¿Qué aporta el big data al mundo de la inversión?

derekGavey
derekGavey, flickr, Creative Commons

Cada mes, unos 13.000 analistas elaboran cerca de 2,7 millones de previsiones, y se publican cientos de miles de informes al año. Para un inversor, o incluso para un equipo de inversores, es literalmente imposible manejar esta avalancha de información. “Una persona que leyese a un ritmo de 200 palabras por minuto tardaría más de 865 horas en leerse todos los informes publicados en un mes”, señalan los expertos de Goldman Sachs Asset Management en un informe reciente en el que la casa estadounidense analiza la cuarta revolución tecnológica: la digital.

Cada nueva revolución tecnológica –la agrícola de finales del siglo XVIII, la industrial de finales del siglo XIX a mediados del XX y la informática, desde los años sesenta– ha implicado grandes avances en productividad y, en este sentido, “la posibilidad de integrar el análisis de vastos volúmenes de datos –lo que se conoce como big data o macrodatos– en las dinámicas industriales y comerciales ofrece un enorme potencial para transformar la economía y las oportunidades de inversión”.

Vivimos en un mundo digitalizado en el que cada acción y cada interacción generan multitud de datos sobre las preferencias de los consumidores, las necesidades de los ciudadanos o el comportamiento de las empresas. Sin embargo, como subrayan los autores del informe, “la importancia del big data no está en poseer infinitos volúmenes de información sino en cómo usamos esa información”.

La revolución digital en el mundo de la gestión de inversiones

Sanidad, logística, agricultura, seguros, comercio... son algunos de los sectores que empiezan a aplicar innovaciones derivadas del uso de macrodatos. Los expertos de Goldman Sachs AM creen que el big data transformará también el mundo de la gestión de inversiones: “Ahora mismo disponemos de ingentes cantidades de información sobre cada empresa, información con potencial para influir en la cotización de las acciones y para detectar otras oportunidades de inversión”, explican. “Las nuevas herramientas de análisis de datos nos ayudan a separar las señales reales del ruido”.

“El big data permite identificar conexiones no aparentes a primera vista y relaciones entre empresas, incluso aunque pertenezcan a sectores diferentes”, continúan, “y el análisis de los macrodatos puede ayudar a los gestores de inversiones a detectarlas más rápidamente que otros participantes del mercado que no tienen acceso a esas herramientas, lo que puede suponer una ventaja a la hora de seleccionar inversiones”.

Pero la clave, para estos expertos, sigue estando en el criterio humano. “Confiar ciegamente en los datos puede resultar engañoso. Por ejemplo, los datos pueden mostrar una correlación del 99% entre la tasa de divorcios en Maine y el consumo per cápita de margarina. Pero intuitivamente sabemos que lo más probable es que estos fenómenos no estén relacionados”.

Y enfatizan que el valor está en el análisis, no en los datos. “Los datos no sirven de mucho a menos que puedas interpretarlos y extraer información útil. Por eso, el criterio y la supervisión del gestor de inversiones resulta esencial para hacer un uso eficaz de los datos: por sí solos, los ordenadores y la tecnología no bastan”, concluyen.