Psicópatas de peluche

Kamil Molendys, Unsplash

Cuando las cosas marchan con normalidad y el estrés cotidiano se mantiene en un nivel aceptable, puedes afirmar que eres ecuánime y estable, mantienes la serenidad y tratas de solucionar las situaciones, pequeñas crisis y posibles desavenencias de cada día sin que repercuta en tu salud mental y tu carácter. Hasta aquí todo muy bien.

Pero cuando se junta un volumen de trabajo fuera de lo habitual, con fechas de entrega inminentes y cambios de última hora cada pocos momentos (haciendo que tu esfuerzo se pierda por el alcantarillado), tienes que mudarte de tu casa en un plazo de un mes, y durante varios días no deja de llover (con lo que te has de levantar antes, tener más cuidado en el coche, buscar dónde aparcar generalmente lejos de tu destino para poder disfrutar de la lluvia), es entonces cuando comienza el tic nervioso que cierra el ojo izquierdo y levanta un rictus en los labios en ese mismo lado de la cara.

Tal vez por estos pequeños detalles, esta semana voy a hablar de las bondades de Naugthy Bear en su segunda entrega Panic in Paradise.

505 games llega con un oso de peluche en el regazo, pero muy lejos de ser un compañero de tardes y guardián de los sueños de los más pequeños. Es un auténtico survival en el que seremos el relleno del protagonista y desataremos las más bajas de las pasiones e instintos peliculeros (tanto de hombres como de plantígrados) muy reconocibles.

El juego se desarrolla en una isla paradisíaca donde los osos de peluche viven en armonía y disfrutando de un entorno idílico. Hasta que nuestro personaje, un osito solitario y tal vez con una autoestima algo baja, tras intentar de muchas maneras encajar en el entorno y tras fracasar al ser rechazado por los otros osos, siendo vejado y humillado, decide finalmente que sus congéneres deben conocer lo que es el sufrimiento y tras un enfermizo razonamiento decide convertirse en portador de las más sanguinarias de todas las venganzas.

Usando los más de 100 disfraces y artilugios conocidos por los amantes del género del Teen terror más palomitero, podremos cortar, trinchar, decapitar, amputar, abrir en canal, desollar y derramar cantidades ingentes de algodón y trapo por los suelos de esta “Isla Paradisíaca”.

Debo reconocer que lo poco que he visto hasta ahora es inquietante, con las expresiones faciales de este peluche killer mostrando ira y determinación. Sobre todo, nunca había visto tanta maldad y vacío en unos ojos de plástico cosidos a un rostro de felpa, así como la angustia y la aceptación de lo inevitable por parte de las víctimas, pero al mismo tiempo lo encuentro divertido y entretenido.

Como vehículo de disfrute a través del terror y lo absurdo funciona muy bien tal vez porque en lo más profundo de nuestra humanidad nos incomoda y perturba que algo tan innatamente tierno albergue tanta maldad y horror (es la misma inquietud que sentí cuando aparecía Damien en La Profecía).

En los diferentes niveles se ganan puntos, habilidades y, como mencioné anteriormente, disfraces y armas para poder avanzar a medida que la dificultad de los enemigos (los mismos osos que nos han despreciado y ninguneado) se incrementa. Entre nivel y nivel podremos pasear para buscar tesoros escondidos, y aprenderemos a robar, escondernos y asustar para ser más letales.

Una vez hayas comenzado esta aventura, verás que no sólo los payasos asustan.