Razones e implicaciones del desplome de la bolsa china: opinan las gestoras internacionales

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Las bolsas chinas no levantan cabeza. Pese a la batería de medidas aprobadas por el Banco Popular de China y por el regulador local desde el pasado 26 de junio, las acciones de clase A que cotizan en los parqués de Shenzhén y Shanghái continúan en caída libre.

Según el diario chino Securities Daily, en la última semana más de 650 empresas (casi un 25% del total de las cotizadas) han solicitado que se suspenda su cotización en un intento por frenar las pérdidas, lo que podría implicar sanciones más adelante si no son capaces de justificar adecuadamente esta decisión.

¿Cómo se explica esta brusca corrección? Fabrice Jacob, de JK Capital Management, la filial de La Française AM especializada en el mercado asiático, identifica dos claros desencadenantes. Por un lado, la naturaleza retail del mercado de acciones de clase A, “dominado en un 85% por inversores particulares, a diferencia de la mayoría de los mercados desarrollados, que suelen estar en manos de inversores institucionales” lo que explica la fuerte volatilidad. Y por otro lado, el alto grado de apalancamiento, que se ha disparado en los últimos doce meses coincidiendo con el rally bursátil hasta alcanzar la cifra récord de 2,2 billones de yuanes (unos 320.000 millones de euros), equivalente al 3,5% del PIB de China.

Pero eso es solo lo que han prestado los intermediarios regulados: “Se estima que se han realizado préstamos apalancados por valor de otros 2 billones de yuanes a través de los canales no oficiales”, asegura el gestor del LFP China Value. Y, mientras que los agentes bursátiles permiten apalancarse en hasta el 50%, algunos intermediarios no oficiales llegan a ofrecer el 90%, lo que eleva aún más la volatilidad”.

Frenesí alcista

Pero, ¿qué ha empujado a empresas y particulares chinos a endeudarse de esta forma para comprar acciones? Sobre todo en un momento en el que los fundamentales económicos no parecen justificar el frenesí alcista. “Los datos de actividad comenzaron el año de forma anémica y se tornaron tremendamente decepcionantes en marzo: un contexto poco favorable para obtener buenos resultados”, explica Craig Botham, economista de mercados emergentes de Schroders.

“Pero, junto con la debilidad de los datos llegaron las expectativas —y las promesas— de políticas de estímulo”, continúa. “Las inyecciones de liquidez por parte del banco central chino ayudaron a crear un clima de confianza y forjaron la hipótesis de que los datos negativos, a partir de ese momento, eran una señal para comprar más. Aunque estaba claro que se estaba formando una burbuja —en el sentido de que el aumento del PER es difícil de justificar en una economía que sufre exceso de capacidad y escasez de demanda—, se puede decir que los inversores no se comportaron de forma totalmente irracional”.

Así que, en cierto sentido, el rally bursátil fue fomentado por los esfuerzos de las propias autoridades chinas por abrir nuevas vías de financiación para las empresas más allá del crédito, ya que, como apunta Botham, “un mercado alcista ofrece las mejores condiciones para las salidas a bolsa”.

Implicaciones para la economía china

La pregunta que muchos se hacen ahora es si las correcciones pueden acabar desestabilizando la situación económica del país. Aunque el experto de Schroders cree que esta crisis puede debilitar la supuesta omnipotencia del gobierno chino, “pensamos que la economía real está lo suficientemente desconectada de la bolsa como para que el impacto sobre el crecimiento se limite a las firmas financieras y a los inversores más adinerados que participaron en el rally y posterior desplome”, una idea que se ve respaldada por las estadísticas oficiales, según las cuales las acciones representan solo el 8% de la riqueza de los hogares en China, frente al 20% en los países desarrollados.

No obstante, el economista considera que “el desplome del mercado de acciones representa un riesgo real para las medidas orientadas a equilibrar y refinanciar la economía y un verdadero obstáculo para cumplir el objetivo de crecimiento del 7% para este año”.

Pero quizás las consecuencias de esta crisis no sean solo negativas. “Hasta cierto punto, las correcciones han forzado la aprobación de ciertas reformas muy necesarias que mejorarán la eficiencia del mercado”, argumenta Fabrice Jacob. “Los acontecimientos de las últimas semanas le han abierto los ojos al regulador sobre ciertos aspectos del mercado, como la necesidad de una mejor regulación de los préstamos apalancados y de una mayor presencia de inversores institucionales que se guíen por los fundamentales. Y, además, las valoraciones han vuelto a niveles más aceptables”, concluye.