recuperado sus costes de desarrollo, y las tasas de éxito de las pruebas van en descenso desde 2006. Inquieta observar que aproximadamente la mitad de las pruebas de Fase III realizadas el año pasado no fueron aprobadas. 

A pesar de ello, son varias las grandes compañías farmacéuticas que parecen no haber dado con un modelo de negocio alternativo ni haber asumido del todo la inminente desaparición de algunos de sus mayores generadores de ingresos.

Las presiones sobre los precios también empiezan a afectar a la industria farmacéutica. Los beneficios están sufriendo como consecuencia de las reformas sanitarias de Europa y EE. UU. y de la intensa presión sobre los costes. El futuro podrían definirlo los consumidores de los mercados emergentes, donde todo el mundo está acostumbrado a pagar los tratamientos, total o parcialmente, de su propio bolsillo. El resultado es que cada vez son más sensibles a los precios y están abiertos a nuevos modelos de atención sanitaria. 

A la vista de todos estos factores, las rentabilidades sobre el capital de la industria farmacéutica son insostenibles, y la ponderación del sector en los índices irá descendiendo inevitablemente con el tiempo.

En el futuro, el mercado será más pequeño incluso para los fármacos que hoy superan el umbral de ventas de 1.000 millones de USD que les garantiza su estatus de estrella. Para asegurarse tanto la aprobación de producto como la competitividad, los nuevos medicamentos tendrán que ser más eficaces en el tratamiento de poblaciones de pacientes objetivo más específicas. Existen cada vez más indicios de que, de hecho, ese es el único camino para las compañías, tanto grandes como pequeñas, que se propongan crear nuevas terapias efectivas.

Las consecuencias de esto son que empieza a reconocerse más el valor de las pruebas de diagnóstico y que se dedica más esfuerzo a proporcionar los fármacos adecuados, o sus combinaciones, mediante los dispositivos correctos, lo que representa un posible nuevo enfoque para los intereses de los inversores.

Todos los indicios apuntan a que abundan las oportunidades para inversores perspicaces que logren dar con las empresas que triunfen en una serie de sectores que ya se están adaptando a las nuevas circunstancias. Algunas de ellas pueden encontrarse en el campo de los dispositivos médicos, los cuales, por el momento, obtienen más fácilmente la aprobación de los reguladores.

Otra alternativa para los inversores cuyas carteras están muy centradas en empresas farmacéuticas es examinar una serie de sectores que están posicionados para aprovechar las tendencias de longevidad y patrimonio, como los de nutrición sana, asesoramiento financiero para la jubilación o gasto minorista enfocado hacia clientes de más edad.

Estas empresas, en las que un 30% de los beneficios se generan a partir del envejecimiento de la población, están posicionadas para ganar en un entorno como el actual, tanto en mercados emergentes como en los desarrollados, con independencia de las presiones que amenazarán a los gigantes farmacéuticos en el futuro próximo.

Invertir en la tendencia demográfica puede no ser tan obvio como el tópico de la inevitabilidad de la muerte y los impuestos, pero sin duda abre nuevas oportunidades para los inversores que estén dispuestos a pensar en soluciones a más largo plazo.