Robots en el mundo de la gestión de activos: una relación de amor odio

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Dan Ruscoe, Flickr, Creative Commons

Pepper es un robot humanoide que se está haciendo famoso en la T4 del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas. Su estancia en el aeródromo es temporal. Estará presente en la tienda World Duty Free hasta el próximo 2 de octubre para informar a los viajeros sobre el programa de fidelización de RED by Dufry e invitarles a que se registren en la propia tablet que lleva integrada en su hardware. Pepper es un ejemplo más de hasta qué punto la inteligencia artificial y la irrupción de los robots están generando cambios disruptivos en todos los distintos sectores e industrias, un fenómeno que también afecta al mundo de la gestión de activos, donde algunas máquinas están empezando a hacer el trabajo que antes desempeñaban profesionales de carne y hueso.

Este proceso ni se está produciendo ni se producirá de la noche a la mañana. Se está desarrollado de manera muy paulatina, pero con efectos ya visibles. El que más repercusión tuvo se produjo el pasado mes de marzo, cuando la mayor gestora del mundo –BlackRock- anunció la sustitución de varios gestores por sistemas de inteligencia artificial, lo que significaba que aproximadamente 30.000 millones de dólares pasaban a gestionarse de esta nueva forma. No se trata de un volumen relevante si se compara con los cinco billones de dólares que gestiona la entidad a nivel global, pero sí de una cifra que dibuja el camino que está siguiendo (o quiere seguir) la industria en un entorno de presión de márgenes, reducción de comisiones, gran competencia y necesidad de destacar con productos innovadores que ofrezcan mejores resultados que el resto.

“Los métodos tradicionales de inversión están siendo reemplazados por los avances masivos que se están produciendo a nivel tecnológico y Data Science (ciencia que busca estructurar, analizar y ordenar la cada vez más ingente cantidad de información que inunda el mundo). Las gestoras que utilicen las mismas técnicas y herramientas que en el pasado verán limitada su habilidad para generar alfa y satisfacer las expectativas de sus clientes”, explica Mark Wiseman, responsable global de gestión activa en renta variable en BlackRock. La regla en la que confían es muy sencilla: si el producto registra mejores resultados que la competencia, los flujos vendrán solos. Y aquí los algoritmos de los robots están ofreciendo buenos resultados. BlackRock los está teniendo con estrategias de retorno absoluto, como el BlackRock Americas Diversified Equity Absolute Return.

También muy interesantes están siendo los resultados que está obteniendo Goldman Sachs AM con sus fondos CORE, gama basada en un modelo cuantitativo que pasa por tomar a los índices de referencia como punto de partida e ir adoptando posiciones relativas en función de cuáles sean las convicciones del equipo con la información que les aporta el big data. La plataforma que han creado internamente en la entidad les permiten procesar diariamente 40.000 artículos en distintos idiomas, lo que les sirve para adelantarse a la hora de identificar a las compañías que podrían verse favorecidas o perjudicadas por la publicación de noticias e informes. Ningún ser humano tendría la capacidad de procesar toda esa información. Los expertos señalan dos ventajas de la inteligencia artificial en comparación con los analistas humanos: mayor capacidad y desapego emocional.

Además de todo ello, los modelos de aprendizaje de los robots pueden encontrar patrones que a los seres humanos les resultaría muy difícil detectar. Es la gran ventaja de la máquina. La cuestión es que a Goldman Sachs AM esto le está funcionando muy bien en su gama CORE. Los resultados obtenidos en los últimos tres años por los fondos que la integran han sido muy destacables. El GS Europe Core Equity, por ejemplo, ha registrado en este periodo un retorno anualizado del 10,68%, ofreciendo un exceso de rentabilidad sobre el índice del 5,2%. El GS Emerging Markets Core Equity ha rentado de manera anualizada a tres años un 6,4%, con exceso de rentabilidad del 4%. Y lo mismo para el GS Global Core Equity (rentabilidad anualizada a tres años del 9,5% con exceso de rentabilidad del 3,6%) y el GS US Core (retorno del 9,3% con exceso de rentabilidad del 0,45%).

Apuesta por un modelo híbrido

Por ahora, las gestoras están apostando por el tándem que conforman el gestor y la máquina. Éstas ayudan a los gestores en su labor diaria, pero con la amenaza de robarles un día el trabajo, dando así lugar a una relación de amor odio. Desde las gestoras se apuesta por una coexistencia pacífica, pero hay quien cree que esta coexistencia no durará para siempre. Entre ellos está Patrick Hunger, consejero delegado de Saxo Bank en Suiza, quien considera que el enfoque híbrido –máquina y persona- es una solución temporal. “El gestor humano fue y sigue siendo el núcleo del proceso. Aquí es donde se producirá el gran cambio en la gestión de activos. Apoyarse en la tecnología a lo largo de la cadena de valor favorecerá grandes avances. En el futuro, la máquina será el foco de atención. El futuro pertenece al e-Asset Manager”, augura el experto.

Salvo las salidas anteriormente mencionadas que se han producido en BlackRock, por ahora no hay muchos casos en los que la máquina haya conseguido sustituir al gestor. Lo máximo que han conseguido hasta el momento los sistemas de inteligencia artificial es redefinir las tareas del gestor. Sin embargo, esto podría cambiar si el mercado se empieza a inundar de lanzamientos de fondos gestionados por robots. En marzo ya se anunció el primero, el BayernInvest Acatis KI Aktien Global Fonds, un fondo de renta variable global creado por Acatis y BayernInvest controlado completamente por la inteligencia artificial, ya que ningún gestor interviene en el proceso de toma de decisiones.

La selección de valores, el peso que tengan en la cartera y el reposicionamiento los realiza una máquina. Su modelo de aprendizaje se va ajustando progresivamente al entorno del mercado y tiene como objetivo la inversión con un horizonte de largo plazo. Acatis considera que ese aprendizaje podría equipararse al de un analista con años de experiencia en la industria. Del éxito o fracaso que vayan teniendo estos productos dependerá, en buena media, el hecho de que los robots se vayan adueñando de una industria que, al igual que el resto de sectores económicos, es sensible a la disrupción que provocan los avances tecnológicos. Las posibilidades de ser reemplazados por robots existen, aunque no es la única profesión que se ve amenazada. Incluso los economistas están en serio peligro de que un día su trabajo sea realizado por una máquina...

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