Riesgos, inversiones y empresas emergentes

Un asunto de fondo radica en que diferentes tipos de activo tienen diferente tipo de riesgo, aun procediendo del mismo emisor. Por definición, la deuda (generalmente representado en bonos) es una obligación contractual del que la emite. Las acciones, incluso las preferenciales, no tienen esta obligación, y su pago es el remanente luego de que todo lo demás ha sido pagado, si hablamos de un evento de quiebra corporativa. En términos sencillos, si una corporación A tiene deuda y acciones, y en un momento quiebra, los poseedores de la deuda tienen prelación en los pagos que los poseedores de las acciones.

En un mundo de riesgo, el cual aumenta con cada nueva mala noticia proveniente de alguna parte del mundo, la probabilidad asociada a un incumplimiento se ha incrementado, lo cual lleva a que en igualdad de circunstancias, los inversionistas prefieran el activo con la posibilidad de repago más alta. Por esta razón, y no por otra, es que los estrategas a nivel global empezaron a recomendar invertir en deuda, desprendiéndose de acciones. Lo cual parece una recomendación prudente, con el mundo en desajuste: no solo es Europa, se suma la desaceleración asiática y el dato de empleo en USA, este último que no debe ser sorpresa, pues ya habíamos hablado de lo mal que lucía el sector, a pesar de algunas cosas interesantes y de que los datos no fueran del todo malos (no hay peor ciego que el que no quiere ver).

Sin embargo, con el precio de los bonos de deuda publica en niveles insosteniblemente altos, no toda la deuda es igualmente beneficiada. El retorno marginal de un Tesoro norteamericano o alemán podría ser mínimo en los meses siguientes, a menos de que existan inversionistas dispuestos a mantener inversiones a 10 años con tasas de retorno nominales cercanas al 1,50% o inferiores. Teniendo en cuenta que la inflación tarde o temprano pasara cuenta de cobro del exceso monetario decretado por muchos banco centrales, invertir en deuda gubernamental no solo es ilógico, es un suicidio colectivo.

Los mas afanados, de forma clara, deben ser los millones de personas cotizando para pensión en el mundo desarrollado que ven como los retornos de sus fondos previsionales se vienen al piso. Nadie, bajo ninguna circunstancia, se pensiona ‘decentemente’ con inversiones al 2% o inferiores. Por definición, y con algunas matemáticas financieras básicas, una tasa para garantizar una pensión interesante, debe rondar el 8% en el largo plazo. Pero el mundo desarrollado actual no lo hace, y podría no hacerlo en mucho tiempo.

Esto pueden ser grandes noticias para el mundo en desarrollo, especialmente para sus empresas. Con la avidez de opciones de inversión y de retorno, los inversionistas miraran empresas en países como los latinoamericanos que tengan negocios sólidos y flujos de efectivo estables. A pesar del miedo de los inversionistas, empresas con estas características podrían financiarse en los mercados internacionales de manera rápida, eficiente y económica, con un consecuente beneficio para sus balances corporativos. Al mismo tiempo, los inversionistas del común, encontraran rendimientos interesantes en la deuda corporativa, más que las acciones. Así que un poco de rebalanceo a los portafolios mientras las acciones vuelven a ser altamente atractivas, no estaría mal en estos meses.