Planificación pre-migratoria

Erik Halvorssen, Senior VP y Director del multi-family office de Miami Swiss Asset Advisors, analiza brevemente a tres tipos de familias, todas de muy altos ingresos y patrimonios, y evalúa los resultados obtenidos en cada caso después de que pasan por el proceso de emigrar a Estados Unidos.

Al principio de cada verano, muchos empresarios jóvenes de Latinoamérica, así como decenas de hijos e hijas adultos de los patriarcas más ricos de la región, esperan el fin del año escolar para dejar permanentemente a sus países, inmersos en inestabilidad y violencia, buscando la seguridad y mejor calidad de vida que les ofrece Estados Unidos. Las circunstancias de cada familia son únicas, pero es notable la relación que existe entre la calidad de planificación que se hace antes de estos importantes movimientos y el resultado final que obtiene cada familia.

En este artículo, analizaremos brevemente a tres tipos de familias, todas de muy altos ingresos y patrimonios, y evaluaremos los resultados obtenidos en cada caso después de que pasan por el proceso. Con este ejercicio buscamos resaltar la importancia que tiene, para todas estas familias en transición, los servicios de un asesor independiente y competente que les ayude a generar y llevar a buen término un plan pre-migratorio sólido, coordinado, global y eficiente.

Familias tipo A: Improvisación

El caso más alarmantemente común es el de las familias que no hacen ningún tipo de planificación seria antes de salir de su país de origen. Cuando llegan, tienden a pensar que las leyes y regulaciones de los Estados Unidos no les aplican porque “todavía no son residentes o ciudadanos” y piensan que tienen mucho tiempo. Estas familias empiezan a “planificar” cuando ya están en territorio norteamericano con visa de turistas. Se quedan en un hotel o en una propiedad alquilada y típicamente comienzan su proceso preguntándole a familiares y amigos -residentes ya hace unos años- si conocen a un buen agente inmobiliario, pues el primer paso es tener la casa o apartamento y luego los automóviles, comprados a la brevedad. El primer punto de contacto profesional de estas familias es entonces, típicamente, un agente inmobiliario quién está encantado de ganarse su comisión vendiendo una propiedad de lujo a otra familia rica de Latinoamérica. La propiedad y autos seguramente serán titulados a nombre propio, pues los abogados locales que les refiera el agente inmobiliario para cerrar la compra de la propiedad, lo más seguro tratarán a la familia inmigrante como si ya fueran ciudadanos americanos.

Una vez que tienen un lugar donde vivir y cómo moverse con total confort, es hora de arreglar el problema de la visa de turista. Si tienen suerte, encontrarán un abogado de inmigración competente que les presentará las pocas opciones que para ese entonces tienen disponibles para hacer su estadía permanente, especialmente dado el hecho (muy común por cierto) de que han sobrepasado el tiempo permitido de permanencia estipulado por su visa de turista. El abogado de inmigración seguramente les referirá a un colega que se especializa en el tema de impuestos. Cuando lleguen a ver al abogado especialista en asuntos de planificación fiscal, lo más seguro será demasiado tarde para poder hacer una planificación eficiente que incluya a todos los activos financieros y operativos de la familia a nivel mundial y les proteja de manera adecuada, pues por los días que ya han pasado en territorio norteamericano, la familia será considerada como estadounidense para efectos fiscales. Quedarán entonces expuestos a una serie de riesgos reales y obligaciones en lo que respecta a su fortuna a nivel global y se verán obligadas a tomar decisiones muy costosas y apresuradas.

Familias tipo B: Planificación, pero como si ya fueran estadounidenses

Después de que las familias tipo B deciden que quieren emigrar a Estados Unidos, realizan varios viajes exploratorios, pero casi siempre enfocados en buscar un buen lugar para vivir cerca de buenos colegios para sus hijos. Compran la propiedad que estaban buscando y la van acondicionando para su eventual llegada varios meses después. A diferencia de las familias tipo A, éstas familias sí planifican todo el tema de inmigración correctamente y están muy ansiosos por convertirse en residentes de Estados Unidos lo antes posible. Los expertos en planificación fiscal que consulten en Estados Unidos antes de emigrar, sabiendo que están en camino a convertirse en residentes, les recomendarán estructuras de planificación diseñadas para norteamericanos, pero no necesariamente las óptimas para familias internacionales con intereses en diferentes países. El único beneficio que estas familias logran es que tendrán más opciones y más tiempo para emigrar correctamente, pero el afán que tienen estas familias de hacerse residentes de Estados Unidos, les dejará expuestos con respecto a los activos financieros y operativos que seguramente dejan fuera de Estados Unidos después de emigrar.

Además de la evidente falta de eficiencia en su proceder, las familias tipos A y B tienen el mismo problema. Todos sus asesores, el agente inmobiliario, el abogado de inmigración, el abogado fiscal, el contador, el banquero y el asesor financiero que consulten trabajan en compartimientos aislados el uno del otro. Aunado a esto, con toda certeza, los abogados y contadores en el país de origen de cada familia tendrán muy poca o ninguna participación en el proceso. La casi total ausencia de comunicación entre especialistas es contraproducente para las familias que les contratan para proteger sus intereses.

Familias tipo C: Planificación pre-migratoria

coordinada, independiente, global y eficiente Estas familias empiezan el proceso con una serie de reuniones con un asesor independiente y juntos revisan sus planes a futuro, sus activos financieros y operativos a nivel global, la dinámica de la familia y sus integrantes; todo de manera honesta y transparente. Con esta información, el asesor independiente puede comenzar a elaborar un esbozo de plan que deja abiertas muchas avenidas y oportunidades para ser discutidas con cada especialista.

El asesor independiente debe hacerle entender a las familias que está sirviendo, que las leyes de Estados Unidos son diferentes a las de su país de origen y que al emigrar se enfrentarán a una serie de responsabilidades y obligaciones a las que no están acostumbrados, por lo que cada paso que tomen durante el proceso debe ser considerado cuidadosamente.

El asesor independiente coordinará reuniones entre las Familias tipo C y los diferentes especialistas, no solamente en Estados Unidos, sino en su país de origen, de tal manera de que cada uno presente soluciones de manera independiente. Durante esta parte del proceso, el asesor independiente es responsable de revisar las diferentes soluciones presentadas, comunicar y coordinar a los especialistas para generar un plan que sea: sólido, ajustado a las normas tanto del país de origen de las familias como de Estados Unidos, pero a la vez que sea flexible y se pueda ajustar a medida que las circunstancias de cada familia vayan cambiando.

Durante los últimos años, a medida que las tensiones políticas en Latinoamérica han ido en ascenso y las realidades del secuestro, inseguridad y descenso de calidad de vida han afectado a las familias más ricas de la región, hemos visto llegar a Estados Unidos cada vez más a familias tipo A y B, y cada vez menos de las del tipo C. Esperamos que con el auge de los multi-family offices -que sirven como los asesores independientes ideales para supervisar el proceso pre y post migratorio- se revierta esa tendencia.