"Preferimos la deuda pública emergente denominada en divisa local a la denominada en otras divisas"

Kamil Molendys, Unsplash

Sam Finkelstein es el gestor líder del equipo de renta fija emergente de Goldman Sachs AM (GSAM), quien este año ha sido distinguido con el galardón a mejor gestor de renta fija emergente del año por Institutional Investor en EE.UU. Desde Funds People han tenido la oportunidad entrevistarle sobre el presente y el futuro de los mercados emergentes, aprovechando que esta semana estará de visita en España.

Para empezar, el gestor afirma mantener “unas previsiones positivas a largo plazo en la deuda de los mercados emergentes, ya que consideramos que esta clase de activo pasará de ser un componente nicho de la cartera de los inversores a conformar su núcleo”. Según explica, en términos generales "esta clase de activo muestra una baja correlación con la renta fija tradicional y puede proporcionar a la cartera las ventajas de la diversificación”.

El experto de GSAM considera que “la deuda emergente también puede ser una inversión convincente por sí misma, dado el sólido perfil crediticio y los reducidos niveles de deuda pública que presentan la mayoría de las economías emergentes”. Completa su análisis explicando que “los problemas de sostenibilidad de la deuda observados en los mercados desarrollados no suponen una preocupación para los mercados emergentes, cuyas ratios de deuda sobre el PIB no superarán el 40%, según las últimas previsiones del FMI”.

Por otra parte, Finkelstein estima que el universo de deuda emergente no está correctamente recogido en los índices mundiales de renta fija: “En nuestra opinión, la deuda de los mercados emergentes configura una parte mucho mayor del universo de inversión que lo sugerido por los índices de renta fija, por lo que no está representada correctamente por estos”.

La liquidez suele ser uno de los principales peros que ponen los inversores a la hora de entrar en estos mercados. Con respecto a los flujos de salida vistos en los últimos meses en esta clase de inversión, el experto declara: “No creemos que estos flujos hayan tenido consecuencias en la liquidez del sector en general, pero sí reconocemos que han podido empeorar las condiciones de liquidez durante periodos de volatilidad en el mercado. La experiencia nos enseña que los flujos de salida del sector se han registrado principalmente en fondos que son en su mayoría propiedad de inversores particulares. Los inversores institucionales tienden a revisar sus asignaciones con una frecuencia mucho menor y adoptan un universo de inversión a más largo plazo”, continúa. Filkenstein afirma ver “un interés continuo en esta clase de activo por parte de los inversores institucionales, tal y como indican tanto los informes externos como las conversaciones que mantenemos con nuestros clientes”.

El gestor líder del equipo de renta fija emergente de GSAM pronostica que este año hasta ocho países en vías de desarrollo podrían ser candidatos a una mejora de su perfil de calificación crediticia, y aporta nombres. En primer lugar, cree que el rating de Angola podría ser revisado al alza por Moody’s y Fitch, y el de Arabia Saudí por Fitch y Standard & Poor’s. En su opinión, Moody’s también podría elevar la calificación crediticia de Colombia, Ecuador, Letonia, Perú y Uruguay, mientras que Standard & Poor’s podría hacer lo propio con Lituania.

Aspectos de su estrategia

Al preguntarle si prefiere actualmente comprar deuda emergente en divisa fuerte o en divisa local, Filkenstein defiende que “la deuda emergente en su conjunto es una clase de activo estratégica y convincente impulsada por unos fundamentales sólidos y valoraciones atractivas”. Pero se moja. El experto asegura que, basándonos en las valoraciones y desde un punto de vista táctico, "preferimos la deuda pública denominada en divisa local a la denominada en divisas como el dólar o el euro”.

En materia de preferencias a la hora de invertir, el experto indica que “siguiendo una estrategia táctica, preferimos la deuda corporativa a la deuda pública denominada en dólares en vista de la rentabilidad inferior observada en los últimos tiempos y, por lo tanto, unas valoraciones más atractivas”. Después vienen las distinciones: “Dentro de la deuda corporativa, priorizamos aquella con grado de inversión, aunque también vemos valor en los bonos con calificación BB. En la deuda pública, no tenemos una clara preferencia por los bonos con grado de inversión frente a los de alto rendimiento y, en su lugar, nos centramos en países concretos. Creemos que las rentabilidades en todos los países se ven impulsadas por los fundamentales económicos, las políticas monetarias y presupuestarias de cada país y los acontecimientos idiosincrásicos, en vez de por las calificaciones crediticias”.

“Aunque nos centremos en los fundamentales macroeconómicos de cada país, reflejados en sus diferenciales, creemos que podemos generar más alfa en nuestras estrategias sobre la rentabilidad global —por ejemplo, en el componente de los tipos estadounidenses de los bonos denominados en divisas fuertes—“, matiza el gestor.

En cuanto a las protecciones que utiliza para luchar contra el riesgo divisa de los fondos a su cargo, Finkelstein se muestra igual de específico: “A menudo, utilizamos coberturas sobre divisas en nuestra cartera para compensar el riesgo de divisas inherente a los bonos denominados en divisa local. Por otro lado, nuestras carteras denominadas en divisas fuertes contienen una protección en materia de duración que puede cubrir total o parcialmente la exposición a los tipos estadounidenses”.