¿Qué supone un voto positivo o negativo al referéndum griego? Posibles escenarios

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linksfraktion, Flickr, Creative Commons

El pintor Eugène Delacroix pintó en 1826 “Grecia expirante entre las ruinas de Missolonghi”. El cuadro es una alegoría de la situación de la Grecia de la época, sometida al yugo de los turcos. En el cuadro, una mujer vestida con el traje tradicional griego simboliza a la Grecia que lucha por su independencia. En un segundo plano puede observarse un soldado turco, como símbolo de la opresión. En pleno 2015, la lucha de Grecia es por su independencia económica, y la decisión del presidente Alexis Tsipras de convocar un referéndum el próximo 5 de julio ha marcado un hito en la historia de la UE, al estar al borde del impago soberano (el plazo para pagar al FMI termina esta noche). Además, hoy expira el segundo rescate a la economía griega. 

“El impago al FMI no implica una salida automática de Grecia de la eurozona” aclara David Stubbs, estratega de mercado global de J.P.Morgan AM. La postura de la firma es que, si el 5 de julio el pueblo griego vota a favor del acuerdo, es más probable que el país permanezca en el euro. No obstante, matiza el experto, “se ha incrementado sustancialmente la probabilidad de que acabe abandonando la moneda única, de forma accidental o no”. 

En este contexto, la reacción del BCE al impago heleno será crucial: “Si endurece los criterios que aplica a las garantías asociadas a la línea de liquidez de emergencia (ELA, por su siglas en inglés), es muy probable que Grecia tenga que usar pagarés (certificados IOU) para hacer frente a los principales gastos del país, como las nóminas del sector público, pagaderas a final de mes. Estos certificados IOU podrían empezar a funcionar como una divisa paralela mucho antes de que Grecia saliese del euro”. A esto añaden que “ahora mismo no existe ningún procedimiento legal para abandonar la eurozona, por lo que pasarían muchas semanas antes de que ocurra y podemos esperar que la historia dé muchas más vueltas hasta entonces”.

Salman Ahmed, estratega global de Lombard Odier IM, coincide en el papel clave del BCE. Recuerda que “el programa QE no es sólo una herramienta macro, sino que dado el ajuste en el balance intrarregional que genera, también es un mecanismo de reforzamiento de la unión para la eurozona”. Ahmed espera que la deuda periférica, tanto soberana como corporativa, experimente una significativa presión en los próximos días a cuenta de los movimientos griegos, pero afirma que “el programa QE pone un límite sobre el ensanchamiento del diferencial”. Además, espera que “el BCE sea bastante agresivo a través de la comunicación y la acción (si es necesaria) para mitigar cualquier contagio sostenido. 

Las consecuencias de un “Sí” o un “No”

Para Christophe Bernard, jefe de estrategia en Vontobel AM, si los griegos votaran afirmativamente “al menos clarificaría que una mayoría griega apoya las reformas estructurales para mejorar la competitividad”. Sin embargo, el experto cree que “sería difícil imaginar un gobierno impulsado por Syriza que implemente las reformas que han denunciado fieramente”. También considera improbable la composición de un gobierno de coalición alternativo dado que los partidos pro europeos griegos sólo cuentan con 106 de los 300 escaños del parlamento griego, por lo que concluye que lo más probable es que se convocasen nuevas elecciones. “El gobierno actual ha sido elegido por un programa anti austeridad que no es compatible con la sostenibilidad de la deuda, al menos a ojos de sus acreedores. Además, sus principales convicciones sobre el gasto público y el mercado libre no son propicios para las inversiones privadas, lo que no trae buenos augurios sobre el escenario para la economía griega, tanto si está fuera o dentro de la eurozona”, asevera Bernard. 

En caso de un voto negativo, que es el que apoya el Ejecutivo, el jefe de estrategia que “a un impago le sucedería la agitación social y sería muy improbable que continuase siendo estado miembro”, aunque matiza que hay mucha incertidumbre en torno a este punto. Bernard también recuerda que un impago al FMI no implicaría la declaración de impago sobre otros instrumentos de griega, pero que si el país no consiguiera devolver el 20 de julio al BCE los 3.500 millones que le adeuda “ciertamente llevaría a una reevaluación sobre la financiación de emergencia del BCE”. El experto cree que “finalmente prevalecerá la dimensión política, es difícil retener a un país dentro de la eurozona si las normas están en contra de la voluntad de su gente”. El proceso en sí de salida también es una incógnita, dado que el Tratado de Maastrich no prevé la salida de un estado miembro. 

