¿Qué supone la salida de EE.UU. del Acuerdo de París para la ISR?

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Gage Skidmore, Flickr, Creative Commons

El Acuerdo de París ha sido citado frecuentemente por las gestoras de fondos especializadas en ISR como un hito a favor de la lucha contra el cambio climático. Firmado en 2015, 195 países se comprometieron a la adopción de acuerdos jurídicamente vinculantes sobre la emisión de gases de efecto invernadero, con el fin de limitar el calentamiento global entre 1,5º y 2ºC respecto a los niveles preindustriales. Aduciendo el cumplimiento de una promesa electoral, Donald Trump retiró la semana pasada a EE.UU. del Acuerdo. Las gestoras internacionales piden mantener la cabeza fría ante este suceso.

Helena Viñes, responsable de análisis de sostenibilidad en BNP Paribas AM, recuerda que EE.UU. no podrá salir efectivamente del Acuerdo hasta el 4 de noviembre de 2020, “muy poco después de las próximas elecciones presidenciales, a no ser que EE.UU. decida salirse también de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), en cuyo caso la salida será inmediata”.  Viñes considera que este paso “inevitablemente ralentizará el ritmo de la transición energética en EE.UU.”. También anticipa que el país no cumplirá su objetivo de reducir entre un 18% y un 26% la emisión de gases invernadero para 2025.  

Eric Borremans, experto global en sostenibilidad de Pictet AM, explica que cada cinco años desde 2020 habrá revisiones y posibilidad de medidas más agresivas de reducción”. Según cálculos de la Agencia Internacional de la Energía, para 2040, el crecimiento de demanda anual de carbón será de -2% y de -0,5% en petróleo, mientras que el gas tendría un crecimiento del 0,5% y las renovables, un 4% anual. “Así que, con la presión tecnológica, las preferencias de los consumidores, la mejora de la eficiencia energética y regulación e impuestos, la producción de petróleo mundial puede reducirse a 74 millones de barriles por día desde los actuales 90”, detalla el experto, con independencia de la retirada de EE.UU.

Razones para la esperanza

La responsable de BNP Paribas AM considera que “el impacto probablemente sea más bajo de lo pensado”, y afirma que “la transición energética global continuará con su camino hacia delante”. Indica que “dentro de EE.UU., hay estados (como California y Washington), ciudades (de Nueva York a Seattle), empresas (más de 350 corporaciones líderes han firmado la petición) e inversores que han dado un paso adelante para reiterar su compromiso con el Acuerdo de París con independencia de Washington”.

Los otros países firmantes del acuerdo han mostrado una fuerte disposición para luchar contra el cambio climático, “particularmente China, India y Europa”. Como EE.UU. es el segundo mayor emisor de CO2 a nivel mundial (15% de todas las emisiones) y se había ofrecido a financiar la lucha contra la contaminación en los países más pobres, su retirada del pacto “se traduce en un mayor compromiso” por parte de los otros países según Viñes.  

La responsable destaca en último lugar el mayor desarrollo de las renovables en EE.UU., gracias a la caída continuada de los costes y al avance tecnológico, frente a la concesión de subvenciones o por imperativo regulatorio. “La Administración está forzando una América de dos velocidades, con una de ellas preparada para maximizar las oportunidades que ofrece la transición energética – en terminos de desarrollo tecnológico, mercado y creación de empleo-; y con otra América que será marginada del mercado y de los cambios tecnológicos que marcarán los mercados globales en el futuro”, declara.

“Las energías renovables son cada vez más baratas”, corroboran en Pictet AM, en referencia a que “con los avances tecnológicos, el coste de la energía eólica, solar y otras renovables ha caído dramáticamente los últimos años”. Por ejemplo, “en EE.UU. la eólica ya es más barata que cualquier otra forma de energía: incluyendo subsidios cuesta 25 dólares por megavatio hora”. A esto se añade la presencia de un marco regulatorio respecto a eficiencia energética, “implantado a nivel de Estado y gobiernos locales, respecto al que la administración Trump tiene poco control”.

Qué pueden hacer las gestoras

Cindy Rose, directora de Inversión Responsable en Aberdeen, afirma que la decisión de EE.UU. “es claramente un paso hacia atrás”. Rose defiende en este contexto la necesidad de seguir ejerciendo el activismo como una manera de contribuir a la causa: “Seguimos comprometiéndonos con compañías sobre sus riesgos de carbono y las presionamos para que sean más sostenibles”.

La experta considera que el papel de las empresas es clave, puesto que afirma que “la dirección del viaje es de un solo sentido y es hacia un modelo más sostenible”. Así, con independencia de lo que haya decidido EE.UU., subraya que “los inversores todavía entienden la importancia de moverse hacia una economía de bajos niveles de carbono”.

Por su parte, desde Robeco afirman que “el cambio climático es una fuente significativa de riesgo material para las inversiones”. En el lado positivo, además de destacar el compromiso del resto de firmantes del Acuerdo de París, afirman que “la comunidad ISR está unida en torno a la necesidad de acciones climáticas”. La gestora también muestra su voluntad de seguir aprovechando todos los medios posibles para influir en el debate: “Pensamos que, actuando colectivamente, los inversores pueden crear impacto y conseguir resultados positivos. Seguiremos usando nuestra voz para expresar este mensaje e influenciar a las empresas para que tomen acciones contra el cambio climático”.

 

“Las energías renovables, el gas natural y la energía solar y eólica contribuirán a la creación de empleo, innovación y valor a largo plazo”, afirma Ben Peeters, especialista ISR sénior de Candriam. Éste pone como ejemplo que, durante el primer trimestre de 2017, en la UE se vendió casi un 50% más de vehículos eléctricos que en el mismo trimestre del año anterior.

El experto cree que, con independencia del movimiento de EE.UU., las empresas han empezado a tomar medidas: “Adaptan su modelo empresarial y comprenden que pueden ser sostenibles o no. Esta es la única manera de dominar los riesgos, maximizar las oportunidades y seguir siendo competitivos a largo plazo”. Adicionalmente, subraya que cada vez más inversores demandan soluciones sostenibles: “Las empresas que integran criterios sostenibles en su gestión empresarial, son elegidas antes que las empresas que no prestan atención al medio ambiente, la sociedad o no tienen una buena gestión”. La conclusión a la que llega Peeters es la siguiente: “El ‘no’ norteamericano solo ha servido como estímulo para incrementar el apoyo internacional y social sobre el acuerdo climático, incrementando la sostenibilidad industrial”.