Rediseñando las instituciones monetarias internacionales

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Joel Filipe (Unsplash)

El problema no es la falta de voluntad del FMI, es que este se creó cuando las condiciones globales eran diferentes y cuando las necesidades eran distintas. Parte de la constitución del FMI radicó en fomentar mecanismos eficaces para que el comercio internacional fluyera y para que las cuentas externas de sus miembros, como la Balanza de Pagos, no sufriera fuertes desequilibrios. Sin embargo, con el pasar de los años, el comercio mundial ha dejado de ser la variable a fomentar, pues la misma funciona bastante bien, y se ha dado paso a ser las finanzas públicas las que necesitan fuertes ajustes, pues están, como hemos visto, prácticamente quebradas. Con el problema adicional de que existen pasivos gigantescos en muchos países que siguen siendo una carga futura muy grande, por más ajustes que se hagan de corto plazo.
 
En vista de esto, se hace necesario revisar el papel de los organismos monetarios internacionales, para que puedan cumplir con una función de estabilización, evitar crisis financieras y poder contar con herramientas suficientes que le permitan, por medio de ejercer veto a ciertas actuaciones de diferentes sectores, ajustar la economía a niveles correctos. En este marco se necesita no solo mirar los problemas actuales sino diseñar escenarios de largo plazo que permitan ver, dentro de 50 años, cuáles serían los problemas que tendría que atacar un organismo diseñado para proporcionar estabilidad a la economía global, entre los que resaltan por ejemplo, una población más vieja, problemas climáticos, problemas alimentarios, entre otros.
 
Es evidente que el nuevo orden económico global impone que se vuelvan a repartir las cargas dentro del FMI y que atrás quede esa vieja premisa de que el FMI para Europa, el Banco Mundial para Estados Unidos. El mundo actual es muy diferente al que se tenía en 1948 cuando nació el FMI, en el que Europa, aún destruida, seguía siendo el segundo jugador en importancia a nivel global. Hoy en día ya sabemos que las economías más grandes del mundo en 2050 serán India y China, que países de grandes poblaciones serán muy relevantes, como Brasil e Indonesia, que los patrones demográficos determinarán ganadores y perdedores en próximos años.
 
Replantear estas instituciones es un reto grande, pues se debe cambiar no sólo la composición interna, la forma en que trabajan, sino la percepción que cada miembro tiene de estas instituciones. Se debe saber, además, que el reto no es económico, sino que implica grupos de trabajo que sepa de instituciones financieras, de derivados y que se haga seguimiento e investigación sobre estos temas que son los que han demostrado afectar el desempeño de los mercados globales. En fin, es darle el vuelco para que el FMI logre diseñar estrategias de salvamento rápidas y puedan ser eficaces para el desempeño equilibrado de la economía internacional.