Para Hans Bevers, economista de Petercam, “en caso de que los ciudadanos griegos voten no, parece que está hecha la salida de la eurozona”. El experto apunta a que, en teoría, los acreedores europeos “todavía podrían cambiar su posición, pero no parece muy probable”. En cambio, si los griegos se manifiestan a favor de las condiciones de sus socios europeos, “con casi toda seguridad Tsipras dimitiría y sería probable que se convocasen nuevas elecciones, por lo que la incertidumbre seguiría existiendo”. 

“Desde un punto de vista económico, después de años de severos ajustes presupuestarios y de la gran caída de la calidad de vida, no está claro por qué los acreedores exigen más a Grecia, puesto que esto no haría nada por mejorar la situación de la deuda griega”, reflexiona Bevers. Éste afirma que “todo lo que necesita Grecia ahora es un poco de crecimiento económico y hay buenos indicadores (se vieron indicios de recuperación antes de que empezaran las negociaciones) de que de hecho Grecia estaba destinada a crecer en los dos próximos años”. Es más, para el economista “una reestructuración de la deuda griega no es lo más urgente. Dado el bajo tipo de interés implícito, un poco de crecimiento reduciría significativamente la ratio de deuda griega”. 

“Una de las cosas clave para monitorizar durante la semana será la percepción de los votantes griegos sobre quién tiene mayor responsabilidad sobre la dramática situación que ha emergido ahora en Grecia”, comentan desde NN Investment Partners. Éstos aseveran que “el gobierno de Syriza ha responsabilizado directamente a los acreedores, pero sigue siendo cuestionable que Tsipras pueda convencer a sus votantes de que él tiene credibilidad para ofrecer un futuro mejor después de un voto negativo en términos de calidad de vida y perspectiva de trabajo para la gente griega”. Desde la gestora observan que la estrategia de Syriza será que un voto afirmativo supondrá aceptar más austeridad, mientras que la oposición y los acreedores tratarán de convencer a los griegos de que el referéndum será plebiscitario, pues un voto afirmativo será una manifestación del deseo de Grecia de permanecer en la eurozona. 

Mark Burgess y Toby Nangle, expertos de Columbia Threadneedle Investments, indican que “las encuestas más recientes sugieren la mayoría de voto afirmativo, contra el que está haciendo campaña el gobierno actual”. En este contexto, creen que “el cierre de los bancos griegos esta semana parece reforzar la probabilidad de este resultado”. No obstante, creen que incluso un voto a favor de las reformas no despejaría del todo la situación, pues coinciden con los expertos de Vontobel AM y Petercam en que se incrementarían las probabilidades de elecciones generales. 

Otros efectos subyacentes

Paras Anand, director europeo de renta variable de Fidelity Worldwide Investment, recuerda que “los referéndums son a menudo un intento de asegurarse capital político cuando los problemas son muy polémicos y los riesgos particularmente altos”. Anand se muestra muy crítico con el último órdago de Tsipras: “Consultarlo con la gente puede ser un movimiento astuto pero de alto riesgo. En un intento de salvar su posición como líder de un partido que está a la vez fragmentándose y menguando en popularidad, Tsipras está poniendo la decisión de permanecer en el euro en manos de los electores”. También se muestra pesimista sobre el acuerdo que se alcance, si es que finalmente se llega a alguno: “En una economía en la que la economía 'convencional' es cada vez más marginal, dada la fragilidad del gobierno y del sistema bancario, cualquier acuerdo en las medidas de reforma (si hubiera alguno) lo tendrá complicado para lograr un impacto material”. 

En este contexto, Anand observa que los acreedores de Grecia “están cada vez más desencantados con el proceso y no solo ven el ‘Plan B' como muy posible, sino como algo deseable”, y denuncia que “la situación se está transformando en una crisis humanitaria”. El experto comenta finalmente de otra derivada de un escenario de Grexit: “El riesgo de que la situación griega incremente el apoyo a partidos anti-UE en la eurozona es más limitado de lo que muchos argumentan y puede, de hecho, galvanizar al resto de la unión”. 

Simon Ward, el economista jefe de Henderson, afirma que después de los últimos giros dramáticos “la recesión de Grecia ahora se volverá significativamente más profunda, y los controles de capital seguirán en escena durante meses”. Sin embargo, cree que “las implicaciones directas para la economía y las financias del resto de Europa son insignificantes, reflejando el pequeño tamaño de la economía griega y el ajuste de las exposiciones financieras hacia acreedores oficiales”. Al contrario que para el experto de Fidelity, Ward cree que el mayor riesgo en este entorno es el del contagio político a otros países antieuropeos: “España y Portugal celebran importantes elecciones a final de año”, comenta al respecto.