El coste que le supone a los inversores el mal uso que hacen de los fondos

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Melenita2012, Flickr, Creative Commons

Los inversores suelen utilizar mal los fondos de inversión. O, al menos, no les sacan todo el jugo que podrían. Se trata de un fenómeno muy extendido. No importa el país ni la categoría de producto sobre la que se haga el análisis. Las rentabilidades del folleto no siempre casan con las que en realidad obtienen los clientes. Hay fondos que han generado resultados positivos y, sin embargo, la mayoría de sus partícipes están en negativo. ¿A qué se debe esta circunstancia? La respuesta es muy sencilla: los inversores destruyen valor al hacer market timing. En general, las rentabilidades de los inversores se quedan por debajo de las totales, ya que los inversores tienden a comprar después de que un fondo haya subido y a vender después de que haya perdido valor. “El market timing no siempre da los resultados esperados. Muchos inversores se han dado de bruces al intentar aplicar la estrategia de comprar barato y vender caro”, recuerda Philipp Vorndran, estratega de mercados de Flossbach von Storch.

Morningstar lo ha plasmado en su informe Mind the Gap 2017, en el que mide la rentabilidad que ha obtenido el inversor medio en un fondo y el impacto que su comportamiento ha provocado en los resultados de la inversión. El estudio, que toma como muestra fondos domiciliados en Luxemburgo, EE.UU, Reino Unido, Australia, Canadá, Hong Kong, Singapur, Corea y Taiwán, utiliza la metodología de rentabilidades del inversor desarrollada por Morningstar para calcular la rentabilidad ponderada en dólares del fondo que incorpora el efecto de las entradas y salidas de efectivo de las compras y ventas de participaciones, así como el aumento del patrimonio del fondo. El gap hace referencia a la diferencia entre las rentabilidades ponderados en función de los flujos y en función del tiempo, lo que refleja cómo de oportunistas han sido los inversores con su capital.

Haciendo la media ponderada por activos de los fondos domiciliados en Luxemburgo se observa que el hachazo en rentabilidad en los últimos diez años ha sido de 74 puntos básicos. En EE.UU. la brecha es de 37 puntos básicos. La buena noticia es que, en ambos casos, la brecha se está encogiendo. Sin embargo, las cifras esconden una importante dispersión. En determinadas categorías, el gap es muy superior. Analizando lo sucedido con los fondos domiciliados en Luxembrugo se observa claramente que en las categorías de renta variable y gestión alternativa la brecha entre la rentabilidad total generada por los gestores y la obtenida finalmente por los inversores es mayor, concretamente de 153 y 112 puntos básicos, respectivamente. En los fondos de renta fija, por el contrario, la diferencia es mucho menor (apenas 27 puntos básicos).

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Análisis de un caso concreto

La explicación a este fenómeno radica en que el inversor tiende a mantener más tiempo en cartera aquellos fondos que asumen una menor volatilidad que aquellos que entrañan un mayor riesgo. O, dicho de otro modo: cuando se producen fuertes oscilaciones en los precios es más fácil que el inversor se asuste y venda. Analizando un caso concreto se puede entender mucho mejor este fenómeno. Para ello hemos seleccionado dos fondos de renta variable paneuropea de una misma gestora: Invesco. Se trata del Invesco Pan European Equity y del Invesco Pan European Structured. Ambos son productos direccionales, que centran su universo de inversión en Europa, con un claro sesgo hacia compañías de gran capitalización y que buscan oportunidades por valoración. La principal diferencia entre ellos estriba en que el Structured, además de fijarse en las valoraciones, presta mucha atención a la volatilidad de las acciones que selecciona, con el objetivo de mitigar el riesgo de la cartera.

Según cálculos de Morningstar, en el último lustro ambos han ofrecido un retorno anualizado muy similar (13%), pero el Invesco Pan European Equity lo ha hecho asumiendo una volatilidad anualizada del 14,7%, mientras la del Invesco Pan European Structured ha sido casi cuatro puntos inferior (11%). Esto ha tenido sus efectos sobre el retorno total obtenido por los partícipes. En el fondo de John Surplice y Martin Walker, la rentabilidad generada en realidad por los inversores ha sido del orden del 4%. La diferencia entre lo que ha generado el fondo en este periodo y lo que se ha llevado el inversor es enorme: casi nueve puntos. Por el contrario, en el fondo de Michael Fraikin y Thorsten Paarmann la rentabilidad real ha sido del 9,1%, por lo que el diferencial se reduce a cuatro puntos. Es decir: si el inversor del Invesco Pan European Equity no se hubiese movido del fondo, su rentabilidad hubiese sido similar a la que habría obtenido con el Structured.

Es un caso extremo que demuestra que, aunque en la práctica ambos fondos han llegado con sus respectivas filosofías al mismo puerto en términos de rentabilidad, el hecho de asumir mayores volatilidades hace que los inversores entren y salgan de los productos en momentos poco recomendables para ello, lo que al final contribuye a mermar la rentabilidad que obtienen. Tienden a vender cuando el fondo ha caído y a comprar cuando ha subido. “Unirse a los demás en la cima es tranquilizador: uno no se siente solo y participa en el impulso que genera la corriente. Vender en mínimos, cuando el miedo es mayor, desgraciadamente también resulta muy fácil. Ayudar a la gente a pensar en objetivos a largo plazo, a filtrar la volatilidad a corto plazo, la cacofonía de emociones y la avalancha de información y opiniones es muy importante”, explican desde Capital Group.

Mejores resultados con programas de inversión sistemáticos y con fondos de bajo coste

Otra de las conclusiones del estudio es que los inversores obtienen mejores resultados al utilizar programas de inversión sistemáticos y también al seleccionar fondos de menor coste. “Las aportaciones periódicas a planes de ahorro sistemático y el reequilibrio automático resultan clave para generar rentabilidades positivas para los inversores en países como Australia, Corea del Sur y EE.UU”, señala Russel Kinnel, director de Análisis en Morningstar. “Como los planes de ahorro ofrecen cada vez más una opción de inversión automática, los inversores también están obteniendo más acceso a los fondos de menor coste. Nuestros análisis demuestran que, cuando se clasifican por coste, los fondos más baratos producen mejores rentabilidades para los inversores en general, una tendencia emergente en Luxemburgo y EE.UU”, señala el experto.

Cuando se habla de productos de bajo coste, Morningstar se refiere principalmente a los fondos indexados. El gap entre las rentabilidades que ofrecen estos productos y las que obtienen los partícipes es mucho más estrecha. La firma de análisis lo achaca al hecho de que estos productos han registrado en los últimos cinco años una menor volatilidad y también al uso estratégico que el inversor hace de ellos en sus carteras. Pero podría haber más razones, algunas de índole psicológico. “Para un inversor perder un 10% con un fondo de gestión activa cuando el mercado ha subido un 10% es insoportable. Si, por el contrario, pierde un 10% y en los medios de comunicación dicen que el mercado ha bajado un 10%, se siente mejor. Con los fondos pasivos el sufrimiento es menor, ya que pierden o ganan con todo el mundo”, explica François Badelon, gestor y fundador de Amiral Gestion. Es el efecto balsámico que para el inversor supone seguir a la manada.